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Los villanos de la era moderna

Madoff, los ejecutivos de AIG y los directivos de GM y Chrysler son los malos de este siglo; las firmas de cómics enfrentan el reto de cambiar a Lex Luthor o al Guasón por hombres con traje.
sáb 04 abril 2009 06:07 AM
La primer historieta del super héroe data de 1938. (Foto: AP)
superman (Foto: AP)

"Mientras mejor es el villano, mejor es la película", dijo una vez Alfred Hitchcock. Y en la producción épica que es Estados Unidos, hemos seguido ese consejo desde que los primeros colonos tocaron tierra. Por cada héroe que produce la fábrica de historias norteamericanas, un poderoso nuevo villano sale inmediatamente de las líneas de ensamblaje.

En este país nos encantan los villanos, incluso cuando no son realmente malos. Personajes demoníacos nos ayudan a definir lo mejor de nosotros. Sólo basta mirar los libros de historia para tener una lista: Indios, cuáqueros, brujas, ingleses, el gobierno federal, los sureños y los norteños, los inmigrantes chinos en el siglo XIX, los alemanes, los judíos, los japoneses, los norcoreanos, los comunistas, los socialistas, los vietnamitas, los liberales, los conservadores, los homosexuales, las lesbianas y los musulmanes. El Imperio del Mal y el Eje del Mal.

Ahora, un nuevo grupo ha caído en desgracia social. ¿Bin Laden? No, fue dejado a un lado, al menos por el momento. ¿Saddam? Olvidado. En estos días de incertidumbre económica, justa o injustamente, los nuevos Mefistófeles de Estados Unidos tienen rostros como el de Bernie Maddoff, los ejecutivos de AIG y los presidentes de los tres gigantes automovilísticos.

Sólo vea la portada de la revista New York del dos de marzo, en la que una foto de Madoffd está retocada para hacerle parecer al Joker, el diabólico supervillano de las tiras de Batman. "Bernie Madoff, Monstruo", dice la portada. Y en octubre, cuando el entonces director ejecutivo de Lehman Bros., Ricahrd Fuld, compareció ante el Cogreso, inmediatamente el representante John Mica le dijo: "Por si usted no ha descubierto aún su papel, usted es hoy el villano". Lehman se declaró en bancarrota.

"Alguien tiene que ser llevado siempre a la línea de fuego. Es parte del proceso estadounidense", dijo Imad Hamad, que lo sabe por experiencia. Hamad es director regional del Comité Americano-Árabe Anti-discriminación y está basado en Dearborn, un poblado en las afueras de Detroit en el que los carteles en árabe están en todas partes y más del 30% de la población es de origen árabe.

Para algunos estadounidenses, musulmanes y mediorientales se convirtieron en el malo de la película luego de los ataques terroristas del 11 de septiembre del 2001, y la organización de Hamad y la comunidad aún siguen lidiando con esos efectos. Incluso con un nuevo presidente cuyo padre era musulmán, dice Hamad, los recelos continúan dificultando la vida de personas lastradas por los estereotipos del sentimiento anti musulmán.

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El acuñamiento de villanos, justificado o no, es una respuesta histórica de los seres humanos a las amenazas y el miedo. Cuando pasa algo terrible, es más fácil culpar a un grupo que a un proceso o a uno mismo. Pero en Estados Unidos, donde las narrativas grandiosas siempre dominan, el fenómeno parece especialmente pronunciado. Uno pensaría que una nación de inmigrantes se cuidaría mucho de convertir en villanos a los extraños, pero la historia muestra lo opuesto.

Aún así, hay algo diferente en esta nueva cepa de villanos. La mayoría de los moradores de la galería de villanos en la historia norteamericana fueron presentados como malos "ajenos" que representaban una amenaza al modo de vida americano. Ahora la cosa es más complicada. Estos tipos de las altas finanzas son el lado oscuro de los ideales norteamericanos que promueven el enriquecimiento, el éxito, la buena vida.

"Es más duro cuando nos toca tan cerca", dijo J. Dennis Murray, psicólogo comunitario para la Universidad de Mansfield, Pensilvania. "Es más difícil definir al 'otro'. Pero lo hacemos. Decimos que se trata de los tipos ricos de Wall Street o los magnates automovilísticos de Detroit que no piensan como nosotros".

