Bonos cubanos se revalúan
"Prácticamente todo aquel que siga los eventos latinoamericanos coincide en que el final de Castro está cerca", afirmó Laurence W. Tuller en un manual de 1994 sobre inversiones de alto riesgo y alta rentabilidad.
En ese momento, los bonos del Gobierno cubano, en cesación de pagos, habían subido por las expectativas de un acuerdo que permitiría al país caribeño regresar a los mercados internacionales de capital.
Unos 15 años después, Fidel Castro aún sigue vigente, aunque en un retiro autoimpuesto, y los tenedores de estos bonos pre-Castro con un valor nominal cercano a los 200,000 millones de dólares siguen esperando.
El Gobierno cubano mantuvo buenos antecedentes, pero no ha pagado intereses y ha ignorado las fechas de cancelaciones desde la revolución hace medio siglo.
Pocos estadounidenses pueden recordar por qué su Gobierno ha sido tan duro con Cuba por tanto tiempo.
La mayoría de quienes lo recuerdan viven en Florida, un bastión electoral clave, y muchos lo arriesgaron todo para salir de Cuba. No quieren ver sus inversiones devaluadas por hordas de sus ex compatriotas tomando simplemente un vuelo de Delta Airlines desde La Habana.
La semana pasada, el presidente Barack Obama flexibilizó en algún grado algunas de las restricciones. Los estadounidenses pueden visitar Cuba ahora, pero sólo si tienen parientes en la isla.
Este gesto volvió a despertar las viejas esperanzas de los tenedores de bonos. Acuerdos previos sobre bonos soberanos en default tan tendido a pagar cerca de la mitad del total de los intereses más el capital, por lo que los compradores ven margen para un alza.
Exotix, un operador especializado en "mercados fronterizos", dice que el precio de un típico bono cubano ha subido desde cerca de 9 centavos de dólares a comienzos de este mes hasta 14 centavos el 23 de abril.
Pero hay que tener en cuenta que el diferencial es amplio, el mercado reducido y que mientras los acontecimientos se amontonan sobre el presidente Obama, él podría sentir que hay problemas más urgentes que arriesgar el enojo de los cubano-estadounidenses, que tienen un fuerte poder electoral.
