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Lo bueno y malo del rescate financiero

La solución de la Reserva Federal de Ben Bernanke recompensa a los imprudentes; los mesurados están pagando el precio de la reciente reducción de la tasa de interés.
lun 01 octubre 2007 06:00 AM
Ben Bernanke era justo lo que el doctor había recetado a Wal

Uno de los principios fundamentales del juramento hipocrático que toman los médicos incluye la famosa frase “No perjudicaré”, es una pena que el consejo de directores de la Reserva Federal no haga esa misma promesa cuando asumen sus cargos, pues su reciente reducción de la tasa de interés ha hecho mucho daño a aquellos que han manejado sus finanzas con prudencia.

Aún cuando la Fed arguyó que la razón para bajar medio punto las tasas de interés de corto plazo fue la de evitar que la economía cayera en recesión, cualquier persona que haya estado atenta sabe que su motivación principal era intentar calmar la turbulencia que ha enturbiado los mercados desde agosto pasado. 

Los jugadores que estaban en mayores problemas eran, desde luego, quienes habían apostado por las hipotecas “basura” -aquellas con alto riesgo de impago-, por las arriesgadas compras apalancadas con financiación ajena y otros embelecos financieros que demostraron ser malignos.

La Bolsa de Valores, que ha estado pidiendo a gritos un rescate financiero y que siempre agradece una reducción de la tasa de interés, respondió a la solución de medio punto de la Fed con un alza en los precios. Ben Bernanke era justo lo que el doctor había recetado a Wall Street.

Sin embargo, si atendemos la reacción global de los mercados financieros a la iniciativa de la Fed y no sólo a la respuesta de la Bolsa, nos daremos cuenta que, como resultado de la reducción, todos los que nos mantuvimos fieles al dólar y no necesitamos de un rescate, tenemos hoy menos dinero que antes.

¿Por qué? Porque la reducción de la tasa contribuyó a la caída del dólar en los mercados de divisas (¡por Dios, alcanzar la paridad con el dólar canadiense!) y al aumento de los precios en ‘activos duros’ como el oro, la plata, el cobre y el petróleo. Así que nuestra riqueza, en relación con estas cosas, ha disminuido.

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Pero eso no es todo. A pesar de que la Fed redujo las tasas de corto plazo, las tasas de largo plazo han sufrido un alza como resultado. Por lo que cualquier beneficio económico que surja de las bajas tasas de interés de corto plazo se verá parcialmente contrarrestado por el aumento de las tasas de largo plazo, que son igual de importantes para la economía que las primeras.

Por último, hay que considerar lo siguiente: Aunque la reducción de Bernanke pueda significar que algunas hipotecas basura se reajusten a tasas bajas, el costo de las hipotecas de alta calidad crediticia a tasa fija, que dependen de las tasas de largo plazo, sufrirán un aumento mayor al que corresponde. (Sí, exacto, penalizan a las personas prudentes.)

Y cuando hablo de la gente prudente siendo penalizada, no me refiero a que verán disminuir su riqueza sólo en términos monetarios. También hablo del precio pagado por los inversionistas que no quisieron subirse al carro de las hipotecas de alto riesgo, y por ello obtuvieron menores beneficios que los jugadores que sí asumieron riesgos mayores.

Las personas que no ambicionaron tanto (y evitaron grandes pérdidas) hoy parecen inteligentes, pero parecían tontos y remilgados antes de que la burbuja inmobiliaria reventara.

Como dije antes, la función de la Fed es proteger el sistema financiero; la Fed no permite que una gran institución financiera caiga y menos que en su caída arrastre a otros grandes jugadores y se desencadene una cascada de fracasos.

Pero si somos nosotros, los contribuyentes, los que tenemos que rescatar a bancos hipotecarios como Countrywide Financial, me gustaría que al menos recibiéramos algo a cambio. Eso nos recompensaría el riesgo que estamos tomando y penalizaría seriamente a las empresas que se dejaron llevar y hoy necesitan a la gallina de los huevos de oro del señor Bernanke.

Dejemos que el Departamento del Tesoro de los EU negocie acuerdos como el de Bank of America con Countrywide, cuando el banco invirtió dos mil millones de dólares en la prestamista de hipotecas y obtuvo acciones convertibles por debajo del precio del mercado.

El Departamento del Tesoro podría hacer lo que hizo hace años con Chrysler y obtener títulos opcionales de compra a cambio de garantizar préstamos a empresas que no podemos permitir que caigan. La idea sería recompensar a los contribuyentes estadounidenses y enviar un mensaje a esos pandilleros de cuello blanco sin arriesgarnos a un colapso financiero mundial.   

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