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Excremento de mamut afecta el ambiente

El calentamiento global derrite el hielo subterráneo y eleva lodo con desechos prehistóricos; al salir a la superficie estas capas de materia orgánica animal ocasionarán gases de invernader
dom 07 octubre 2007 10:09 AM

Sergei Zimov se agacha, recoge un poco de barro no muy sólido y se lo acerca a la nariz.

"Huele a excremento de mamut", comenta.

Este no es simplemente otro síntoma del calentamiento global.

Durante milenios, capas de excremento animal y demás materia orgánica de las criaturas que solían deambular por la tundra del Ártico han quedado selladas dentro de la capa subterránea de hielo congelado.

El calentamiento global ahora está derritiendo el hielo subterráneo y elevando este lodo desde una animación suspendida.

Pero Zimov, un científico que desde hace casi 30 años estudia el cambio climático en el Ártico ruso, cree que a medida que esta materia orgánica quede expuesta al aire acelerará el calentamiento global más rápido incluso que algunos de los pronósticos más pesimistas.

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"Esto dará lugar a un tipo de calentamiento global que será imposible de detener", afirmó.

Cuando la materia orgánica dejada por mamuts y otros seres vivos quede expuesta al aire a raíz del derretimiento del hielo subterráneo, los microbios que han estado inactivos durante miles de años volverán a la actividad, según la teoría del científico ruso.

Como derivado, éstos liberan dióxido de carbono y -lo que resulta más nocivo en cuanto a su impacto sobre el clima- gas metano.

Según Zimov, los microbios empezarán a liberar estos gases en enormes cantidades.

En Yakutia, una región en la esquina noreste de Siberia, el cordón de hielo subterráneo que contiene el suelo de la época de los mamuts cubre un área aproximadamente del tamaño de Francia y Alemania juntas. Hay incluso más de él en otras partes de Siberia.

"Los depósitos de materia orgánica en estos suelos son tan gigantescos que hacen que las reservas mundiales de petróleo luzcan pequeñas", dijo Zimov.

Las estadísticas del Gobierno de Estados Unidos muestran que la humanidad libera 7,000 millones de toneladas de carbono al año.

"Las zonas de permafrost contienen 500,000 millones de toneladas de carbono, que rápidamente pueden convertirse en gases invernadero", afirmó el científico.

"Si no se detiene la emisión de gases invernadero hacia la atmósfera... el Protocolo de Kioto (un pacto internacional que apunta a reducir las emisiones de gases invernadero) parecerá un balbuceo de niños", añadió.

Emisiones de metano

Podría ser fácil desestimar a este hombre de 52 años, con su barba y su mata de pelo ondulado, por parecer un maniático alarmista. Pero su teoría está captando la atención de la comunidad científica.

"Hay bastante de cierto en ella", dijo Julian Murton, miembro de la Asociación Internacional Permafrost.

"Los niveles de metano y dióxido de carbono aumentarán como resultado de la degradación del permafrost", agregó.

Según un informe de Naciones Unidas divulgado en junio, todavía no existen signos de un derretimiento generalizado del permafrost que pudieran avivar el calentamiento global, pero el estudio enfatizó el riesgo potencial.

"El permafrost almacena mucho carbono, y se estima que las capas superiores del hielo subterráneo contienen más carbono orgánico que lo que actualmente hay en la atmósfera", dice el informe.

Grietas en las paredes

Zimov es el director de investigaciones de la estación Científica del Noroeste de la Academia Rusa de Ciencias, a tres vuelos y ocho husos horarios de Moscú.

En Duvanny Yar, sobre las costas del río Kolyma, el fenómeno que Zimov describe en conferencias científicas puede verse de primera mano.

Esta empinada orilla de río, sostenida hasta ahora por el permafrost, está colapsando a medida que el hielo se derrite. Cada pocos minutos puede escucharse un ruido sordo cuando se desploma un trozo de suelo y hielo subterráneo, o cuando una parte cae al río.

Cerca del lugar, Zimov señala una zona hasta el momento sin verse afectada por el derretimiento -un bosque de alerces con fresas y hongos cubierto de un suave colchón de musgo y liquen.

Sin embargo, cuesta abajo el paisaje está cubierto de árboles caídos por la desintegración del suelo.

Otros lugares que hace 5 o 10 años no eran más que una tundra vacía ahora están salpicados por lagos, una consecuencia del derretimiento de los hielos subterráneos.

Estos lagos rebosan de metano, un gas invernadero 20 veces más potente que el dióxido de carbono.

El derretimiento afecta a los inusuales lugares donde los humanos se han instalado. En Chersky, una ciudad de 3,000 habitantes, los edificios de departamentos tienen fisuras que atraviesan sus paredes porque la tierra debajo de ellos sucumbe. Muchos han sido demolidos por ser inseguros.

Tan pocas personas viven o visitan este aislado lugar que es poco probable que el cambiante paisaje preocupe al resto del mundo.

Pero Zimov advierte que todas las personas deberían tomar nota de lo que sucede, porque en unos pocos años las repercusiones del derretimiento del permafrost en Siberia tendrán un impacto directo sobre sus vidas.

"El paisaje de Siberia está cambiando", aseguró. "Pero al final los problemas locales del norte inevitablemente se convertirán en los problemas del sur de Rusia, de la región del Amazonas o de Holanda", agregó.

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