Dan DiDio, que conoce de villanos, detecta este cambio. Como editor ejecutivo de DC Comics, DiDio supervisa un arsenal de héroes y villanos que destila los rasgos mejores y peores de los norteamericanos en una mitología que se desarrolla en las páginas de muchas de las historietas más populares del país

El villano más prominente de DC, Lex Luthor, archienemigo de Superman, se pasó cinco décadas como un científico loco sediento de poder, antes de ser reformulado en años recientes como un magnate industrial amoral con influencia política. Después de todo, a veces el lobo viene vestido de oveja, aunque sea de buen corte.

"Nosotros podemos crear personajes con vestuarios estrafalarios y poderes increíbles", dice DiDio, "pero cuando uno ve a alguien que tiene la capacidad de manejarse por encima de la ley, por encima del gobierno, y crear sus propias reglas, eso es algo que la gente reconoce. Porque la gente está frustrada con eso".

El obstáculo que los artistas y escritores de DC Comics encuentran a menudo en ese medio tan visual es el mismo que se ve en la también visual cultura estadounidense. Usualmente, dice DiDio, un personaje en traje y corbata no es un gran villano en un libro de historietas". Pero la economía está tan vapuleada actualmente, y tanta gente está afectada y recelosa de los poderosos, que el dolor difuso de números malos y bancos malos se vuelve fácil de personificar.

Todas esas constantes imágenes televisivas de testimonios congresionales y tipos como Madoff esposados y enviados a la cárcel alimentan el proceso de desprestigio, originando comentarios como éste hecho por Chris Forbes de Edgewood, Pensilvania, en una carta al diario Pittsburgh Post-Gazette acerca de los ejecutivos de AIG: "Esto tiene que ser el equivalente de traición terrorista. Ellos deberían recibir el tratamiento pre 2009 en los calabozos en Guantánamo".

La conexión no es sorprendente. Porque Estados Unidos fue construido sobre la noción del peligro. La mitología fundadora del país es básicamente de protección: proteger a las comunidades de colonos de los ataques de los indios, a los buenos cristianos de los disidentes religiosos y las brujas, a las colonias de los usurpadores británicos.

El problema es que no muchos de los ejemplos norteamericanos de actitudes villanas siguen siendo los enemigos en la actualidad. Y para algunos de ellos, incluso haber sido presentados como enemigos parece ridículo, si se les mira con la óptica del 2009.

"Usted ve esas olas cambiantes de villanos, de a ratos son villanos, de a ratos amigos. Nosotros podemos convencernos de cualquier cosa", dice Michael Barson, autor de "Red Scared: The Commie Menace in Propaganda and Popular Culture".

"Fuimos exhortados por una figura tan importante como el presidente Roosevelt a considerar a los rusos como nuestros aliados de combate durante la Segunda Guerra Mundial", dice Barson. "Stalin era el diablo. No, un momento. Ahora es el 'Tío José' Stalin. No, espera, ahora se ha anexado la mitad de Europa".

Al final, el problema con los villanos más recientes es que, en algunos casos, son representaciones distorsionadas, agrandadas, de los mismos problemas que enfrentamos en casa. Hemos abusado de nuestro crédito. Estamos comprando hipotecas que sabemos son convenientes en el mejor de los casos, o en el peor, inestables. Algunos de nosotros incluso evadimos impuestos. La diferencia entre nuestros villanos y nosotros es que, a veces, ellos fallaron a una escala mucho mayor.

"Usted no puede soñar que envía a Arnold Schwarzenegger a volarles en pedazos", dice Barson. "No puede usar cañones antitanques para acabar con un puñado de banqueros idiotas que le arruinaron las cosas a todo el mundo. Pero ellos son los villanos ahora. Ellos son quienes son odiados por todos cuando nos vamos a la cama y cuando nos levantamos al día siguiente".

Por supuesto, en algún momento surgirá una nueva camada de enemigos. Por ahora, estos son los demonios que hemos reclutado para que nos ayuden a copar con nuestros problemas. Ellos existen en algún lugar entre las caricaturas bidimensionales y la realidad de las cosas malas que hicieron, y nosotros les criticamos, y quizás, aprendemos algo.

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