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Una escuela flotante, una oportunidad para viajar por el mundo

Class Afloat da la vuelta al mundo y sus alumnos aprenden sobre navegación mientras llevan un programa académico regular
jue 12 marzo 2015 01:00 PM

¿A quién no le gustaría ir a la escuela en un crucero con Ryan Gosling?

Ese era el sueño a finales de la década de 1990, cuando el programa Breaker High, la historia de un grupo de preparatorianos amantes del océano se volvió el favorito de los muchachos.

Breaker High fue la gran oportunidad en televisión para Gosling, quien a sus 16 años encarnó a un nerd adolescente que trata de conquistar a una chica.

Cori Shepherd Stern creó el programa. Cuando sus jefes pidieron un acompañamiento para el programa Sweet Valley High, Stern, quien en ese entonces era empleada junior en una productora, propuso la idea y de repente le encargaron que creara 65 episodios, aunque al final se hicieron solo 44.

"El actor para ese personaje fue de los últimos que se seleccionaron", recuerda Stern, refiriéndose al personaje de Gosling. "Ya había empezado el rodaje. Ryan entró a la audición y, de alguna forma, recibimos sus grabaciones casi al instante. Lo seleccionaron en la audición y lo enviaron directo al plató. Así lo consiguió".

"Yo tenía veintitantos años y estaba con este muchachito de 16 años… tenía justo ese no sé qué".

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"Recuerdo que en la fiesta de clausura, conseguimos un barco en el puerto de Vancouver y mi mamá vino. Ryan la sacó a bailar y bailó una pieza lenta con ella. Me conquistó para siempre".

Los adolescentes adoraban el programa. Pero casi ninguno sabía que ir a la escuela en el mar es algo real.

"De todo lo que probablemente viste en ese programa, es lo contrario", dice David Jones.

Jones es presidente de Class Afloat , un programa que envía a 60 estudiantes alrededor del mundo cada año en un velero llamado Gulden Leeuw.

El viaje de este año escolar inició en Londres, Inglaterra, en septiembre de 2014. Después de hacer escalas en Francia, Marruecos, Senegal, Colombia y Costa Rica, el barco se encuentra actualmente en Belice.

Las colegiaturas son de 30,000 dólares por semestre (unos 420,000 pesos) o de 40,000 por un año completo (unos 560,000 pesos).

Aunque hayas pagado la suma (Jones dice que las cuotas se comparan a las de un internado), se espera que seas parte de la tripulación del barco.

"Planean la navegación, los cambios de vela y los cambios de rumbo en cubierta, bajo la dirección de nuestra tripulación marítima profesional", dice Jones.

"En medio de todo eso, siguen un programa de labores escolares completo".

Aleya McKellar solía ser estudiante de Class Afloat. Ahora es una de las cinco maestras de tiempo completo del barco.

"Le contaba a la gente al respecto y decían 'ah, sí, como Breaker High'. Pero es bastante diferente en realidad", le cuenta a CNN desde Bridgetown, Barbados, en donde el Gulden Leeuw, de 70 metros de eslora, atracó por unos cuantos días.

"En Breaker High solo están en un crucero, pasándola bien. En Class Afloat trabajamos".

Los estudiantes coinciden con los maestros: ninguna dosis de Breaker High te puede preparar para la vida a bordo del velero.

"Es verdaderamente abrumador", dice McKellar, quien recuerda su primer viaje como estudiante, en 2006.

"Zarpamos hacia Hawai, un viaje de 20 días. Subimos a bordo, nos conocimos y luego estuvimos en altamar por 20 días. Me mareaba y pensaba: 'estoy atrapada a bordo con todos estos desconocidos'".

"Estábamos en medio del océano, no había tierra y sentía que el océano estaba desolado. Hasta ese punto en mi vida, había sido lo más difícil que había hecho. Fue realmente aterrador".

Aunque es raro, algunos estudiantes renuncian. Más que nada, los compañeros de clase (y los maestros) tienen que adaptarse al singular entorno social del barco.

