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4 mexicanos te cuentan cómo lograron estudiar y trabajar en Canadá

Aventurarse en el país del norte da muchas ventajas en el ámbito personal y profesional. Pero el proceso para irse no es tan “romántico” como parece, dicen mexicanos que ya están en Canadá.
vie 06 agosto 2021 04:02 PM
4 mexicanos te cuentan cómo lograron estudiar y trabajar en Canadá
La visa de estudiante se obtiene si fuiste aceptado en una escuela de nivel superior y compruebes un ahorro de 12,000 dólares canadienses, más 4,000 por persona adicional, para solventar por lo menos el primer año de estudios.

Para muchos mexicanos, el sueño americano está en Canadá. Pero para estudiar y trabajar en ese país no basta con subirse a un avión. Lograrlo implica invertir tiempo, dinero y esfuerzo, y también ser una persona dispuesta a asumir los retos que ello conlleva.

Existen varias alternativas para conseguir el visado, ya sea de estudiante o de trabajo. Para algunos la más fácil es a través de agencias de turismo educativo, otros prefieren confiar en una agencia de empleo, o bien, hacer todos los trámites por cuenta propia.

En cada caso influye mucho la posibilidad económica y el contexto particular de cada persona. Además, el estilo de vida y costo varía, según la provincia o ciudad canadiense que se elija.

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Por agencia de empleo internacional

Pablo Briceño siempre tuvo la idea de irse a Canadá. Cuando egresó como mecánico eléctrico en la Universidad de Colima, se mudó a Guanajuato para trabajar en el sector automotriz, con la firme idea de ahorrar, aplicar a un programa educativo y tramitar la visa de estudiante.

Al mismo tiempo comenzó a estudiar inglés, pues sabía que eso le abriría más fácil las puertas. Sin embargo, sus planes no salieron como esperaba. Los 12,000 pesos que ganaba al mes no le alcanzaban para pagar la escuela, mantenerse y ahorrar. Tampoco fue aceptado en ninguno de los programas a los que aplicó y, además, no sentía que estuviera avanzando en el aprendizaje del idioma.

“Las agencias educativas te bombardean con información muy bonita, y a veces hasta falsa. Uno de los obstáculos es que debes tener 12,000 dólares canadienses en una cuenta bancaria (alrededor de 191,400 pesos). Si eres una persona que vive al día, es difícil juntar ese dinero”, expresa.

Así que el joven de 26 años optó por tomar otro camino. Se puso a enviar su CV a diferentes bolsas de empleo, pero únicamente a las vacantes en Canadá. Con tal de irse, le perdió el miedo a trabajar de lo que fuera.

A los dos meses lo contactó Next, una agencia de empleo internacional, para ofrecerle un puesto como lavador de pipas, con la promesa de enviarlo a Ontario en 90 días. En trámites gastó 30,000 pesos, y el 1 de noviembre de 2019 se cumplió su sueño de pisar tierras canadienses.

Su jornada laboral es de lunes a viernes de 3 de la tarde a 11 de la noche, con descansos de 30 minutos. Gana 17 dólares canadienses por hora (unos 271 pesos mexicanos), es decir, que por día percibe 2,169 pesos, y alrededor de 10,846 pesos a la semana.

Tomó clases sabatinas de inglés con un profesor particular, y actualmente renta un departamento en 600 dólares canadienses al mes (unos 9,570 pesos), y en despensa gasta máximo 100 dólares a la semana (1,595 pesos). No se arrepiente de haber tomado el camino que realizó, hoy su meta es aprender francés y, ahora sí, estudiar un posgrado.

Canadá busca mexicanos para estudiar y trabajar

Patricia Malagón también confió en una agencia de empleo internacional. Es ingeniera en sistemas informáticos por el Instituto Politécnico Nacional (IPN) y, como mujer, ha sido testigo de que el sector tiene brechas de género en México. Aún así, no considera que le haya ido mal, pues trabajaba en la consultora Cognizant como desarrolladora de un proyecto para Grupo Bimbo, y ganaba en promedio 50,000 pesos al mes.

La primera vez que sintió ganas de trabajar en Canadá fue cuando, en la Alianza Francesa de la Ciudad de México, escuchó el testimonio de Sara Tapia, directora de Movilidad en la agencia de desarrollo económico Quebec International.

