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EU, ante el dilema de gastar o ahorrar

Obama debe convencer a las personas que gasten ahora y ahorren después para reactivar la economía; la medida es un tanto complicada, pues los estadounidenses miden sus gastos por temor al desempleo.
sáb 11 abril 2009 06:00 AM
Los consumidores de EU temen un mayor deterioro en la economía. (Archivo)
Consumo EU (Foto: Archivo)

El presidente Barack Obama necesita convencer a los estadounidenses que gasten más ahora y ahorren después para que la economía del país retorne a un paso firme.

Sin embargo, con consumidores que temen perder sus empleos y sus fondos de retiro, esto no es una tarea fácil ni en casa ni en el extranjero.

Pero incluso si tiene éxito, es probable que el resultado final sea un crecimiento económico más lento del que disfrutaba el mundo antes de que la crisis financiera desatara una recesión global.

Es una cuestión no sólo de cambiar la manera en que piensan los consumidores estadounidenses sobre el gasto y el ahorro, sino también de cómo el resto del mundo mira el mercado más consumista del mundo.

Los economistas han advertido durante años que la economía mundial era excesivamente dependiente del consumo estadounidense, lo que contribuyó a lo que describen como desequilibrios globales -grandes e insostenibles déficits en Estados Unidos y superávits en países altamente exportadores como China.

En una serie de conferencias de prensa la semana pasada en Europa, Obama alertó al mundo que la economía del "préstamo y gasto" de Estados Unidos debe cambiar su estilo una vez que la crisis termine.

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"Para que el crecimiento sea sostenible, no puede estar basado en la especulación, no puede basarse en mercados financieros recalentados o mercados de viviendas recalentados o en los consumidores estadounidenses maximizando sus tarjetas de crédito o nosotros sosteniendo sin parar un déficit de gasto tan lejos como el ojo pueda mirar", dijo la semana pasada.

"La cuestión central es desplazarse de una economía de préstamo y gasto a una economía de ahorro e inversión", dijo, agregando que "probablemente haya la necesidad de tener un reequilibrio sobre quién está gastando, quién está ahorrando, cuáles son los patrones generales de comercio".

Eso podría sonar un poco extraño viniendo de un presidente que recién aprobó el mayor programa de gastos del gobierno en la historia y propuso un déficit presupuestario de dimensiones récord.

Ello refleja el dilema que enfrenta Obama: Mientras que un fuerte gasto podría tener sentido para la economía en el corto plazo, eso es exactamente lo opuesto a lo que debe suceder en el largo plazo.

Cuando termine la recesión, Estados Unidos quedará con un déficit multimillonario y una población de edad avanzada que muy pronto estará recaudando fondos públicos del beneficio para los retirados.

"La única manera posible que veo para salir de esta crisis será preparar las cosas para resultados potencialmente peores en el futuro", dijo Eswar Prasad, un veterano de Brookings Institution y ex jefe de la división china en el Fondo Monetario Internacional.

Ahorros

Con la tasa de desempleo en sus niveles más altos en 25 años y con una turbulencia en el mercado de acciones que destruye los fondos de retiro, los consumidores estadounidenses reconstruyen afanosamente sus ahorros, algo esencial para la estabilidad económica a largo plazo pero dañino en medio de una recesión profunda.

Y eso es a lo que apuntan los paquetes de estímulo.

Pero la tarea más difícil podría originarse cuando la economía se recupere y Obama vuelque su atención a reducir los déficit como ha prometido.

Convencer a familias renuentes a gastar es políticamente mucho más popular que estimular a confiados consumidores a contenerse por el bien de las finanzas de la nación.

Un consumidor estadounidense más disciplinado significa que las compañías no necesitan producir muchas cosas o contratar muchos empleados y eso frenaría el crecimiento de la economía en casa y en los grandes socios comerciales de Estados Unidos, particularmente en China.

Pero ello también ayudaría revertir los desequilibrios globales.

Fred Bergsten, director del Instituto Peterson de Economías Internacionales, dijo que la acumulación de dólares en China y en los grandes exportadores de petróleo fue un factor que contribuyó a la crisis financiera. Una enorme porción de ese dinero logró regresar a Estados Unidos en forma de inversiones.

"Eso no nos forzó a hacer estúpidos préstamos subprime", dijo. "De otra parte, esa enorme infusión de capital extranjero ciertamente alivió las condiciones monetarias, presionó a la baja las tasas de interés y ayudó a crear el ambiente dentro del cual fue mucho más fácil cometer los errores financieros que cometimos aquí".

Para Obama, el acto de reequilibrio requerirá de algunas negociaciones delicadas con China y dentro de su Partido Demócrata en casa.

Algunos de quienes le brindaron un apoyo más firme durante la campaña presidencial -particularmente los sindicatos laborales- creen que China mantiene su moneda -el yuan- artificialmente bajo para impulsar sus exportaciones, lesionando a los manufactureros estadounidenses y generando la eliminación de empleos domésticos.

El gobierno de Obama se retractó recientemente de las acusaciones de que Pekín manipula su moneda. Los dos países anunciaron la semana pasada que sostendrán regularmente conversaciones estratégicas y económicas, en las que muchos economistas ven señales esperanzadoras de que están comprometidos a manejar los desequilibrios.

 

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