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Un hospital es el hogar de este sobreviviente de polio desde hace 43 años

El brasileño Paulo Henrique Machado es animador por computadora y guionista de una serie, pese a sus limitaciones físicas
mar 03 diciembre 2013 11:26 AM
CNN
Machado-Polio-CNN CNN

Estas son las fotografías de los más preciados recuerdos de Paulo Henrique Machado: la primera vez que vio la playa, una carrera de Fórmula Uno y una fiesta de su infancia, cuando todos sus amigos se vistieron de payasos.

Ha vivido los últimos 43 años —casi toda su vida— en el hospital más grande de Brasil.

Cuando era niño, contrajo poliomielitis y quedó paralizado de la cintura para abajo. Respira con la ayuda de un respirador.

Su madre murió dos días después de su nacimiento. Eran los años 70, antes de que se erradicara la poliomielitis en Brasil con vacunación, y Machado llegó a vivir a la sala de hospital con otros ocho niños pacientes de la misma enfermedad. Su familia pronto dejó de visitarlo.

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"Fue una época maravillosa. Nunca lo olvidaré (...) A pesar de que la mayoría de nuestros amigos ya no están con nosotros, nunca dejé de soñar con ellos", dice, en una entrevista en su cama del hospital.

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Señala hacia una fotografía en blanco y negro de un chico con un sombrero puntiagudo y pintado de payaso: "Él es Pedro. En aquel entonces, éramos él y yo; fuimos muy unidos. Era mi amigo".

Al paso de las décadas murieron muchos de los niños, entre ellos Pedro. "Fue el 26 de diciembre, el día después de Navidad (...) Todo lo que planeé con mi amigo... la vida dejó de tener el mismo significado. Pero me hizo más fuerte", dice Machado.

Más allá de sus limitantes

Los niños tenían pocas probabilidades de sobrevivir después de los 10 años de edad, pero dos personas lo hicieron: Machado y su amiga de toda la vida y compañera de habitación, Eliana Zagui.

Todavía viven juntos en una habitación dentro de la Unidad de Cuidados Intensivos del Hospital Clínicas de Sao Paulo. "Somos como hermano y hermana y cuidamos el uno del otro", dice Machado.

La poliomielitis provocó una parálisis a Zagui cuando era bebé. Ha vivido en el hospital durante 38 años. "He estado aquí desde que tenía un año y nueve meses (...) Aprendí a escribir, a pintar, a usar el celular, la computadora, cosas que me gustan", dice Zagui.

A ambos los animaron a llegar más allá de sus limitaciones físicas.

Recientemente, Zagui escribió un libro sobre su experiencia de crecer en el hospital y descubrió el arte de la pintura, con un pincel sujeto a un depresor de lengua. El desgaste dental la ha obligado a limitarse, pero no se ha detenido.

Machado recibió capacitación para ser animador por computadora y escribió un guión para una serie de animación. Con financiamiento de un grupo de animadores y donadores, se están empezando a producir las series.

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"Son inspiradores", dice el médico Nuno Da Silva, quien trabaja en la Unidad de Cuidados Intensivos desde 1988.

Dice que cuando tienen pacientes que han quedado paralíticos en un accidente automovilístico, los llevan a pasar algo de tiempo con Machado y Zagui: "Ellos son ejemplos que demuestran que no es el fin del mundo".

Oportunidades de escapar

Las mayores pasiones de Machado son las películas y los videojuegos, oportunidades de escapar de su propio mundo.

"Me gusta vivir fuera de mi realidad (...) Para salir de la realidad juego, porque en los juegos puedo ir adonde quiero sin sufrir dolor alguno", dice.

Hubo una década de libertad, cuando Machado utilizó una silla de ruedas eléctrica para ir y venir con relativa facilidad. Pero luego desarrolló  síndrome de postpolio , causando un debilitamiento gradual en los músculos que fueron afectados por la infección original.

Se volvió imposible para él enderezar sus piernas lo suficientemente como para sentarse en una silla de ruedas. Ya solo puede viajar acostado en una cama de hospital.

Pero eso no lo ha detenido. En una de nuestras visitas, nos invitó a acompañarlo en una salida a una gran convención de videojuegos.

Desplazarse es complicado. Viaja en una ambulancia con técnicos en medicina, quienes reciben su pago gracias a donaciones. El respirador es otra complicación. Machado no lo necesita las 24 horas, pero se siente más seguro llevándolo consigo, por si acaso.

Una vez dentro de la convención de videojuegos, entramos en el mundo de Machado. Se ríe con entusiasmo mientras un grupo de técnicos en medicina y amigos lo trasladan sobre una cama móvil de hospital.

Luego prueba unos cuantos juegos: "No le prestas atención a nada de lo que te rodea (...) Es grandioso; lo único que quieres hacer es descubrir más".

Por un día, al menos, los tubos, el respirador, la cama del hospital, todo se desvanece en el fondo, y Machado se vuelve invencible.

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