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El cáncer impulsa a un médico mexicano a crear la terapia alpina

El médico Francisco Olvera ofrece un tipo de terapia que asegura ayudará a mejorar su vida a los que padecen esta enfermedad.
lun 16 agosto 2010 12:44 PM
medico francisco olvera
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El médico Francisco Olvera asegura que los mejores años de su vida se los debe al cáncer y afirma haber descubierto en el alpinismo una forma de terapia para él y otros pacientes.
 
Cada año, desde 1999, un grupo de sobrevivientes de esa enfermedad convocado por Olvera, se reúne con el propósito de alcanzar la cumbre del volcán Iztaccíhuatl a más de 5,000 metros de altitud.
 
Es la terapia alpina, que Olvera define en su página web www.terapiaalpina.com   como la práctica de caminar, sentir, percibir y hallar una forma sencilla de conexión con el universo.
 
Esta práctica, agrega, incrementa el sistema inmune y eleva las endorfinas .
 
Así es como Francisco ha afrontado la enfermedad durante más de una década.
 
“Me queda un año de vida. Los médicos ya usaron todos los protocolos del cáncer conmigo y nada funcionó”, describe el médico anestesiólogo y “de montaña”.
 
“Saqué a mis hijos, Paco y Ana, de la escuela y me los llevé a Europa para disfrutar los últimos momentos de mi vida. En el viaje logré olvidar por momentos que padecía cáncer de riñón y que estaba desahuciado. Entendí lo que era vivir en el presente y a plenitud”, agrega.

Francisco cuenta que en el pasado fue una persona neurótica y resentida, pero tras el diagnóstico de su padecimiento su vida cambió.
 
“Yo sabía que tenía un tumor pero lo negaba. Pasó un año hasta que no pude engañarme más. Me desmayé, y por supuesto llegué al doctor muy tarde”, recuerda.
 
Fue internado de inmediato con una falla renal y compresión de órganos internos.

El tumor , de 12 x 22 centímetros, había destruido parte de un riñón e invadido la cava y la aorta. El cáncer se había diseminado.
 
En el hospital decidió retomar su más grande pasión: “Comencé a visualizar la montaña”.

“¡Era tan vívido! Y empecé a subirla y a caminar paso a paso”.

Francisco salió de terapia intensiva y comenzó a mejorar. En ese momento le pidió a su esposa que lo llevara a ver los volcanes cada semana.

“Empecé a ver con tanta claridad… Es como si formaras parte de todo lo que ves”, narra.  “Ahí nació la terapia alpina”.

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Afirma que cuando “aceptas” tu condición has avanzado y que el sufrimiento está en la mente. “Sufrí tanto que dije: ¡Basta! Quiero vivir mañana y ver el amanecer”, sentencia.

“Hoy soy alguien que vive a plenitud la vida. Que ama de verdad y que es inmensamente feliz. La vida consiste en el arte de dar y es lo que le da sentido a este camino. Soy un dador y un guerrero”.

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