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Mi regalo en el día de las madres: una maternidad feliz

Pedir ayuda, aceptar que existen cosas que no pueden controlarse y 'estar presente' en la vida de tu hijo te ayudarán a ser una mejor madre
mié 09 mayo 2012 10:24 AM
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Estoy exhausta tras la sesión de media noche de “¿vomitará o no vomitará?”. Aunque no vomitó, este no es el mejor momento para preguntarme si vivo una maternidad llena de gozo o llena de miedo.

Mi divorcio me forzó a formularme esta pregunta, junto con los recordatorios de cómo podía estar fallándole a mi hija.

Incluso en pareja bajo el mismo techo, la paternidad es un maratón con poco tiempo para descansar o recargar energía. Las filas de seguidores de los líderes espirituales y los consultorios de psicoterapeutas están llenos de padres exhaustos de llevar a cabo esta tarea.

Navegar por estas dificultades no ayuda a tener una paternidad feliz .

Al principio yo vivía en 'modo de supervivencia', más que satisfecha cuando podíamos salir de la casa con la cara y los dientes lavados y la ropa limpia. Me extasiaba cuando añadía a la lista el almuerzo empacado y llegábamos a tiempo a la escuela. Me han dicho los veteranos del divorcio que mis expectativas son altas. Me sentía como el prólogo de una vida donde debía mantenerme a flote. Y sabía que quería algo diferente.

Estábamos en el restaurante de hamburguesas local cuando se presentó la oportunidad. Mi hija de cuatro años dibujaba con las crayolas y el papel que siempre cargo en mi bolsa y decidí unírmele. Notó que estaba dibujando su objeto favorito en el mundo, cada color que añadía era una sorpresa. Me hizo sentir como si fuera Matisse cuando se dio cuenta de lo que dibujé. Me di cuenta que podía traer de vuelta el gozo a mi maternidad al poner atención en lo que estábamos haciendo en cada momento.

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Si lo pensaba demasiado, el peso de la responsabilidad podría aplastarme . ¿Le serví demasiada pasta? ¿Utilicé demasiados castigos? ¿La llevé a dormir muy tarde? El temor a todas esas cosas que no podía controlar y por todo lo demás que podría arruinar en la vida de mi hija podía hundirme. O podía celebrar el viaje que estoy llevando con mi hija y la criaría con gozo

Mientras consideraba los beneficios de nuestra sesión de dibujo de 10 minutos, decidí elegir el gozo, y no solo por el bien de mi hija. Se ha convertido en mi filosofía de vida. Lo hago porque es la única vida que tengo, y quiero que sea ejemplo para mi hija.

1. Acepto mi propia impotencia

El primer paso de los programas de 12 pasos es mi primera regla para la maternidad. Tengo muy poco control sobre la vida de mi hija . Aceptar este hecho es la llave a mi felicidad. La primera vez que acudí a esta regla fue mientras estábamos en el entrenamiento para ir al baño, pueden imaginarse por qué.

Lo siguiente es idear cómo canalizar mi miedo. Si temo que ella se ahogue puedo inscribirla a clases de natación, lo cual hice. Pero no puedo protegerla cada minuto de cada día. Cuando nos encontramos separadas tengo que hacer mi trabajo: tratarme bien a mí misma y recibirla sana y descansada cuando la vuelva a ver.

2. Elijo a la comunidad

Al no tener parientes que vivan cerca, elegí nuestro nuevo vecindario. Los hijos de nuestros vecinos entran a la casa después de tocar la puerta, y mi hija salta del auto hacia sus casas sin siquiera mirar atrás. En caso de emergencia, cualquiera de los niños sabe que puede acudir a cualquiera de las casas de los vecinos y que ahí obtendrá ayuda. Algunas veces soy la anfitriona para reunirnos y comer pizza.

3. Regresar al presente

¿Quién no ha perdido la cabeza después de la milésima versión de witsy witsy araña? Sé que mi cerebro ha abandonado la habitación cuando mi hija empieza a gritar mi nombre. Cuándo me quejé con mi madre por esta gritadera, me contestó “¿Acaso le contestas desde la primera que te habla?”. Ciertamente ella es tan digna de respeto como cualquiera. Si interrumpe, le pido que me espere hasta que pueda hablar con ella. No siempre me hace caso, pero estamos trabajando en ello.

Cada vez que mi cabeza parece irse hacia otra parte le ordeno a mi mente regresar al presente y pregunto “¿Qué estoy haciendo?” Play-Doh, pintura, GAK!, soccer, chispitas brillantes, esas son las cosas que hacemos. Así que hay que hacerlas. Usualmente ese es un mejor lugar que el que mi cabeza haya elegido.

4. Pido ayuda

Si algo no está yendo bien, ya sean berrinches o la falta de mucho sueño, intento hablar con mi ex, con los maestros de mi hija, con el pediatra o con otros padres que estén enfrentando la misma situación. Aun cuando no recibo la respuesta ‘adecuada’, obtengo empatía y alivio. Me he convertido en una nerd de la maternidad. En el libro Comer sin Sentido de Bran Wansink de la Universidad de Cornell, dice que forzar a un niño a comer cuando no tiene hambre le enseña a ignorar sus propias señales internas de que ya está satisfecho.

En Shock de Nutrición de Po Bronson y Ashley Merryman yace la ciencia detrás de la necesidad de los niños de dormir mucho. Si su consejos tienen sentido para mí, intento aplicarlos aunque no todos a la vez.

5. Decido qué me gusta

Después de casi 10 años de matrimonio, estoy reevaluando la pregunta: ¿qué me gusta hacer?’ Es el tiempo perfecto para la pequeña, ya que para ella todo es una nueva aventura. Estamos descubriendo que nos gusta hacer parrilladas con los vecinos, patear una pelota, escuchar música y tener fiestas de baile en la sala. Tal vez comencemos a tomar clases de piano o salir a andar en bicicleta juntas.

Lo que sea que escojamos, mi hija está obteniendo una madre mucho más involucrada.

Con la práctica ahora puedo sentir cuando el interruptor en mi cerebro se apaga. Está bien, sé que a otros padres también les pasa. Puedo descansar durante un minuto. Después puedo regresar a encender mi cerebro deliberadamente, y estar presente para el siguiente momento mundano, o triste, o gozoso.

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