La mexicana contó que su éxito y desarrollo profesional lo encontró en Quebec, una provincia que alberga alrededor de 7,000 empresas de TI, de las cuales más de 100 son multinacionales, y al año contratan a más de 125,000 personas.

Una de ellas es la tecnológica Levio Conseils, que en ese momento estaba reclutando. Motivada por su compatriota, Malagón se acercó a la agencia para postularse, y en el último filtro los directivos de la compañía le dijeron que le darían el puesto de analista desarrolladora si incrementaba su nivel de francés.

Por recomendación de la empresa, se fue a Quebec en diciembre de 2019 para estudiar el idioma en la escuela Edu-Inter, y lo hizo con un ahorro de 80,000 pesos que le permitió tramitar su visa de estudiante y vivir allá de forma temporal. “En tres meses aprendí lo que no pude en tres años en México”, afirma.

Su curso concluyó el viernes 12 de marzo de 2020, y el lunes 15 de ese mes empezaría los trámites para su visa de trabajo y contratación, pero llegó el COVID-19 y tuvo que regresar, desempleada. Patricia obtuvo su permiso hasta enero de este año y comenzó a laborar en marzo. Para la joven, valió la pena la espera y hasta la incertidumbre, porque Canadá es un sueño que le permitió doblar su salario y darle una mejor calidad de vida a su familia.

En automático, su esposo recibió el permiso de trabajo y comenzó el proceso de ‘francización’, esto es, que toma clases de francés y recibe un apoyo económico por parte del gobierno canadiense, mientras que su hijo entró al cuarto año de primaria en una escuela anglófona, donde estudia inglés y francés al mismo tiempo.

“En México tenía horario de entrada, pero no de salida. Acá me regañan si trabajo de más. Le dan prioridad a la familia y al ámbito personal. Los deportes son bien vistos, la mayoría hace actividades recreativas como la lectura, y los supermercados cierran a las 5 de la tarde porque saben que la gente tiene una vida después del trabajo”, expresa.

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Por agencia de turismo educativo

Gabriela Guerra quería darles una experiencia internacional a sus dos hijos, pero el trabajo de su esposo los obligaba a estar en un sitio en específico. Tras divorciarse, en 2016, creyó que era el momento indicado y comenzó a buscar opciones para inscribirlos en algún programa educativo en Canadá.

Al igual que Pablo Briceño, ella se dio cuenta de que hay mucha información en Internet, y en ocasiones el bombardeo complica encontrar agencias de turismo educativo con experiencia comprobable y menos riesgo.

Guerra estudió Administración Industrial en el Tecnológico de Querétaro y una maestría en Educación. Cuando encontró a Class Education supo que podía revalidar sus estudios de licenciatura para poder estudiar en Canadá una maestría en Administración y Marketing, en solo dos años. A la vez, sus hijos obtenían la visa de estudiante para cursar de manera gratuita el high school, que corresponde a la educación media superior.

Tardó año y medio en prepararlo todo para poderse ir. Desde cumplir con compromisos previamente adquiridos, tramitar las visas, aplicar en la Acsenda School of Management, elegir la escuela para sus hijos, inscribirlos, vender sus cosas y juntar el dinero como requisito de la embajada (12,000 dólares canadienses más 4,000 por persona adicional, que en su caso fueron unos 399,000 pesos, más un extra para los gastos iniciales). Su casa se convirtió en ocho maletas para emprender el viaje.

Guerra sí recomienda recurrir a una agencia confiable, pues Class Education le orientó y le ayudó en todos los trámites y en darle opciones de alojamiento para que llegara con sus hijos. “Son cosas que siempre te dan un poco de miedo y tensión porque al final es otro país”, dice.

Los tres llegaron a Vancouver, una ciudad de la costa pacífica, el 11 de agosto de 2019. A los dos meses, ella encontró empleo como maestra de español, y trabajaba 20 horas a la semana, como lo establece la visa de estudiante para nivel superior. En promedio, gasta 4,000 dólares canadienses al mes (unos 63,800 pesos), y asegura que con su salario le alcanza para vivir, sin considerar tantos momentos de ocio.

