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Abu Dhabi florece y Dubái se hunde

El edificio de Dubái, el más alto del mundo, lleva el nombre de quien salvó el proyecto; por años, Abu Dhabi estuvo a la sombra de Dubái, aunque eso ha cambiado.
jue 07 enero 2010 02:17 PM
La torre de recibió el nombre de Burj Califa al último momento antes de la inauguración. (Foto: Reuters)
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Si algo simboliza el reordenamiento de los estados del Golfo Pérsico es el cambio de nombre del edificio más alto del mundo, que acaba de ser inaugurado en Dubái: el edificio lleva el nombre del líder de la vecina Abu Dhabi, que puso el dinero para salvar el proyecto.

Por años, Abu Dhabi, capital de los Emiratos Árabes Unidos en la que abundan los petrodólares, estuvo a la sombra de Dubái, centro financiero que a fuerza de proyectos espectaculares acaparó la atención del mundo. Pero todo esto ha cambiado.

La recesión se hizo sentir con fuerza en Dubái y Abu Dhabi salió a su rescate, aportando 25,000 millones de dólares el año pasado para que su vecino pudiese afrontar sus compromisos financieros. La solidez económica de Abu Dhabi reforzó su imagen de centro de poder serio y ambicioso, que negocia la apertura de sucursales del Louvre y el Guggenheim mientras Dubái planifica ciudades fantásticas en el desierto.

La impresionante inauguración de la torre de 830 metros de altura dio indicios de que el dinero de Abu Dhabi llegó con condiciones y que sus líderes, más conservadores, están dispuestos a incidir en la política económica de Dubái, en sus costumbres sociales y en sus relaciones internacionales.

Abu Dhabi se robó el espectáculo con un cambio de nombre de último momento. La torre era conocida como Burj Dubái, que en árabe quiere decir Torre de Dubái. Sin embargo, al inaugurarse apareció el nombre de Burj Califa, en alusión al emir de Abu Dhabi y presidente de los Emiratos, jeque Califa bin Zayed Al Nahyan.

"Fue la admisión pública más grande que ha habido hasta ahora de la subordinación política de Dubái a Abu Dhabi tras la crisis financiera del mes pasado", expresó Hani Sabra, experto en el Medio Oriente de la empresa consultora neoyorquina Eurasia Group.

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"Esta es una oportunidad dorada que tiene Abu Dhabi de aumentar su control político sobre Dubái y sobre toda la federación" de emiratos del golfo, acotó Christopher Davidson, experto en la región de la Durham University de Gran Bretaña.

Como capital de los Emiratos Arabes Unidos --una asociación de siete emiratos semiautónomos que es la tercera exportadora de petróleo más grande del mundo-- Abu Dhabi siempre ha tratado de afirmar su condición de centro de gravedad del país. Dubái, uno de los emiratos, resiste todo control y se manejaba en forma autónoma.

La ayuda de Abu Dhabi podría cambiar las relaciones comerciales de Dubái con Occidente y, lo que es más importante, afectar su intercambio con Irán, un aspecto clave de su economía. Dubái ha sido una escala en los cargamentos de mercancías destinadas a Irán y ha funcionado como centro bancario de los comerciantes iraníes. Por esta vía, los iraníes trataban de burlar las sanciones de Estados Unidos por su programa nuclear.

Los gobernantes de Abu Dhabi, al igual que muchos otros líderes árabes, no ven con buenos ojos a los líderes iraníes ni los esfuerzos de Teherán por expandir su influencia en la región.

Abu Dhabi, por otra parte, se mantiene fiel a los valores tradicionales del golfo, en tanto que Dubái ha dejado de lado algunos de los códigos más estrictos del islamismo y, con su fenomenal desarrollo, es hoy una de las ciudades más multinacionales del mundo.

Abu Dhabi, no obstante, también está empezando a mirar hacia afuera.

Ganó presencia internacional organizando una serie de eventos de talla, incluida la última carrera del calendario de fórmula uno en el 2009 e invirtiendo en el exterior parte de su riqueza, que asciende al billón de dólares.

En tiempos recientes empresas de Abu Dhabi adquirieron edificios históricos como el Chrysler Building de Nueva York y una participación importante en firmas como Mercedes-Benz. Incursionaron incluso en proyectos novedosos como el de turismo espacial de Virgin Galactic.

"El plan de inversiones está estratégicamente elaborado y, al margen de que el dinero sea gastado aquí o en el exterior, los dividendos son invertidos siempre en el desarrollo de Abu Dhabi", declaró Mohammed Shakeel, analista de la Economist Intelligence Unit con base en Dubái.

Abu Dhabi encargó a arquitectos de renombre el diseño de un centro cultural y educativo, abrió sucursales de los museos Louvre y Guggenheim e incluso llegó a acuerdos para que la Universidad de Nueva York dicte cursos en el emirato.

Dado que ya casi no tiene petróleo, Dubái decidió hace algunos años tratar de captar capital extranjero y pasar a ser una atracción turística.

Su gobernante, jeque Mohammed bin Rashid Al Maktoum, puso en marcha decenas de proyectos monumentales, incluida una isla con forma de palma en medio del golfo y la construcción de una ciudad en el desierto con réplicas de la Torre Eiffel y de las pirámides egipcias, la cual ha sido suspendida.

Abu Dhabi, que nada en petróleo, se tomó las cosas con calma. Se manejó sin prisa, pero sin pausa.

Y tiene una ventaja sobre Dubái: el poder está concentrado en una familia, mientras que en Dubái Mohammed lo comparte con influyentes familias.

Hoy por hoy, hay una clara subordinación de Dubái a Abu Dhabi, según anlistas. "Abu Dhabi tiene como objetivo la hegemonía política de los Emiratos Árabes Unidos y estima que su actual prominencia en la federación es algo permanente", opinó Sabra, del Eurasia Group. "Dubái, en cambio, cree que la hegemonía de Abu Dhabi es algo a corto plazo".

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