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Facebook, ¿pudo evitar salir a Bolsa?

La red social no estaba obligada a cotizar en el mercado, pese a la ley de la Comisión de Bolsa; las promesas de pago con acciones a sus empleados precipitaron su deslucida OPI.
vie 31 agosto 2012 01:48 PM
Ejecutivos de Facebook argumentaron que debían ir a Bolsa por una norma de la SEC relativa al número de accionistas en una empresa.  (Foto: AP)
facebook (Foto: AP)

Vivimos en un mundo extraño cuando un evento de financiación que recaudó 16,000 millones de dólares para una joven empresa es tildado como un fracaso. Es aún más extraño cuando las lenguas comentan que el joven CEO de la misma compañía, Mark Zuckerberg, debería ser despedido debido a la pésima recepción que tuvo la compañía en los mercados públicos y a su total indiferencia por el público inversionista.

Lo más curioso, sin embargo, es que Facebook no estaba obligada a salir a Bolsa en absoluto. Una y otra vez, los altos ejecutivos de Facebook se lamentaron de que estaban siendo "obligados" a cotizar a causa de una vetusta normativa de la Comisión de Bolsa y Valores de Estados Unidos (SEC) relativa al número de accionistas de una empresa. Debido a que muchos de los empleados de Facebook son accionistas, Facebook tenía que convertirse en una empresa que cotizara en Bolsa. Y así, la empresa fue arrastrada -pataleando y protestando- hacia el mundo de la ley Sarbanes-Oxley, el repique de la campana del Nasdaq y otros males.

Lástima que la historia no es cierta. Hay dos pequeños problemas con esa narrativa. En primer lugar, la flamante Ley para emprendedores JOBS Act, que elevó el tope del número de accionistas -de 500 a 2,000- para que fuera más fácil para las empresas pequeñas y en crecimiento el evitar la regulación de la SEC, eximía a Facebook del cumplimiento de esa norma. Más aún, la ley nunca dijo que Facebook tenía que salir a Bolsa. La ley dijo que Facebook tenía que revelar sus resultados financieros ante la SEC. Hay una gran diferencia. Cargill y otras grandes empresas cuyos títulos no cotizan en los mercados públicos presentan sus resultados ante la SEC, pero siguen fuera del parqué bursátil.

Bueno, se podría contestar, si vas a revelar todos tus secretos financieros ya que más te da listarte en la Bolsa. Estoy de acuerdo. Pero no es así como la tropa Facebook formuló su argumento. La compañía estaba siendo coaccionada a esta horrible situación que colocaría  miles de millones de dólares en sus arcas -y, sobre todo, en los bolsillos de sus inversionistas y empleados -y oh, por cierto, se vería obligada a soportar el constante gimoteo de los fondos de inversión y otros inversionistas ordinarios. Pero de hecho, Facebook pudo haberse limitado a divulgar sus estados financieros, permitiendo que las acciones se negociaran en los mercados secundarios (donde se mueven los títulos de las compañías que no cotizan en Bolsa), y sortear todo el trámite sin tener que responder a los nuevos accionistas que tan claramente desdeña.

Por supuesto, siempre hubo otro motivo. Facebook había prometido implícitamente a sus propios empleados que la compañía debutaría en Bolsa para que éstos pudieran cobrar los incentivos en acciones que se les otorgaron como parte de su remuneración. Luego de varios años, Facebook dejó de conceder las típicas opciones sobre acciones (stock options), ya que cada titular de una opción era considerado un accionista, inflando así el número de accionistas que, de superarse, activaría las regulaciones de la SEC. En su lugar, concedió unidades de acciones restringidas (restricted stock units o RSU), que no eran consideradas como acciones ordinarias y sólo podían canjearse en los mercados públicos. (Facebook pudo haber estructurado sus RSU de forma diferente, pero no lo hizo así; de haberlo hecho la compañía hubiera retrasado su OPI por varios años.)

En Silicon Valley no es suficiente que los empleados estén bien pagados por los frutos de su labor. Si el "riesgo" que toman al "invertir" su tiempo no vale la pena, abandonan el barco. Así se le llama a la lealtad en la industria tecnológica. Los empleados dicen (léase: gimotean, racionalizan) que necesitan "diversificar" sus inversiones, pero eso es una tontería. Facebook pudo haber encontrado fácilmente una forma de recompensar a sus empleados. La firma de gestión de activos Pimco recientemente elaboró un acuerdo con SecondMarket para que realizara de forma regular subastas privadas de acciones de la compañía. Pero este tipo de esquemas de "acciones fantasma" (shadow equity) son por definición lentos y graduales. Y definitivamente permiten la diversificación. Pero los trabajadores de la industria tecnológica quieren su fortuna, ¡y la quieren ya, demonios!

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Así que en lugar de permanecer sin cotizar (la opción que Facebook juró que prefería), la red social salió en busca de la mayor cantidad de dinero que podía recaudar. Hoy, sus acciones valen la mitad de su precio de OPI y amenazan con descender más toda vez que los empleados se preparan para vender todo lo que puedan, siguiendo el ejemplo de uno de los propios directivos de la compañía, Peter Thiel. Es una situación lamentable cuando la cola mueve al perro, como sucede ahora, cuando las cuestiones de retribuciones y gobernanza corporativa dominan la discusión. Facebook tiene un negocio atractivo, y un valor de mercado de más de 40,000 mdd... pero nadie quiere hablar de eso, resulta aburrido.

Adam Lashinsky escribió por primera vez sobre Facebook hace siete años, cuando discutió la valoración de la compañía, además de otros temas esotéricos, con Mark Zuckerberg.

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