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Los atletas paralímpicos demuestran que "la vida sigue siendo posible"

Deportistas y terapeutas sostienen que una discapacidad física no tiene por qué limitar las actividades de una persona
mié 17 marzo 2010 11:29 AM
Sin Pie de Foto
Paralimpicos Sin Pie de Foto

Desde que era niño, Jasmin Bambur soñó con ir a los Juegos Olímpicos. En la universidad, jugó balonmano a nivel competitivo y estuvo cerca de entrar al equipo nacional que lo habría llevado a la competencia.

Sin embargo, su vida tomó un camino inesperado una noche de invierno hace 10 años, cuando se quedó dormido al volante de su automóvil. Tras el accidente sufrió una lesión severa de la columna vertebral, que lo dejó parapléjico a los 20 años.

“Con este accidente, ese sueño quedó deshecho, y nunca pensé otra vez que podría llegar a los Olímpicos”, dijo Bambur, originario de Serbia.

Esta semana, Bambur se convirtió en el primer serbio en competir en los Juegos Paralímpicos de Invierno, un conjunto de competencias deportivas para atletas discapacitados que se llevan a cabo del 12 al 21 de marzo.

El acto celebrado en Vancouver, Columbia Británica, Canadá, incluye, ski, curling en silla de ruedas y hockey sobre hielo. Bambur compite para el equipo serbio de ski en varias carreras alpinas.

Observar los Paralímpicos en la televisión o en Internet muestra a las personas que adquieren alguna discapacidad que tienen el potencial de reactivarse en gran variedad de actividades recreativas, afirmó Dan Humphreys, especialista deportivo en el Centro Shepherd en Atlanta, Georgia, el hospital al que Bambur asistió para rehabilitarse de su lesión.

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Los Paralímpicos son “ejemplo de los logros atléticos para la gente con discapacidades físicas”, mencionó. “Lo que intento es hacerlos pensar en lo que es posible, no en lo que no lo es”.

Bambur recuerda haberse sentido deprimido durante sus primeros meses en el Centro Shepherd, especializado en tratamiento, investigación y rehabilitación de lesiones de columna vertebral y cerebro. Los terapeutas le explicaron que sería capaz de practicar deportes, pero él no les creyó.

“Sólo les dije: ‘Déjenme en paz. No quiero ser parte de nada’”, dijo. “Yo estaba evitando a todo mundo, no quería hacer nada, no hablaba mucho. Siempre sentía dolor. Realmente fue una etapa horrible en mi vida”.

Su panorama se iluminó cuando una terapeuta le mostró un álbum fotográfico en la que aparecía ella misma con su esposo, quien estaba en una silla de ruedas pero hacía de todo, desde montar camellos hasta esquiar.

Bambur no pensó mucho en ello hasta la siguiente semana, cuando el hombre de las fotografías, medallista paralímpico de oro, fue a visitarlo. Bambur se dio cuenta de que la discapacidad de este hombre era incluso más severa que la suya, pero aun así la estaba pasando bien.

“Yo pensaba: ‘Si él puede hacerlo, yo puedo hacerlo 10 veces mejor’” (…) A la mañana siguiente dije: ‘Quiero ir al gimnasio. Quiero salir, no importa lo que cueste’”.

El Centro Shepherd auspicia 11 equipos deportivos que permiten a personas con discapacidad incursionar en alguna actividad de forma recreativa o competitiva. Usualmente debe haber algún equipo de adaptación, como una silla de ruedas especial para basquetbol o una silla que se une a esquís.

El costo del equipo extra puede ser alto, dijo Humphreys. Sin embargo, el centro y otras organizaciones recaudan dinero para adquirir esos materiales.

Ryan Barnett, quien era ciclista profesional antes de sufrir en mayo de 2008 una lesión que lo paralizó, adoptó el ski como deporte después de entrar al Centro Shepherd. Espera llegar a los Paralímpicos un día y actualmente esquía con uno de los equipos de Estados Unidos.

Haber regresado al atletismo también le ha permitido desarrollar habilidades diarias como andar por el mundo en una silla de ruedas. Ha disfrutado conocer a otros que han sido atletas competitivos en silla de ruedas por décadas y aprender de ellos.

A diferencia de Bambur, Barnett señaló que nunca se sintió frustrado o deprimido después del accidente —un auto lo arrolló mientras andaba en bicicleta—, en gran medida porque se supo afortunado de estar vivo. Para la primera etapa de su recuperación, no pensó en actividades deportivas, pero cuando él y su esposa fueron a ver la carrera Peachtree de Atlanta, ella le sugirió que ingresara en una carrera con silla de ruedas. Ahora corre en estas competencias y esquía.

“La vida sigue. No importa si estás en una silla de ruedas. Lo importante es mantenerte activo”.

Como Barnett, Bambur había intentado esquiar antes de la lesión pero nunca lo hizo profesionalmente hasta después de quedar discapacitado. Casi 10 meses después del accidente, Bambur viajó a Breckenridge, Colorado, por vía del Centro Shepherd. Ese fue el comienzo de su carrera como esquiador. “Inmediatamente me enamoré”, mencionó.

Barnett no encuentra tanta satisfacción en esta actividad en comparación a la que hallaba en el ciclismo, en parte porque éste lo practicaba a gran nivel y tenía muchas expectativas. “Ciertamente me da mucho por lo cual luchar (…) Ha sido divertido ver mejorar mis tiempos, y mi carrera ha sido larga durante los últimos meses. Me gustaría llegar a la cima”.

Desde que se reunió con el medallista paralímpico, Bambur se sintió capaz de volver a la vida normal: “Regresé a la escuela, me gradué de la universidad, conseguí un trabajo, me casé. Tengo un bebé que viene en camino”, dijo. “La vida sigue siendo posible; depende de lo que tú hagas. No de lo que te lancen los otros”.

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