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La logia del juego desaira a la consola

En la búsqueda de velocidad y potencia, los verdaderos gamers apuestan por una PC; la ‘bestia negra’ de las computadoras, Nautilus, vale cada peso de los 65,000 que llega a costa
sáb 10 mayo 2008 06:00 AM
Un líquido especial permite que la Nautilus no se sobrecalie

Los verdaderos jugadores buscan velocidad y potencia, algo que sólo una PC les puede dar.

Hay un submundo en el que la PC es un objeto de culto. En un mercado donde se imponen la velocidad y la potencia, los fanáticos dedican tiempo y dinero para tener una computadora efectiva, más que vistosa y apantallante.

Es un nicho de mercado enorme y creciente en el que todo gira alrededor de una premisa: el máximo rendimiento al menor costo. La finalidad es poseer una PC capaz de ofrecer una experiencia de videojuegos única y realista y tener siempre la posibilidad de mejorarla.

¿Cómo hacerla más eficiente, más potente, más llamativa? Este segmento no es de nerds, sino de administradores, abogados, diseñadores, ingenieros y hasta periodistas.

En este escenario entra en acción Nautilus. La que muchos llaman ‘la bestia negra’ de las computadoras que, para juegos, es grande, pesada y espectacular. Tan sólo su procesador (CPU), que asemeja a la forma de un caracol, cuesta más de 6,500 pesos. Un panel transparente deja ver un universo líquido que envuelve delicados componentes electrónicos. Nautilus es tan veloz que requiere una sustancia especial (similar al anticongelante de los automóviles) para mantenerse estable.

Sin otro fin que cautivar el ojo, varias luces de neón adornan la máquina, que en un cuarto oscuro hace parecer a una PC convencional como un artefacto antiguo, desactualizado y aburrido. Este tipo de diversión cuesta, y bastante. Un modelo completo de Nautilus vale unos 65,000 pesos.

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“Son los Ferrari de las PC”, afirma Michael Lasen, director general de Nvidia México, una firma de componentes electrónicos que abandera la causa gamer.

Hasta hace menos de un año –al menos en México–, esta pasión era más complicada y cara que en otros países. Reunir los componentes necesarios para armar una PC de este tipo era casi imposible y carísimo.

Cuando se plantea esto a Lasen, la primera reacción, honesta, es sonreír pero no como una burla, sino porque puede hablar de su pasión.

“Después de platicar con varios expertos de la industria de videojuegos, me queda claro que México es un país ‘consolero’”, afirma, en tono descriptivo, no despectivo. Según MéxicoWatch, aquí el mercado es de casi 800 millones de dólares, y de esa cifra más de tres cuartas partes corresponden a las consolas. Para el común de las personas, los gráficos que traen las consolas de nueva generación son realistas, espectaculares y sorprendentes.

Lo real cuesta

Para Lasen, que trabaja en una de las empresas más importantes de procesamiento de gráficos del mundo, no hay comparación entre las gráficas que puede ofrecer la mejor consola del mercado y una PC construida para jugar. La consola es fácil de usar y es un buen medio de entretenimiento.

Pero si lo que se busca es jugar con realismo, entonces la respuesta no se encuentra ahí. “Las cosas que son más fáciles, al menos en esta industria, tienden a tener un nivel tecnológico bajo; son productos limitados”, advierte.

Las consolas son productos diseñados para durar unos 10 años, se arman con componentes que no se actualizan y que al salir al mercado son casi obsoletos, en comparación con una PC. Prácticamente, las únicas mejoras provienen de actualizaciones al software.

Las consolas ofrecían algo que las PC de videojuegos no tenían: precios accesibles. Pero con la llegada de las consolas de nueva generación, que en algunos casos llegan hasta los 800 dólares, inesperadamente se abrió una puerta para que las PC compitieran.

En la oferta de las computadoras se tocan dos extremos. Uno consiste en la posibilidad de instalar una tarjeta de video adecuada –desde 300 pesos– en una PC cualquiera para convertirla en una máquina apta para jugar la mayoría de los videojuegos. En el otro están los monstruos como Nautilus, que es sólo para aficionados con un amplio presupuesto y que desean ver el máximo nivel de detalle en la pantalla.

