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Para los niños, la muerte es un sueño; para los adolescentes, una tragedia

El significado de la muerte cambia no sólo de acuerdo con la religión y la cultura, sino con la edad; para los adolescentes es una tragedia
mar 14 diciembre 2010 04:45 PM
cementerio graveyard death
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Para el budismo, la muerte es un proceso de perfeccionamiento; el objetivo de la vida es el encuentro del ser humano consigo mismo. En la tradición judeocristiana, la muerte es sólo la continuación de la vida, donde el espíritu abandona el cuerpo para alcanzar la felicidad.

La percepción de la muerte cambia a lo largo del desarrollo. Los niños de dos o tres años de edad raramente se alteran cuando ven un animal muerto o al escuchar que una persona ha fallecido. No comprenden la muerte ni emocional ni cognitivamente.

Para muchos pequeños de esta edad, la muerte es igual a un sueño. En esta etapa del desarrollo, el pensamiento de los niños es egocéntrico, literal y concreto. Tienden a ver la muerte como algo temporal y reversible; piensan que el abuelo vive en una bonita nube y que es posible visitarlo y hablar con él.

Frecuentemente están confundidos acerca de los detalles que rodean a la muerte y hacen preguntas como: ¿puede la abuela respirar dentro de la caja que está debajo de la tierra?

Los niños entre seis y ocho años de edad ven la muerte en una forma personificada y externalizada que los asusta; como la calavera o los fantasmas que los persiguen.

Debido al miedo que les genera, se autoprotegen pensando que la muerte sólo le sucede a los débiles, a los viejos, a los tontos o a los que no pueden correr lo suficientemente rápido para eludir al fantasma que los persigue.

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No comprenden que es un fenómeno universal, inevitable e irrevocable. Asumen que las personas continúan realizando las mismas actividades y que simplemente se “cambiaron” y continúan viviendo en el “cielo”, trabajando, comiendo, bañándose, comprando y jugando. Ven a la muerte como un evento que les ocurre sólo a algunos.

Alrededor de los nueve años, se presentan cambios cognitivos que les permiten comprender a la muerte en una forma más realista. La aprecian como un proceso natural que es irreversible e inevitable.

En la preadolesencia, entre los 10 y los 13 años, a pesar de que se concibe a la muerte como un proceso natural , tienden a intelectualizar y a distanciarse de la experiencia emocional. En esta etapa experimentan una gran ansiedad acerca de la muerte y este miedo hace que eviten el tema, bromeen acerca de ella o lo neutralicen.

Los adolescentes muestran una comprensión parecida a la de los adultos. Cognoscitivamente son capaces de apreciarla como algo final e inevitable, sin embargo emocionalmente muestran muchos problemas; esto está asociado con la ansiedad que están viviendo al desarrollar un sentido de identidad y buscando su lugar en el mundo.

La paradoja es que en la muerte es donde encontramos el significado de nuestra vida.

*Feggy Ostrosky es directora del laboratorio de Neuropsicología de la Facultad de Psicología de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM); este artículo fue publicado en el número especial "Misterios de la ciencia 2010" de la revista Quo.

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