"En comparación con lo que la gente se imagina, algunos de los días en el barco son bastante difíciles", dice Chantalle Bourque, quien viajó en el barco de 2010 a 2011. Bourque, ahora directora académica de Class Afloat, entrevista a los solicitantes y aclara las dudas de los familiares.

"Te ponen en una situación social en la que están muy pocas personas de esta Tierra", prosigue. "Trabajar y vivir constantemente con otras 70 personas, sin tener realmente un lugar que sea tu espacio personal al que puedas escapar".

McKellar dice que es "una definición completamente nueva de 'espacio personal'". Bryn Hammett, quien trabaja con McKellar, siente que está en un "enorme experimento social".

Es como Big Brother en un barco, todos están vigilados siempre.

"Si me pusiera un sombrero a la hora de comer, si se me saliera una grosería o si manejara mal una situación, sería imposible poner un estándar alto a los estudiantes".

"A veces solo necesito subirme al bauprés (la viga que sobresale de la proa del barco) con unos amigos para desahogarme un poco".

Para Bourque, la tarea de vigilancia fue una oportunidad de escapar a la claustrofobia social del barco. Todos los estudiantes y maestros se turnan para montar guardia, aun durante la noche.

"Recuerdo que era uno de los pocos sitios del barco en el que realmente podías tener paz y quietud, un poco de tiempo para reflexionar, especialmente en plena noche", dice.

Los maestros se enfrentan a dificultades inusuales. Los estudiantes nunca están a más de unos metros de distancia y se les indica que no deben hacer preguntas sobre la tarea durante el desayuno ni la cena.

Cuando hay internet en altamar, es poco confiable en el mejor de los casos. El acceso a la red para planear las clases es un lujo inusual.

Además, los delfines no dejan de interrumpir.

"Bromeo con los estudiantes sobre que los delfines son la plaga del mar", dice Mathew Chyzyk, quien fue estudiante en 2003 y hace poco se volvió el director a bordo, a cargo de los maestros.

"Si estoy dando clase de Química, empiezan a decir: '¡Hay un delfín! ¡Hay un delfín!'. Y yo les recuerdo que tenemos que poner atención a la escuela en este momento. Habrá millones de delfines, montones de delfines".

"Me piden que los deje ir por un par de minutos. Muy bien. Vayan a ver al delfín. Los delfines interrumpen sus clases".

Aunque es un aula en mar abierto, las mejores experiencias se viven en tierra.

El equipo de producción de Breaker High tal vez no quiera leer esta parte. Para hacer el programa, el equipo tenía que estirar un presupuesto limitado para que Burnaby, en la Columbia Británica, se pareciera a docenas de destinos exóticos del mundo.

Uno de los episodios en los que se representa a la Suiza alpina, por ejemplo, se rodó en pleno verano en la montaña Grouse, a las afueras de Vancouver.

"Había unos 38 °C a la sombra", recuerda uno de los miembros del equipo. "El elenco vestía trajes de esquí. Hubo que rociar los árboles perennes con unos 10 centímetros de grasa de cerdo, era lo único que había que parecía nieve y que era biodegradable. Podías oler la grasa rancia derritiéndose desde más de un kilómetro. Era nauseabundo".

Extrañamente, la experiencia en Class Afloat es un tanto diferente.

"Navegamos por el Pacífico Sur cuando era estudiante y nos quedamos en una isla en Vanuatu, en un pueblo que no estaba desarrollado; la comunidad realmente nos acogió", recuerda McKellar.

"Terminé durmiendo en casa del jefe. Esa noche nos dimos un festín y bailamos con los niños. Era un ambiente muy alegre y maravilloso. Despertamos muy temprano, junto con los niños, y fuimos a caminar isla arriba para ver el amanecer. Fue la experiencia más increíble que viví a los 18 años".

Los estudiantes pasaron una temporada aprendiendo agricultura y pesca en Surinam recientemente. Se canceló una excursión al oeste de África por el brote de ébola , pero el rafting en los rápidos de Costa Rica fue un buen reemplazo.

Hay excursiones a ciudades europeas. Hay viajes en camello por el Sahara. Hay escalas en Santa Elena, una de las islas más remotas del mundo.

