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Al Gore irrumpe en Silicon Valley

El político y activista se asocia con John Doerr para transformar la industria energética; más de 600 mdd serán invertidos en tecnologías enfocadas a reducir las emisiones de dióxido.
mar 13 noviembre 2007 06:00 AM
Gore resolvió unirse a su antiguo amigo John Doerr como soci

Al Gore, político, activista medioambiental y premio Nobel, ha decidido añadir otro título a su currículum: inversionista de riesgo. Gore resolvió unirse a su antiguo amigo John Doerr como socio de Kleiner Perkins Caufield & Byers, una prestigiosa firma de capital de riesgo de Silicon Valley. 

Su participación va más allá de la que asumió Collin Powell (ex secretario de Estado de EU) hace dos años, cuando aceptó el cargo de “socio limitado estratégico” de la compañía Kleiner. Gore se une a la firma cuando ésta se aventura en rubros diferentes a las tecnologías de la información y explora el terreno competitivo de las “tecnologías limpias.”

De acuerdo a Doerr, para el 2009 más de una tercera parte del fondo de la empresa, recaudado en el 2006 y que asciende a 600 millones de dólares (mdd), será invertido en tecnologías enfocadas a reducir las emisiones de dióxido de carbono. Kleiner ya ha invertido más de 270 mdd en 26 compañías dedicadas a actividades tan diversas que van desde microbios que limpian pozos petroleros hasta autos eléctricos.

Doerr (quien cuenta entre sus triunfos haber invertido en Netscape, Amazon y Google) se sumará a su vez a la junta consultiva de Generation Investment Management, la empresa que Al Gore inició hace tres años en Londres junto con David Blood, antiguo presidente de Goldman Sachs Asset Management. Estos tres mosqueteros analizarán en invertirán en empresas sostenibles que coticen en la Bolsa.

Las dos empresas, Generation y Kleiner, están ya intercambiando información. Generation descubrió una pequeña compañía que comercia carbón y Kleiner la estudia; a su vez, Kleiner ha compartido información sobre ciertas empresas que pueden amenazar a las incluidas en la cartera de Generation. A largo plazo, quieren unir sus fuerzas para algo mucho mayor, “algo más grande y más rápido que la Revolución Industrial” en palabras de Gore. 

Sostienen que para detener el calentamiento global se requiere una reforma en la industria energética que mueve 6 billones de dólares: plantas de carbón, estaciones de gas, motores de combustión interna, industrias petroquímicas, el plástico y el agua embotellada, todo ello tendrá que dejar paso a tecnologías sostenibles, verdes y limpias. “Tendremos que realizar una combinación del proyecto Manhattan, el proyecto Apollo y el Plan Marshall, a una escala global. Decir que lo haremos solos es prometer mucho, pero intentamos hacer nuestra parte” explica Gore.  

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Hay buenas razones para tomar en serio estas declaraciones. Gore ha demostrado sus habilidades en el uso de los medios de comunicación para influir en la opinión pública (calcula que ha presentado mil veces su conferencia sobre calentamiento global y su documental le ganó un Oscar). Mientras Doerr ha dejado claro su talento en desarrollar capital de riesgo para crear o destruir industrias enteras. Juntos, podrían atraer atención y dinero a las empresas que intentan reducir nuestra dependencia en los combustibles fósiles.

Ante la pregunta sobre su entrada a las finanzas, Gore explica por qué son compatibles su activismo y sus motivaciones económicas: “Queremos llamar la atención de todo inventor, empresario y generador de ideas a nivel micro y macro, a nivel global para crear con esta alianza un centro de referencia para identificar y seleccionar las ideas más prometedoras que ayuden a resolver la crisis climática” declara sin apenas respirar. Y agrega: “Creemos que los mercados deben jugar un papel importante.”

A veces, la agenda de Gore parece casi presidencial. Además de su función en las empresas Kleiner, Generation y Current, es consejero de Google y director de Apple. También fundó una organización en Palo Alto llamada Alianza para la Protección del Clima. Viaja constantemente a Europa para hablar del medioambiente, sin tregua. Siempre lo persigue la pregunta en torno a la Casa Blanca ¿contenderá por la presidencia? Su respuesta es no, aunque, como cualquier buen político, deja la puerta abierta.

Si Gore es el estadista del grupo, Doerr es el vendedor. Famoso por su energía, se especializa en transmitir pasión por lo que cree: primero las PC, luego Internet, y ahora el medioambiente. John Blood es el más joven del trío, pero está acostumbrado a manejar mucho dinero, en su anterior empresa Goldman, su gestión de activos alcanzó los 325,000 mdd.

Cuando Gore le planteó a Doerr la unión de Kleiner con Generation, Doerr creyó que valía la pena. Los requerimientos de capital necesarios para nuevas empresas de Tecnología de la Información eran más accesibles y había más competencia, así que era el momento adecuado para explorar ese nuevo terreno. Se organizó entonces una reunión con 50 líderes medioambientales, para que los socios pudieran conversar con ellos.

La cita fue en el 2006 en San Francisco y asistieron personas de la talla de R.K. Pachauri (presidente del Panel Intergubernamental del Cambio Climático de la ONU) y Jose Goldemberg (científico brasileño que encabeza el impulso hacia el etanol de azúcar de caña).

El viraje que dio Kleiner preocupó a algunos, que temían que las iniciativas “verdes” distrajeran la atención de la empresa de su objetivo histórico, la Tecnología de la Información. Pero no había vuelta atrás, en febrero del 2006 Kleiner anunció que destinaría 100 mdd de los 600 mdd de su fondo a inversiones en tecnologías limpias. Siete meses después el monto subió a 200 mdd.

El negocio de las tecnologías “verdes” no es un negocio sencillo, Gore y Doerr lo saben. El criterio para medir a los capitalistas de riesgo es únicamente el retorno de inversión. Así que a la pregunta de cómo medirán el éxito de una iniciativa “verde”, Doerr propone cinco aspectos: “la empresa que construyamos, la calidad de las empresas que ayudemos a crecer, la calidad de los socios que consigamos, el retorno de inversión y, desde luego, la cantidad de dióxido de carbono que le ahorremos a la atmósfera.”  

Encontrar el balance entre estos factores es también el reto que Gore enfrenta. En una reunión que Kleiner sostuvo con Ausra, una empresa de energía solar, uno de los ejecutivos se jactó de que las plantas construidas por Ausra darían al traste con las soluciones nucleares, geotermales, fotovoltaicas o de carbón limpio. Gore lo interrumpió con un gesto alarmado: “Deberías saber que todas estas tecnologías jugarán su papel. Detesto que tu estrategia sea asesinar a la competencia.”

Esa afirmación es un recordatorio de los planes de Gore y sus socios. Después de todo, hacer dinero ha sido siempre lo más importante en Silicon Valley. Aunque estos capitalistas intenten salvar, al mismo tiempo, el planeta.

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