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Los banqueros volverán a ‘portarse mal’

Las bases del sistema financiero no han sido reformadas y eso impulsará nuevos malos manejos; las promesas tras los escándalos como el de la tasa Libor chocan con los intereses de accionistas.
vie 14 septiembre 2012 06:02 AM
La pregunta es si los bancos se beneficiarán financieramente de un comportamiento más ético. (Foto: Archivo)
acciones bancos (Foto: Archivo)

Si los arrepentimientos, disculpas y promesas de comportarse mejor pudieran ser canjeadas por dinero en efectivo, los bancos del mundo estarían nadando en billetes.

El lunes, Rich Ricci, director de banca de inversión de Barclays, se comprometió a "redefinir lo que venimos a hacer aquí, y la forma en que nos comportamos". El martes, Anshu Jain, presidente ejecutivo conjunto de Deutsche Bank, reconoció que "se han cometido tremendos errores". Vikram Pandit de Citigroup habla de "una profunda responsabilidad para mantener seguro el sistema (financiero)".

Las palabras han ido acompañadas de algo de acción. Barclays y Deutsche han reducido los objetivos de ganancias desde los altos niveles que alentaban a los bancos a tomar riesgos comerciales, vender productos de baja calidad a los clientes, y poner en juego su reputación . Barclays reducirá su infame y muy rentable unidad de ‘estructuración fiscal'.

Hay muchas cosas por las cuales disculparse. Los rampantes préstamos personales y corporativos durante la burbuja, seguidos de una contracción del crédito; la invención y comercialización de volátiles derivados crediticios; la venta abusiva de costosos seguros de protección de pagos por los bancos británicos; la distorsión de la tasa Libor por parte de los operadores; la evasión y arbitraje fiscal internacional. Y así sucesivamente.

Pero ¿cuáles son las probabilidades de que estas nobles promesas duren más allá del período habitual de penitencia al fondo del ciclo bancario? No muy altas, me temo. Aunque la nueva generación de líderes bancarios probablemente tiene buenas intenciones -así como la necesidad de aplacar la indignación pública- estos compromisos serán difíciles de hacer cumplir, o incluso de recordar, cuando realmente importe.

La estructura de las finanzas modernas y la presión de los accionistas por aumentar los ingresos y hacer que continúen creciendo , hacen que sea difícil imponer muchas restricciones. Los incentivos para portarse mal están profundamente arraigados en el sistema y han sobrevivido a todos los esfuerzos anteriores de reforma.

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He aquí un ejemplo. Un cuarto de siglo atrás, me vendieron engañosamente una póliza de seguro ligada a una hipoteca que estaba diseñada para devolver el capital mientras yo cumplía con el interés mensual. Al igual que otros inocentes, no tenía idea de cómo funcionaban estas pólizas y tomé la palabra de un vendedor; un error muy caro que se ha cristalizado 25 años después.

Mi póliza encarnaba varios problemas en la reforma de las finanzas. Uno de ellos es la complejidad y la opacidad de muchos productos, que dan a aquellos que los venden mucho margen de maniobra para el abuso. Sin importar si el comprador es un prestatario de hipotecas o una compañía de seguros que busca una obligación de deuda garantizada respaldada por una hipoteca, él o ella es fácil de engañar.

El segundo problema es el tiempo. Este incidente ocurrió poco después del Big Bang, la desregulación de la City de Londres, que revolucionó las finanzas. Para cuando el daño se hizo evidente, casi una década después de que había comprado mi póliza, hace mucho que el vendedor se había ido. Si compras un televisor, es inmediatamente claro si el producto funciona o no, en las finanzas, puedes tardar años en descubrirlo.

El tercer problema son los incentivos financieros. No creo que la persona que me vendió el seguro creyera que iba a tener un bajo desempeño pero probablemente tampoco le importaba. Le pagaban una comisión por convencerme de comprar ese producto, así que estaba irremediablemente predispuesto.

En teoría, los incentivos individuales son solubles: Los bancos de inversión están alterando las estructuras de bonificación para evitar que los operadores se aprovechen de los clientes por ganancias a corto plazo y los bancos minoristas planean hacer lo mismo en sus sucursales. Pero el mayor problema de incentivos liga a los propios bancos.

La rentabilidad básica tanto de la inversión como de la banca minorista se ha ido erosionando constantemente. El fin de las comisiones fijas en el comercio de valores hizo que la venta de valores ordinarios de bajo margen fuera no rentable. Mientras tanto, muchos bancos comerciales dejaron de cobrar los créditos. La mayor parte de las ganancias tuvo que provenir del trading y de los productos "innovadores", que van desde mi seguro hasta las obligaciones de deuda colateralizada (CDO, por sus siglas en inglés).

Reducir los objetivos de rentabilidad sobre la renta variable -en el caso de Barclays hasta justo por encima de su costo de capital- es un primer paso sensato, ya que reduce la presión sobre el personal para vender productos de alto riesgo. La clave es si los bancos se beneficiarán financieramente de un comportamiento más ético.

Eso lo dudo. No se necesita ser racional para tomar los ingresos a corto plazo a cualquier costo a largo plazo. Muchos bancos parecían ser altamente rentables en los buenos tiempos, pero más tarde perdieron mucho en una sola amortización. Las instituciones más cautelosas alcanzaron una mayor rentabilidad ajustada al riesgo sobre el capital.

Sin embargo, tener una mala reputación no es tan financieramente perjudicial como hacer un mal préstamo. En mi caso, fue hace tanto tiempo que difícilmente recuerdo cuál sociedad constructora me derivó con el vendedor. Incluso aquellos a quienes no les gustan sus bancos tienden a quedarse con ellos porque es difícil cambiarse y las alternativas son similares.

Toma como ejemplo a Goldman Sachs, el banco de inversión cuya reputación fue herida gravemente por la crisis de 2008. Es un sinónimo del exceso de Wall Street, sin embargo, no perdió muchos clientes tras llegar a un acuerdo con la Comisión de Bolsa y Valores de Estados Unidos (SEC, por sus siglas en inglés), por una acusación de fraude de valores. El Tesoro estadounidense nombró esta semana a Goldman como uno de suscriptores que tratará de vender 2,700 millones de dólares de sus acciones de AIG.

Por ahora, los accionistas aceptan objetivos más bajos de rentabilidad sobre las acciones, y aceptarán e incluso apoyarán las iniciativas que reduzcan los ingresos. A más largo plazo, cuando la auto-flagelación sea olvidada y surjan nuevas oportunidades, serán menos indulgentes.

Esta generación de banqueros es sin duda genuina en su deseo de redimir los pecados del pasado. A nadie le gusta ser vilipendiado y, como Giles Fraser, el sacerdote de la Iglesia de Inglaterra, quien renunció de la catedral de St. Paul en protesta por el desalojo de los manifestantes de 'Occupy London', dice: "Rechazo la idea de que los banqueros sean moralmente más corruptos que cualquier otra persona".

A pesar de eso, las apuestas están en su contra.

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