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Un administrador fuera de serie

El Fondo Tocqueville administra 289 mdd y busca en el mercado empresas en las cuales apostar; su filosofía es ir contra las expectativas y estudiar la manera de recuperarse en el mercado.
jue 21 mayo 2009 06:00 AM
El corredor busca desempolvar nombres aún rescatables.  (Foto: Fortune)
Robert Kleinschmidt (Foto: Fortune)

¿Su compañía es una de esas a la que los inversionistas les encanta odiar? ¿pertenece a una industria en problemas? ¿está en plena reestructuración? Tome nota: Robert Kleinschmidt, el administrador del Fondo Tocqueville , de 289 millones de dólares, podría estar interesado en usted.

"Es difícil hacer dinero cuando estás en consenso", dice Kleinschmidt, quien ha administrado el fondo por 18 años. "Para mí, todo empieza estando en contra de la opinión imperante".

El Fondo Tocqueville, al que Kleinschmidt se refiere como "polifacético" -y clasificado por Morningstar en la categoría de "fondo multicombinaciones"- es dueño de una colección de acciones empolvadas y de nombres en proceso de reivindicación, que fueron adquiridas a bajos precios. El fondo cayó en una categoría promedio el año pasado, pero a partir del 31 de marzo presenta una alza de recuperación del 2.5% a 10 años, comparada con la caída de S&P 500 del 3%.

Dado el estilo oportunista Kleinschmidt, Tocqueville tiende a beneficiar a largo plazo a los accionistas que están a la espera de cambios en las carteras de las empresas.  Una buena señal del 2009 es que el fondo de Kleinschmidt superó al mercado con 16% tras la recesión de 2001-2002.

La estrategia de Kleinschmidt va más allá que esculcar la lista negra del mercado. Primero identifica a una compañía etiquetada con un consenso negativo, después decide si un cambio es factible. Esto conlleva a la evaluación del equipo administrativo e investiga si tienen o no una estrategia verosímil de mejoría. El plan debe ser alcanzable en su horizonte de inversión, que es de tres a cinco años.

"Nosotros decidimos el rendimiento y márgenes necesarios para que la compañía cambié su calificación", dice Kleinschmidt. "El objetivo es agarrar algo antes de que se dé el cambio; esa es la mejor forma de obtener ingresos netos".

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Otra regla: evitar compañías con balances de baja calidad. "Cuando compras acciones con prospectos a corto plazo negativas, no quieres agravar esa situación con finanzas débiles", dice.

Kleinschmidt ha tenido varios aciertos por años, incluyendo la compra de Microsoft y Cisco hace cuatro años "cuando estaban dramáticamente desfavorecidos". Desde entonces, a estas empresas les ha ido bien, pero él todavía las mantiene porque cree que están subvaloradas. "Son máquinas de dinero con poca deuda y alto rendimiento de capital", dice, "aunque aún enfrentan una calificación mixta".

De aquí surge un componente clave de la estrategia de Kleinschmidt: él compra acciones cuando todos los inversionistas las desprecian, pero las mantiene después de su recuperación cuando cree que aún tienen potencial de crecimiento. Mientras que las grandes acciones en tecnología no son bien apreciadas por los fondos mutualistas hoy en día, Kleinschmidt piensa que están desvalorizadas por el mercado.

Los rendimientos fijos que obtiene de estas alzas compensan sus decisiones más riesgosas, como su reciente incursión en el mercado de productos. El otoño pasado, las empresas fueron abatidas cuando reventó la burbuja de especulación de productos, ocasionando que los inventarios no contemplaran las materias primas. Esta liquidación, como dice Kleinschmidt, ha causado una caída aún más dramática en el suministro que la caída en la demanda. Un ambiente de inflación también impulsaría los precios de las materias primas haciendo a los productos "comprables".

La estrategia contrariada de Kleinschmidt va más allá de sólo comprar acciones de compañías de productos, las cuales han tenido rebotes en las últimas semanas. Él está interesado en las compañías que aún hacen que los inversionistas se estremezcan, como Alcoa, productor de metales con márgenes de ganancias bajos cuyas acciones han caído 78% el último año.

"Vendimos Alcoa el año pasado porque estábamos muy preocupados por sus finanzas", dijo Kleinschmidt. "Pero entonces la compañía hizo reestructuraciones muy atrevidas y aumentó aún más su deuda; entonces regresamos al negocio. Es un riesgo, pero estamos hablando de un líder en aluminio que podrá beneficiarse".

Otra acción confusa que Kleinschmidt prefiere es Murphy Oil, productora petrolera con operaciones a la baja. Murphy comercia actualmente con sólo 7 veces sus utilidades, en parte por sus intentos de exploración de alto riesgo y por su confianza en algunos activos.

A Kleinschmidt le gusta esta acción por esa misma razón: "No es sólo un valor sino también una compañía lo suficientemente pequeña para poder ver una ganancia significativa en sus acciones", dice. "Además, es una adquisición muy atractiva para las grandes petroleras". Murphy tiene una razón deuda-valor en libros de sólo 0.1, y un rendimiento neto de 24%, comparado con el promedio de la industria, que es de 18%.

Aunque las finanzas están destrozadas, sorprendentemente no son muy atractivas para Kleinschmidt porque la compañía no cumple con sus criterios de crecimiento recuperativo. "Habrían pensando que seríamos agresivos aquí, pero las ganancias de los bancos seguirán a la baja por algún tiempo", dijo. "Cada dólar neto controlará menores activos". 

Kleinschmidt dice que no le gusta contrariar para el bien del argumento, sino que está apostando en las compañías que él considera, tienen verdadero potencial de crecimiento. "El arte está en encontrar las compañías adecuadas. No compramos sólo las que están desgastadas", dice.

En otras palabras, no todos los patitos feos son cisnes en potencia.

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