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Romney, el candidato más débil

Con la economía debil y un desempleo mayor al 8%, el abanderado republicano debería ser el favorito; Romney no ha sabido aprovechar las debilidades de Obama pese a la caída en su índice de confianza.
mié 11 julio 2012 06:02 AM
La campaña de Romney dijo que tenía 160 mdd en efectivo a disposición a fin del mes pasado. (Foto: AP)
mitt romney (Foto: AP)

Es una verdad electoral universalmente reconocida que si la economía va mal, el actual gobernante perderá los comicios.

En los últimos 14 meses, más de la mitad de los gobiernos de la eurozona han sido expulsados . La historia nos dice que el mismo destino le aguarda a Barack Obama, quien heredó una tasa de desempleo del 7.8% en 2009 y probablemente llegará a las elecciones en noviembre con el desempleo aún por encima del 8%. La mayoría de los estadounidenses están peor de lo que estaban hace cuatro años. ¿Por qué, entonces, la mayoría de los expertos prevén que Obama gane?

Sin buscar más, la respuesta es Mitt Romney. Si hay algo que podemos asegurar que seguirá más débil que el mercado laboral estadounidense entre ahora y noviembre son las habilidades electorales de Romney. Sus partidarios señalan que su experiencia en los negocios debe inspirar confianza en el electorado. Sin embargo, cabe recordar que en casi dos décadas de campaña, Romney ha sido elegido sólo una vez para un cargo público: En 2002 cuando se convirtió en Gobernador de Massachusetts.

Incluso sus recientes victorias en las primarias republicanas fueron concedidas de mala gana. Con adversarios como Herman Cain, Rick Perry y Rick Santorum, Romney debería haber barrido con todos. Sin embargo, aceptó ayuda sin precedentes por parte de algunos de los más ricos magnates de Estados Unidos para llegar a la línea de meta. Como Newt Gingrich dijo recientemente cuando se le preguntó por qué él no consiguió la nominación: "Romney tenía 16 multimillonarios. Yo sólo tenía uno".

En una economía -y por lo tanto una elección- definida por el sufrimiento de la clase media, Romney proviene del lado equivocado del camino. La semana pasada, pasó la mayor parte del festivo del 4 de julio siendo anfitrión de los 'Juegos Olímpicos Romney' en su mansión junto al lago en New Hampshire. También nos enteramos de que Romney tiene no menos de nueve cuentas bancarias en el extranjero en lugares como Islas Caimán y las Bermudas. No importa cuántos fideicomisos ciegos establezca, ante los ojos de la mayoría de la gente, las cuentas en el extranjero significan evasión fiscal.

La sorpresiva decisión de la Corte Suprema de ratificar la ley de atención médica de Obama también nos recordó la cantidad de cambios a los que Romney se siente obligado a someterse para mantener en su sitio a la escéptica base de votantes republicana. En lugar de calificar la reclasificación de la corte de la "multa" como un "impuesto" -como cualquier otro republicano hubiera hecho- la campaña de Romney insistió en que era una multa (para proteger su historial conservador en Massachusetts, donde también impuso una multa por seguro de salud).

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Luego, una semana después, cambió de opinión una vez más y lo llamó un impuesto.

El fallo había ofrecido la oportunidad de enfocarse en los supuestos excesos de Obama. Pero la siempre maleable campaña de Romney simplemente atrajo la atención a las contradicciones del propio candidato.

Entre sus detractores públicos se cuentan ahora Rupert Murdoch, y Jack Welch, dos magnates que por lo general han respaldado las candidaturas republicanas incondicionalmente. El hecho de que Romney recaudara un récord de 100 millones de dólares en junio -más de lo que George W. Bush gastó en toda la elección de 2000 - sólo puso de relieve los problemas del nominado. A los ricos les agrada. Pero parece que a muchos otros no.

Sin embargo, la Casa Blanca está ahí esperando ser conquistada. Bajo cualquier medida que elijas, Romney debería ser el favorito que atrae todas las apuestas. La anémica recuperación de Estados Unidos se ha pausado de nuevo. El reporte laboral del viernes 06 de julio significó que junio fue el tercer mes consecutivo en que el mercado laboral estadounidense no ha podido seguir el ritmo de crecimiento de la población. El desempleo ha estado por encima del 8% durante 41 meses, un récord de la posguerra. Ningún presidente desde Franklin Roosevelt ha sido reelegido con un desempleo superior al 7.4%.

Las cifras de consumo son aún peores para Obama. De acuerdo con Bill McInturff, un encuestador republicano, el índice de confianza del consumidor de Michigan es un mejor factor de predicción de elecciones presidenciales que la tasa de desempleo. El mes pasado, el índice cayó a 73.5, muy por debajo del promedio de 78 puntos de un gobernante que pierde la elección. El promedio de un funcionario reelegido es de 95. Teniendo en cuenta que los ingresos promedio siguen disminuyendo, parece inconcebible que el índice vaya a ascender al territorio ganador para noviembre.

El mismo resultado aplica para la tasa de aprobación presidencial. Ningún presidente en funciones con calificaciones por debajo del 50% ha sido reelegido desde 1956. Los números de Obama se han estancado por debajo del punto medio durante la mayor parte de los últimos dos años , tocando brevemente el 50% en los primeros meses de este año cuando el crecimiento del empleo parecía estar repuntando. Desde marzo, no ha superado el 47%. La aprobación promedio de un titular reelecto es de 56%, un nivel que Obama no tiene esperanza de alcanzar.

Con números como estos, Obama no debería ser el favorito. En vez de ello, él y Romney podrían estar destacando los límites de los modelos de previsión electorales, que pasan por alto las habilidades de un candidato -o su ausencia- en favor de aspectos que son medibles.

Alguna vez, Einstein dijo que todo lo que se puede contar cuenta, y no todo lo que cuenta puede ser contado. Los encuestadores coinciden en que la mayoría de los votantes en realidad no comenzarán a prestar atención a las elecciones hasta las convenciones presidenciales de finales de agosto y principios de septiembre. Esta vez, la indiferencia pública estadounidense es palpable (casi la mitad de los votantes admitieron ante encuestadores la semana pasada que ignoraban cuál había sido el fallo del Tribunal Supremo).

Sin embargo, hay dos cosas que sabemos que seguirán siendo ciertas cuando los votantes despierten en septiembre: La economía seguirá siendo débil y también lo será Romney.

Obama no puede hacer nada acerca de lo primero, pero sí puede aprovechar lo segundo. Y puedes apostar a que lo hará.

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