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Sustitutas o mentoras; ¿qué papel juegan las no-mamás modernas?

Cuando las mujeres se embarazan jóvenes, la familia y amigas se convierten en un soporte para la educación de sus hijos
vie 10 mayo 2013 06:46 AM
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Antes tener hijos era una obligación, ahora es una opción. Por ello, muchas mujeres no los tienen y disfrutan de los hijos de sus hermanas, primas o amigas. El promedio de hijos en México era 3.1 en 1993 y actualmente es de 2.2, según el Consejo Nacional de Población. Entonces, ¿qué sucede con todas las mujeres que no tienen hijos, tienen menos o retrasan la maternidad?

El deseo de participar en la crianza de los niños siempre se deriva de una satisfacción personal. Muchas veces las madrinas, tías y demás tienen el anhelo de tener sus propios hijos, pero no quieren comprometerse a la responsabilidad de tenerlos, dijo Aída Cortés Flores, académica del departamento de Psicología de la Universidad Iberoamericana (UIA).

Cuando las mujeres se embarazan jóvenes, la familia y amigas se vuelven un soporte para la educación de sus hijos. Por ello entran "al rescate" de esos pequeños las abuelas, hermanas o amigas de la madre, quienes, en ocasiones, no tienen hijos propios , dice Cortés.

“Eva como mujer es increíble. Tiene buenos sentimientos, es inteligente y lo principal, sé que si llegara a faltar, mis hijos podrían contar con ella. Tendría la capacidad de encaminarlos por muy bien camino, pues sé que sería su apoyo en todos los aspectos”, dice Mónica, de 32 años y madre de Leo, de 11 años.

Para Leo, Eva García, su madrina de bautizo, “es como una segunda mamá, me lleva a todos lados y me gusta estar con ella”.

Idealmente, la función de estas madrinas o tías putativas debe ser ayudar, apoyar y guiar de un modo distinto al de los padres, explica Katya Villafuerte, directora de la Licenciatura en Psicología Organizacional del Tecnológico de Monterrey.

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“Lo ideal sería que estas mujeres fueran una especie de mentor o coach de vida que no necesariamente representa la autoridad de los padres. Eso sería lo idóneo, pues ni interviene en las reglas de las papás y le brinda a los pequeños la oportunidad de tener una relación con alguien de confianza, cercano y que lo pueda guiar, sobre todo cuando están creciendo”.

Saber repartir roles y tener claro por qué una persona apoya en el cuidado del niño es básico, pues no solo se adopta un rol, sino la disponibilidad total para cooperar esporádicamente en el cuidado del pequeño, explica Cortés. “Siempre es bueno saber utilizar el apoyo de alguien, y compartir responsabilidades ”.

“Desde el principio sentí un cariño especial por él. Es hijo de mi tía, que parece más mi hermana”, dice Berenice Porcayo, madrina de Francisco, un adolescente de 14 años.

“Tengo tres madrinas, pero con la que mejor me llevo es con la más joven, Bere. Nuestra relación es chida. Hablamos de música, es de lo que más sabe, pero sé que podemos hablar de todo, le tengo mucha confianza. Es mi madrina-amiga y sé que puedo contar con ella”, dice Francisco.

Las madrinas contribuyen ocasionalmente con el cuidado de los niños, pero son las madres las que están en todo momento con el menor. Por tanto, es indispensable tener una excelente comunicación entre padres y padrinos para dejar claros los roles y los límites explica Villafuerte.

Quién es quién

“Si soy la madrina del hijo de mi amiga, hermana o demás, debo llegar a acuerdo con ellos para saber qué es lo correcto para ellos y hasta dónde me permito y hasta dónde no”, dice Villafuerte.

Algunas familias permiten que la tía o madrina tenga la misma jerarquía que los papás, pero en otras será solo una espectadora. Las tías o amigas adoptan este rol de manera propositiva, decidida, entusiasta, y consienten a los pequeños, les dan regalos y colaboran. Pero si no hay claridad pueden confundir al niño en su educación formal, agrega Cortés, de la UIA.

"La tía siempre debe ser nombrada como tal, no será 'mamá Lulú', 'mamá Martha', no. En ocasiones, el problema es que el niño llama 'mamá Tita' a la abuela; 'mamá Viví' a la tía y 'mamá Ady' a la madre. Eso no es sano, solo hay una mamá aunque existan cuidadoras sustitutas", dice Cortés.