“No todo es miel sobre hojuelas. Inevitablemente hay un choque cultural y una adaptación al clima y al entorno. Por ejemplo, acá los grupos de high school son de 1,500 estudiantes. Al principio fue difícil, pero sin duda Canadá es un país maravilloso de primer mundo, con muchas bondades, apoyos y seguridad para los migrantes”, detalla.

Si estudias una carrera o un posgrado de dos años en Canadá, el gobierno da la oportunidad de trabajar a tiempo completo por tres años más, y en ese inter, existe la posibilidad de tramitar la residencia permanente.

Actualmente, Guerra está tramitando su visa de trabajo para poder laborar 40 horas a la semana, en un programa para adultos mayores. Su objetivo es obtener la residencia para que sus hijos, si así lo desean, puedan hacer una vida en Vancouver.

“Si tienes unos ahorros, puedes empezar estudiando en Canadá. Parece imposible, pero yo ahora siendo madre soltera lo pude lograr. Es un paso a la vez. El país tiene 37 millones de habitantes y necesita inmigrantes para hacer crecer su economía porque la población nativa se está haciendo mayor”, menciona.

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Por cuenta propia

Andrea Ornelas es originaria de Guadalajara, y estudió Derecho en la Universidad Panamericana, en la Ciudad de México. Trabajó tres años en Grupo Mexlab, una empresa de distribución de productos en el ramo clínico, que pertenece a su familia.

Como abogada, se encargaba de todos los temas legales de la compañía, y empezó a involucrarse en otros departamentos para incrementar los productos del portafolio. Sin embargo, consideró que para apoyar más al negocio familiar necesitaba un MBA, en una escuela internacional.

Sus búsquedas en internet hicieron que el algoritmo de Google le arrojara la publicidad de la University Canada West (UCW). Sintió curiosidad y comenzó a investigar su plan de estudios y becas, incluso viajó un mes a Canadá para conocer físicamente el campus de Vancouver.

Ornelas se define como una persona escéptica, en cuanto a las agencias de turismo educativo. Por eso prefirió consultar a colegas expertos en migración, y por su cuenta buscó a la universidad, aplicó a la maestría de negocios, presentó su exámen médico e inició el trámite de visado, tan pronto recibió la carta de aceptación de la escuela. “Fue toda una travesía”, recuerda.

La joven de 29 años arribó a Vancouver el 28 de julio de 2019. Se considera afortunada porque sus papás la apoyaron económicamente, y no tuvo la necesidad de trabajar mientras estudiaba la maestría. Aunque seguía apoyando a la empresa familiar, a distancia.

Comenzó a vivir a las afueras de Downtown. Renta un departamento en 2,050 dólares canadienses al mes (unos 32,697 pesos), que cuenta con horno, microondas, refrigerador, lavadora y secadora e incluye el pago de agua y gas. Y en entretenimiento, luz, internet y despensa suele gastar hasta 3,000 dólares mensuales (alrededor de 47,850 pesos).

Andrea egresó del MBA en marzo de este año, y en mayo le ofrecieron un puesto como coordinadora de proyectos en el área de Investigación de la universidad. Actualmente, está trabajando de lunes a viernes de 9 de la mañana a 5 de la tarde, con un sueldo anual de 50,000 dólares canadienses, más prestaciones (al menos 797,500 pesos).

Gabriela de la O, directora asociada de la UCW para América Latina, celebra que Ornelas haya dado el salto de fe por su cuenta, sin embargo, aconseja a los mexicanos que quieran estudiar y trabajar en Canadá, que no duden en acercarse a los asesores educativos, pues con un mínimo error en el proceso les pueden negar la visa.

Además, las agencias con experiencia brindan seguridad y certeza, mientras acompañan a la persona en todo su proceso. De la O agrega que se anticipen seis meses o un año, no más porque cambian los montos de las colegiaturas y las reglas migratorias.

Entre las razones por las que una universidad no acepta a los aplicantes destaca un nivel de inglés menor a B2 o intermedio avanzado, antecedentes penales o migratorios, negación de la visa, falta de formación académica previa o de los ingresos comprobados ante la embajada canadiense.

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