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Un arquitecto de 'software' reprograma su dieta y baja 63 kilos

Brian McLaughlin alcanzó su peso ideal con un sistema enfocado en su comida, sin arriesgarse a que el ejercicio pudiera desmotivarlo
mié 31 julio 2013 11:57 AM

Brian McLaughlin solía llegar 20 minutos antes a sus reuniones in situ con clientes. Manejaba alrededor del estacionamiento para encontrar un lugar cerca del edificio, y luego entraba para refrescarse de la corta caminata. El peso extra que tenía lo hacía sudar constantemente dentro de su traje.

McLaughlin luchó contra su peso toda su vida. A los 10 años pesaba 63.5 kilos; a los 20 años pesaba 127. A los 30 alcanzó su mayor peso: 149.6 kilos.

Después de conseguir un trabajo como arquitecto de software para la Bolsa de Valores de Nueva York en 2010, McLaughlin se mudó a Estados Unidos. En un intento por socializar y hacer amigos, salía a almorzar y a cenar con sus nuevos amigos estadounidenses, sacrificando todas las esperanzas de comer saludablemente. 

"Vivía un estilo de vida de soltero", dijo McLaughlin. “Comía y bebía mucho, lo que causó estragos en mi peso ”.

Intentó con la Dieta Atkins y Weight Watchers, pero nada parecía tener suerte.

Vio como su madre perdió 22.6 kilogramos en un programa de dieta llamado Slimming World , que recomienda la dieta sin la privación de los alimentos que te gustan. Y vio a su novia perder 45.3 kilogramos con Weight Watchers.

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Al ver la prueba viviente de que las personas pueden perder peso, eso lo inspiró a cambiar algunas cosas él mismo.

Un sacrificio social

Fue difícil dejar de salir a almorzar y cenar, dice McLaughlin. Solía salir con un compañero de trabajo un par de veces a la semana y disfrutar de media docena de cocteles fuertes antes (y después) de comidas lujosas de tres platillos.

“Usualmente comía un aperitivo de embutidos, el mayor corte de carne disponible, o un cordero como platos principales, una guarnición de verduras salteadas en mantequilla o aceite, postres ricos como pastel de chocolate fundido o ganache de chocolate y una tabla de quesos con vino de postre para terminar”, dice McLaughlin. 

Entre los dos, se dividían tres botellas de vino en la cena.

“No puedo recordar una comida en la que salí sin sentirme completamente lleno hasta el punto de casi estar enfermo”, dijo. “La cena y las bebidas solas solían añadir hasta 5,000 calorías”.

Ahora sigue el plan Slimming World y prepara sus comidas en casa. Usualmente consisten en fruta o pollo frotado con especias secas, o filete y brócoli o coliflor. Cuando come fuera de casa, escoge cuidadosamente.

Amo la experiencia de cenar y el aspecto social ”, dice McLaughlin. “Pero me doy cuenta de que un filete de 170.09 o 226.7 gramos es más que suficiente ahora”.

También intenta saltarse la hora de los cocteles.  “Ahora tiendo a solo beber vino, y disfruto y saboreo el sabor en lugar de solo beber por beber y por la experiencia”, dice McLaughlin.

Lee: La dieta mediterránea, una comida que tu cerebro agradecerá

Dieta diferente, mismo resultado

La novia de McLaughlin, Allison Dressler, aseguró que encontró difícil cocinar al comienzo de su relación debido a sus diferentes planes de dietas.

Siguió a Weight Watchers, que se enfoca en un sistema de puntos para limitar las calorías. Para Slimming World, McLaughlin se preocupaba por cada gota de aceite, mantequilla o aceite en aerosol debido a que estaban restringidos bajo el plan de dieta.

“A medida que cocinábamos más y más nos percatamos de que muchas cosas que él come en realidad son buenas para mí”, dice Dressler. “Y muchas cosas que como tampoco son tan malas para él”.

Ni Dressler ni McLaughlin tienen membresías para el gimnasio: simplemente caminan algunos kilómetros un par de días a la semana. McLaughlin no quería cambiar drásticamente su plan de ejercicios porque temía que no pudiera mantenerse motivado.

“Es difícil ir al gimnasio después del trabajo”, dice. “Realmente quería enfocarme en controlar mis hábitos de comida más que otra cosa”.

La estrategia funcionó. En los últimos tres años, McLaughlin perdió 63.5 kilogramos.

McLaughlin ahora va a trabajar más de dos horas antes de lo que solía ir y termina antes, lo que aumentó su productividad.

“Ya no siento esa constante sensación de lentitud”, dice.

Su energía también aumentó dramáticamente; ya no se queda en la cama mientras ve el canal Food Network hasta la tarde.

Cuando se mudó por primera vez a Nueva York, su único pasatiempo era comer y beber; ahora pasa sus fines de semana investigando mercados de agricultores para visitarlos, festivales de chile, tiendas de vinos y lugares para recolectar frutas.

La pareja recientemente se fue de vacaciones y escogió caminar a su terminal en lugar de tomar los pasillos rodantes como solían hacerlo.

Dressler dijo que estos pequeños cambios pueden hacer las mayores diferencias.

“Gran parte de mi vida todavía gira alrededor de la comida y la bebida, pero ya no es destructiva”, aseguró McLaughlin. 

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