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El invento de un músico hace posible componer sinfonías con los ojos

Eduardo Miranda compuso una interfaz cerebro-computadora para dar 'una voz' a los pacientes con parálisis
mar 23 diciembre 2014 06:29 PM

Desde que el músico Eduardo Miranda conoció a un paciente que padecía el síndrome de enclaustramiento hace 11 años, se ha establecido como misión crear una forma para que las personas con parálisis compongan música.

Su último invento es la interfaz musical cerebro-computadora (BCMI, por sus siglas en inglés) que les permite a las personas crear música usando solo sus ojos.

¿Cómo funciona?  

Al conectar los electrodos a la parte de atrás de la cabeza, el sistema puede decir hacia dónde diriges tu vista por medio del monitoreo de la actividad cerebral.  En la pantalla aparecen íconos parpadeantes que representan diferentes fragmentos de música y puedes hacer una selección con solo mirar fijamente uno de ellos.

En tiempo real, un músico toca una partitura generada a partir de las selecciones del usuario.

"Nuestro cerebro produce electricidad todo el tiempo", dice Miranda, director del Centro Interdisciplinario de Investigación Informática Musical de la Universidad de Plymouth.

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"Estas son señales eléctricas muy débiles pero podemos amplificarlas y analizarlas. Digamos que tienes dos íconos en la pantalla de la computadora: uno parpadea a 10 hertz y el otro parpadea a 15 hertz.  Si nos fijamos en el que parpadea a 15 hertz, podemos detectarlo".

"Podemos detectar hasta ocho frecuencias diferentes en ese momento", explica Eduardo Miranda, quien recibe el apoyo de un equipo de estudiantes de doctorado y asistentes de investigación en su laboratorio.

"Mi última composición es para un cuarteto de cuerdas. Es una interacción entre ocho personas; cuatro de ellas generan música y las otras cuatro tocan la música como ha sido generada".

"La partitura para el cuarteto es un monitor de computadora en lugar de una hoja de música; por ello, los músicos tienen que ser muy hábiles e interpretar la pieza como ha sido generanda".

Motivación  

Al hablar de su inspiración por el proyecto, Miranda dice: "Quería crear algo para que las personas con discapacidades severas compusieran música. Me impactó un encuentro que tuve una vez con un hombre que había sufrido un derrame cerebral y estaba paralizado por completo desde el cuello hacia abajo".

"Eso tuvo un profundo impacto en mí y como músico pensé: ¿de qué manera podría proporcionar una voz para él?; fue allí donde inició esta investigación".

Y añade: "Hace unos años, probé un prototipo con un paciente paralizado en un hospital de Londres y pudo reproducir música al ver estos íconos. Las enfermeras y cuidadores que estaban allí me dijeron que una de las cosas que estos pacientes realmente echan de menos es la interacción con otras personas, no con las máquinas. Así fue como se creó este sistema".

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Financiamiento  

Han pasado 11 años desde que Miranda comenzó su laboratorio con el apoyo financiero de la Universidad de Plymouth; además, obtuvo fondos a lo largo de los años. También ha logrado obtener fondos de organizaciones de ingeniería, tales como el Consejo de Investigación de Ciencias Físicas e Ingeniería del Reino Unido.

"Fue muy difícil al principio convencer a la gente de que esta investigación podría funcionar y producir algo útil. Para empezar, parecía ciencia ficción y la gente no creía en eso. Pero cuando empecé a producir resultados, documentos y revistas científicas, fue más fácil poner los argumentos en papel".

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Planes futuros  

Miranda ahora está trabajando para hacer que el sistema sea más sólido y fácil de usar. Pero podría pasar un tiempo antes de que su tecnología llegue a las tiendas, en particular porque cuesta aproximadamente 15,600 dólares (unos 230,500 pesos).

"No creo que pueda vender el BCMI, ya que el problema es que el hardware es muy caro... todos los electrodos que necesitas los tenemos que comprar nosotros mismos", dijo.  "Me sentiría muy feliz si pudiera regalarles el software a las personas que realmente lo necesitan, siempre y cuando puedan comprar el hardware".

"Hemos visto empresas que venden equipos a una décima parte del precio de nuestro equipo y prometen muchas cosas, pero cuando realmente los pruebas no se comparan al nuestro".

"Va a pasar mucho tiempo antes de que se reduzca el precio", dijo.

Pero probablemente pronto podrás probar el software en la "cabina cerebral" de tu localidad.

"Estamos trabajando en un proyecto, el cual permitirá que el público utilice el sistema en 'cabinas cerebrales' y posteriormente descargue desde el Internet la música creada", agregó.

"No necesitas talento musical para usar el sistema, pero mientras más entiendes de música, más fácil te será —si entiendes, por ejemplo, que las negras son más rápidas que las semicorcheas tendrás una idea de lo que estás seleccionando— después de 10 segundos escuchas el fragmento de música que seleccionaste interpretado por un cuarteto de cuerdas, así que aprendes rápido".

Julie Tugwell, de Queen Elizabeth's Foundation for Disabled People, quien participó en un proyecto similar, piensa que la tecnología podría tener aplicaciones más amplias.

"Fue increíble descubrir cómo la tecnología puede ayudar a darle rienda suelta a la creatividad de las personas que podrían tener dificultades para expresarse a través de los métodos tradicionales".

"También esperamos que en un futuro cercano podamos ver cómo la tecnología de ondas cerebrales puede controlar otros tipos de equipos como sillas de ruedas o computadoras", expresó.

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