La Copa Confederaciones cierra con protestas adentro y fuera del Maracaná
La Copa Confederaciones terminó este domingo como inició hace un par de semanas: en medio de protestas y algunos choques entre manifestantes y la policía afuera del estadio de Maracaná, donde Brasil venció 3-0 a España.
De acuerdo con medios locales, los disturbios concluyeron con seis manifestantes y un policía herido, aunque ninguno de gravedad.
El gas lacrimógeno que utilizaron los policías brasileños para hacer frente a las manifestaciones llegó a percibirse en las tribunas del estadio, ubicado en Río de Janeiro.
Las manifestaciones obligaron a cerrar una estación de Metro, complicando la salida de los 73,500 aficionados que presenciaron la final de la Copa Confederaciones.
Hubo unos 5,000 participantes en una primera protesta, y unos 3,000 en la segunda, donde ocurrieron enfrentamientos violentos.
Las autoridades, que temían grandes movilizaciones , desplegaron en torno al estadio una de las mayores operaciones de seguridad que se hayan visto en Río de Janeiro.
Unos 10,600 policías y 7,400 militares trabajaron en Río de Janeiro, en especial en las inmediaciones del estadio Maracaná.
La primera de las marchas, respaldada por unas 5,000 personas, llegó hasta cerca de un kilómetro del estadio. La policía logró contenerla, sin que se registraran incidentes.
No ocurrió lo mismo con la segunda marcha, en la que algunos de los participantes comenzaron a desfilar encapuchados.
En uno de sus múltiples intentos por llegar hasta las puertas del estadio, algunos manifestantes lanzaron diversos objetos contra los agentes, que respondieron con gases lacrimógenos, en tal cantidad que su efecto se sintió incluso en las tribunas del estadio.
Ambas manifestaciones reiteraron las críticas contra el gasto público en el torneo de la FIFA, e insistieron en la petición de que existan mejores servicios públicos y más inversiones en salud y educación, entre otros puntos.
Dentro del estadio, otros 1,300 guardias privados se ocuparon de mantener la seguridad en el recinto, en el que se congregaron más de 70,000 aficionados.
La estricta seguridad interna no logró impedir que ocurriera una manifestación dentro del estadio.
Dos personas que participaron en la ceremonia de clausura, y que salieron de unos enormes balones que eran parte de la escenografía de la fiesta, extendieron una pancarta que exigía la "inmediata anulación de la privatización del Maracaná".
Otra persona mostró una bandera arco iris con leyendas contra la homofobia.
Pese a que el jefe de Estado del país anfitrión suele entregar el trofeo, la presidenta brasileña, Dilma Rousseff, cuya popularidad está en caída libre a consecuencia de las protestas que sacuden al país desde hace tres semanas, se abstuvo de asistir este domingo al Maracaná.
En la ciudad de Salvador, capital del estado nororiental de Bahía, también se habían convocado manifestaciones frente al estadio Fonte Nova, donde las selecciones de Uruguay e Italia compitieron por el tercer puesto de la Copa Confederaciones.
Sin embargo, la respuesta fue incluso menor que en Río de Janeiro, y solamente unas 500 personas se congregaron pacíficamente cerca del estadio.
Por la mañana, unas cuarenta personas llegaron a ocupar durante una hora un terreno donde se ultima la construcción de la futura sede de la Confederación Brasileña de Fútbol (CBF) en Río de Janeiro.
La acción concluyó sin incidentes y fue atribuida a activistas del llamado Frente Nacional de Hinchas, que usaban pañuelos para ocultar sus rostros y portaban carteles en los que se leía "Fuera FIFA", que ha sido una de las frases más escuchadas durante la Copa Confederaciones, antesala del Mundial de 2014.