Uno de los maestros se dedica a planear las actividades en cada puerto. Bourque, la directora académica en tierra, ayuda enviando poemas e historias de autores de cada destino para ayudarles a los alumnos con sus estudios.

Los viajes y las actividades varían año con año porque las demandas e intereses de cada grupo de alumnos son únicas.

"He llegado a conocer cinco grupos diferentes de estudiantes", dice Chyzyk. "Cada año, cada grupo que creas tiene un aire y aptitudes diferentes. Siempre es interesante; qué funciona con un grupo de estudiantes y qué no funciona con otros".

"Los estudiantes de esta vez son muy aventureros. Les encanta hacer senderismo. Cuando estamos en un puerto tenemos que planear una actividad en la que dediquen todas sus energías a hacer algo".

"Los estudiantes del año pasado disfrutaban de experiencias más culturales, como los museos".

No es que la vida a bordo sea aburrida. A veces es demasiado dramática.

El barco se hundió en febrero de 2010.

"La escuela tenía un barco llamado Concordia, que se hundió en una microrráfaga (un fenómeno tormentoso parecido a un vendaval), justo al sur de Rio de Janeiro", cuenta Jones. No obstante, un reporte canadiense oficial sobre el incidente indica que fue la inexperiencia de la tripulación y no las condiciones climáticas la que causó el incidente.

Los 64 estudiantes, el personal y la tripulación escaparon a salvo y pasaron casi dos días en una lancha salvavidas hasta que los rescataron.

"Fue difícil superarlo", agrega Jones. "Fue un evento traumático. Se establecieron programas enteros para que los estudiantes pudieran entender lo que les había pasado".

"Sospecho que en ese entonces, Class Afloat no tenía idea de si continuaría o no. Pero los estudiantes seguían interesados en ir y había barcos que podían hacerlo".

Unos 20 estudiantes que sobrevivieron al hundimiento del Concordia regresaron impertérritos al siguiente año académico una vez que encontraron un barco nuevo.

En su reporte sobre el naufragio, el investigador en jefe escribió: "necesitamos asegurarnos de que nunca se vuelva a poner a los jóvenes en esta situación".

Jones dice que aunque es imposible garantizarlo en mar abierto, los riesgos a los que se enfrentan los estudiantes de Class Afloat se comparan con los que enfrentan en cualquier otra parte.

"La única forma de verlo es que hay riesgos en toda clase de actividades que se hacen en cualquier escuela", dice.

"La seguridad es lo principal en todo lo que hacemos".

La cantidad de estudiantes que regresan como maestros indica que ni el naufragio del Concordia, ni "el experimento social" a bordo son tan desalentadores. Otros estudiantes se dedican a trabajar en veleros en todas partes del mundo.

Para el personal, el mayor problema es encontrar algo que reemplace a Class Afloat cuando se van.

Chyzyk acababa de regresar a Calgary tras decidir que era el momento correcto para seguir adelante. Estudiar en el mar debe ser algo canadiense. Al igual que Gosling y que Breaking High, muchos de los maestros y alumnos del barco son originarios de Canadá.

"Supongo que se podría decir que este es el fin", dice con cierto arrepentimiento. "Es mi primer día en casa. No sé todavía que tan bien va".

"Pasé la mañana buscando empleo. En el fondo sé que no puedo dar clase en un salón típico con 35 estudiantes, seis periodos al día. Será un desafío encontrar lo que sigue".

En Bridgetown, McKellar también piensa en dar un paso.

"Me encantan las clases que imparto. Me encanta la relación que tengo con mis estudiantes y los desafíos que tengo en este trabajo", dice, sentada en una cafetería barbadense.

"Me preocupa que cuando regrese a una escuela normal me vuelva a aburrir, porque no será tan dinámico. Pero temo perder contacto con mis amigos y familiares. Decidir si me voy es el problema. Me he estado haciendo esa pregunta y todavía no tengo la respuesta, porque ahora, el océano no se siente desolado. Se siente como llegar a casa".

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