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El primer museo de ciencia en Filipinas busca educar sin usar la religión

En un país devotamente católico, el 'Museo Mind' es una iniciativa para impulsar a los niños y jóvenes a seguir el camino de la ciencia
dom 06 mayo 2012 10:35 AM

María Isabel García ya no obtiene tantas reacciones molestas como solía recibir. Por más de 10 años ha sido una de las únicas escritoras de ciencia en Filipinas en un periódico nacional, y durante ese tiempo recibió su parte justa de comentarios despectivos de los lectores en un país devotamente católico.

Sin embargo, como curadora del Museo Mind , el primer museo de ciencia moderno en Filipinas, su trabajo ahora es mucho más palpable y potencialmente polémico que su columna en el periódico.

“Hasta ahora he conocido a algunos individuos con opiniones personales sobre por qué no estamos mostrando a Dios al mismo tiempo que mostramos el átomo o el principio del universo (...) Explicamos que sería ilógico en un museo de ciencias y de cierta manera ceden y entienden. O al menos creo que lo hacen”, dijo.

Después de cinco años de planeación, el museo de 8,000 metros cuadrados abrió el mes pasado en una zona de lujo, reconstruida en Manila que no se vería fuera de lugar en Singapur o San Francisco.

Dividido en cinco galerías intercomunicadas, que van desde El átomo hasta El universo, pasando por todo lo que está en medio (descrito por García como “naturaleza en escala”), el objetivo es hacer a la ciencia más accesible e inspiradora a una nueva generación.

Alrededor del 60% de los niños en Filipinas se enlistan en la preparatoria, pero sólo el 1% de ellos en su año final reciben títulos en matemáticas y física, de acuerdo con un informe de 2008 de la Asociación Internacional para la Evaluación del Logro Educacional que se encuentra en Holanda.

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“No es secreto. El público filipino en gran medida percibe la ciencia como muy fría y como algo que debe ser dejado en los laboratorios, pero la ciencia es tan importante como para dejar a los científicos solos. En términos de conceptos me aseguré que fueran muy fundamentales. Si mostramos nanotecnología desde el principio sin decirle al público que todo está hecho de átomos realmente no lo entenderán”, dijo García.

Los conceptos de García fueron transformados en 250 exhibiciones hechas por artistas locales, en consulta con científicos. La fusión de arte y ciencia vino con su propia dinámica única.

“Yo siempre dije a los artistas que hacían las exhibiciones, ‘tienes que ser correcto antes de que puedas ser hermoso’”.

El resultado es un museo vivo, interactivo con toques del humor de García. Los señalamientos regularmente se muestran alrededor del interior de las dos plantas del museo. Algunos recuerdan a los visitantes leer los señalamientos: “Leer es lo que hace a los humanos únicos. Por favor ayúdanos a probar esto cada día”, dice uno de ellos.

Los guías del museo cargado de sonidos han sido renombrados como Mind Movers (Motores de la mente); “los geeks más geniales en la ciudad”, dice García, cuyo trabajo es explicar exhibiciones como la de los homínidos y responder preguntas del público.

“Lo que me sorprendió fue la sorpresa del público sobre que la evolución hace sentido”, dijo García.

“Cuando nuestros Motores de la mente cuentan a los visitantes la evolución lo entienden y dirán, ‘¿eso es todo?’. Es un gran reto, pero no es que nuestra gente no lo esté aceptando”.

Recaudar dinero para un nuevo museo de ciencia brillante en un país donde más del 30% de la población vive bajo la línea de pobreza fue otro reto. Sin financiamiento del gobierno, la operación sin fines de lucro enlistó el apoyo de fundaciones y respaldos de negocios para recaudar 1,000 millones de pesos filipinos (23,500 millones de dólares) para el costo del proyecto.

“Éramos tan nuevos en eso de recaudar fondos y no nos dimos cuenta de que estábamos pidiendo cantidades tan grandes”, dijo Manny Blas, el director del Museo Mind.

Juntos, Blas y García formaron la pareja extraña de la ciencia popular; “yo hago el dinero, ella lo gasta”, bromea el lacónico Blas, y mientras García ha dedicado su vida a la ciencia, Blas es tan bueno en los evangelios como en su vida corporativa. Tiene una maestría en teología y fue el presidente en el sudeste asiático de la empresa de comida estadounidense Sara Lee para el sudeste de Asia hasta el año 2000.

Comparado con García, tiene un punto de vista más caritativo de la enseñanza de la ciencia en Filipinas pero se da cuenta de que se necesita hacer más para inspirar al próximo Faraday (científico británico reconocido) filipino.

“(Los estudiantes filipinos) no obtienen altos puntajes en ciencias, somos uno de los más bajos internacionalmente, y aunque no pensamos que un museo de ciencias podrá resolver el problema, creemos que es un paso en la dirección correcta (..) Queremos causar un impacto y mostrar que la ciencia no es algo que debe amenazarte, sino emocionarte y con suerte inspirar a los filipinos a aceptar la ciencia, ingeniería, tecnología y ser un inventor en el futuro”.

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