“Nautilus es como una bestia, da miedo enfrentarse. La experiencia de juego inyecta adrenalina, por el simple hecho de jugar con ese animal”, relata Gabriel Saucedo, un aficionado de Ciudad Satélite.

En medio existe un amplio nicho, que busca el mayor rendimiento y el menor costo por una herramienta que, además de servir como videojuego, también sea útil y productiva para el estudio o el trabajo.

Lasen detectó que en México había una grave carencia de conocimiento técnico sobre PC de alto rendimiento para videojuegos. De hecho, acepta que los mismos fabricantes no tenían mucha idea al respecto, además de que no había productos disponibles ni a precios razonables. La consecuencia es que existían muchos clientes insatisfechos.

¿Qué pasaba si alguien quería una PC armada con los mejores componentes para sacar el mayor rendimiento posible?

La respuesta de Lasen fue crear el Mexico Gaming PC Project, un programa en el que, además de Nvidia, participan fabricantes de hardware y editores de videojuegos con la idea de garantizar un canal de distribución certificado.

Esta alianza ofrece algún componente específico fundamental para crear una buena experiencia de videojuego. Nvidia aporta las tarjetas de video para el procesamiento de gráficos; Kingston, las memorias; Western Digital, discos duros; Electronic Arts desarrolla títulos de videojuegos y BenQ aporta pantallas LCD.

Lasen explica que con menos de 10,000 pesos se puede fabricar una PC 10 veces más veloz que las consolas y con gráficos 100 veces mejores. Lo increíble es que, a diferencia de la tradicional PC de escritorio, para prenderse y apagarse tarda entre 10 o 20 segundos y no minutos.

Un problema es que el manejo de este equipo requiere de distribuidores capacitados para ‘armar’ las PC y dejarlas en condición de que el usuario saque el máximo rendimiento. “Es como afinar un auto normal para convertirlo en uno de carreras”, dice Saucedo.

Esto se logra con una técnica conocida como overclocking, que consiste en aumentar por encima de las especificaciones de fábrica la velocidad a la que funcionan componentes como la tarjeta de video, el CPU, la memoria, etcétera.

Así, se puede hacer que un CPU de dos gigahertz, común en equipos actuales, corra a cuatro gigahertz, es decir, 100% más rendimiento del producto sin pagar más.

A los distribuidores interesados en el proyecto se les capacita en estas técnicas para que sepan “cómo hacer que un CPU de 150 dólares corra como uno de 500 dólares. Lo mismo con la memoria y con todos los demás componentes”, explica Lasen, quien remarca la importancia de saber hasta dónde se puede elevar el rendimiento de un dispositivo sin comprometer la seguridad y el buen funcionamiento de los componentes para que la PC funcione de una manera transparente para el usuario.

Velocidad, antes que nada

¿Qué tan rápida puede ser una computadora de éstas? Depende del presupuesto, pero a partir de 8,000 pesos se puede tener una máquina –sin pantalla– muy aceptable y con 12,000 pesos ya se puede aspirar a un dispositivo muy interesante.

Mexico Gaming PC Project ya tiene 50 distribuidores capacitados y certificados en el país que saben cómo armar equipos tipo Nautilus. Es decir, se pone en marcha la maquinaria que resolverá la escasa oferta para un público que hasta ahora había permanecido en un nicho reducido.

El siguiente paso, comenta Lasen, es llevar a cabo un evento –que se celebrará en breve– en el que videojugadores de todo el país puedan llegar con su PC, conectarse a una red local y jugar con otras personas que comparten la misma pasión.

Gaming PC (www.mgpc.com.mx) es un proyecto que, naturalmente, busca crear negocio, pero que también está sacando a la luz un movimiento cultural que hasta ahora operaba en el anonimato. En www.hardwaremx.com se encuentra la comunidad de seguidores de PC para videojuego, donde personas con deseos de involucrarse pueden interactuar con gente que comparte dicho interés, que incluso dan orientación si es que alguien desea hacer su propia máquina.

Mejor aún, el proyecto pretende abrir la posibilidad para que las personas que no tienen otro interés que poseer un ‘maquinón’ en el que puedan jugar, encomienden, sin complicaciones, la tarea a un experto. Cada persona decide cuánto tiempo y dinero invierten en él.

Al final siempre hay un Ferrari al cual aspirar.

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