El hablarlo primero entre los adultos, y posteriormente transmitírselo a los niños, ayudará a que el niño tenga clara la jerarquía de cada quien: “decirles: mira tu tía me ayuda al ir por ti a la escuela, a pagar tu colegiatura, a llevarte de paseo y demás; sin embargo, tu mamá soy yo”.

Las prácticas parentales de la mamá son claras y específicas, por tanto, se tiene que definir cómo intervendrá la tía en situaciones que la madre no pueda.

“Sus papás son los rígidos, los abuelos, los consentidores y yo, un término intermedio. Sin embargo, cuando veo que no responde en la escuela o está teniendo un comportamiento negativo con sus padres, lo “castigo”. Es decir, si le pago la natación ya no lo hago por un mes o si tenía muchas ganas de ir a un concierto, ya no va”, dijo Eva, relacionista pública de 44 años.

Los límites de la intervención son el secreto del éxito

Mónica dice que a veces Eva le da algún consejo o le sugiere algo, pero nunca se opone a la educación de los padres. “Eva no interviene de manera opuesta a como educamos al niño, los límites, reglas y principios que le inculcamos. Al contrario: es una aliada, es muy respetuosa”.

“Siempre que me hace algún comentario o consejo, lo hace cuando Leo no está, me imagino que para no restarme autoridad”.

Eva coincide: “la comunicación, entre Mónica y yo siempre ha sido buena y abierta. En ocasiones, la aconsejo, le digo ‘no te pases de ruda’, ‘no seas tan rígida’, pero con mucho respeto. No soy la mamá, por tanto ella sabe cómo educa a Leo”.

Cortés insiste en que que los adultos deben comunicarse, ponerse de acuerdo y mantener una participación organizada. “Con esto se cuidará el clima emocional en relación a las conductas tanto de padres como de hijos”.

A su vez, la mamá de Francisco, Haydée Reyes, de 35 años, dice que Berenice “jamás ha intervenido en la manera en cómo educo a mi hijo; sin embargo, hay una comunicación constante. Hablamos desde los gustos de Pakis hasta de cómo va en la escuela y en el modo en que ella puede colaborar”.

“En relación con la educación y decisiones que tienen que ver la formación, nunca he intervenido. Aunque en ocasiones no me parece la manera en que sus papás se conducen con él, no me meto, más bien trato de hablar con él para ver cómo se siente en relación a la situación y si puedo apoyar dando un consejo lo hago, sin que esto represente contradecir a sus papás”, dice Berenice.

Otra madrina

Leo y Eva conviven todos los fines de semana. Además una vez al mes él se queda en su casa para hacer diversas actividades.

“Es una relación de cómplices. Me cuenta cosas que no puede con sus padres y abuelos. Platicamos de niñas, música, o si algo le molesta o preocupa. Prefiero que me cuente todo aunque algunas cosas no me gusten. Busco que mi comunicación con él sea de amigos”, dice Eva.

Para Francisco, Berenice es un ejemplo. “A Bere y a mí nos gusta mucho la música, es algo que compartimos. Hemos ido a conciertos juntos, me regaló mi primera guitarra y el que sea buena onda, divertida, inteligente, trabajadora y dedicada me hace admirarla y quererla”.

Y ellas, ¿qué ganan?

Villafuerte dijo que no todas viven su maternidad a través de los hijos de las demás, pero la mayoría de las que optan por no tenerlos aprenden a convivir con las que sí eligieron ese rol. Es una adaptación.

Eva eligió no tener bebés, pues eso le implicaba una responsabilidad que no quería, mientras que Berenice aún no sabe si quiere o no tener hijos.

“Con Leo tengo la parte divertida de ser mamá, pues educo, formo y me divierto con él, pero no es mi hijo. Lo disfruto, es decir, tengo la parte bonita y fácil, pues estoy con él el fin de semana, pero después se lo regreso a sus papás y yo sigo con mi vida”, dice Eva.

Berenice por el momento está satisfecha con ser no-mamá.

“En este momento no quiero tener hijos, pero no sé si más adelante. Además, no sé si suplo con él (Pakis) ese espacio; pero me gusta pasar tiempo, espacios y vivencias con él. Me encanta ver sus cambios”, contó Berenice.

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