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Oro, ¿refugio para apocalípticos?

Pese al continuo descenso en su precio, inversores fatalistas se aferran a sus reservas del metal; las predicciones de hiperinflación y desastre económico de los fanáticos del oro no se han cumplido.
mié 21 agosto 2013 06:02 AM
El metal ha caído 20% en el más reciente semestre. (Foto: Getty Images)
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¿Qué sucede cuando el oro ya no brilla lo suficiente como para prevenir un apocalipsis financiero?

El metal precioso fue un gran beneficiario a comienzos de la flexibilización cuantitativa, cuando los inversores buscaban protección contra una posible inflación, pero actualmente ha ido en constante declive.

Durante la primera ronda de la QE, en diciembre de 2008, su precio era de 837.50 dólares la onza. El alza de más larga duración del metal alcanzó su pico con un precio máximo de 1,922 dólares en septiembre de 2011. Por supuesto, en última instancia, representaba una trampa de dependencia -en abril el precio cayó 30%, en parte por temores de que el estímulo llegaría a su fin. Hoy en día se ubica en torno a los 1,371 dólares, una caída de 20% en seis meses.

La QE fue solo un factor más del alza de esta pieza. Ampliamente percibido como un refugio de valor seguro en tiempos de incertidumbre, el oro se benefició de la sensación de inestabilidad y de desastre inminente que se ha mantenido desde la crisis. Inversamente, la tendencia a la baja se ha relacionado con un sentido vacilante pero amplio de que las cosas están avanzando lentamente hacia la normalidad.

Para un pequeño grupo de inversores, este regreso a la normalidad los coloca en una nueva y confusa posición. Mientras que la tendencia principal veía al oro como una cobertura contra la inestabilidad a corto plazo, durante los últimos cinco años se ha registrado una exposición enorme, sobre todo en Estados Unidos, hacia un conjunto de ideas que lo considera una protección contra el colapso total del sistema financiero como lo conocemos.

Probablemente el autor más conocido de esta visión es el extalento de Fox News, Glenn Beck, quien ha advertido insistentemente sobre la inevitabilidad de la hiperinflación, la anarquía y las revueltas por comida.

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A partir de 2008 y con poco descanso desde entonces, el señor ha señalado insistentemente los paralelismos entre la política monetaria estadounidense y escenarios desastrosos como la Alemania de Weimar. Ya sea por correlación o por causalidad, Beck resulta estar fuertemente patrocinado (tanto en sus días en Fox News como ahora en su negocio de Internet) por Goldline, una empresa que vende monedas de oro. Alex Jones, un teórico de la conspiración y fanático del oro que es apenas menos influyente que el susodicho, tiene el patrocinio de Midas Resources Inc., que también vende oro.

Aunque ambos personajes son en cierto modo figuras alternativas, tienen una cantidad significativa de seguidores, y sus ideas optimistas sobre el oro son parte de un patrón de pensamiento aún más grande que abarca a grupos realmente influyentes como el ala libertaria de Ron Paul del Partido Republicano de Estados Unidos, y la aún más poderosa facción del Tea Party.

"Cualquiera que no esté viendo un colapso financiero de Estados Unidos en estos momentos no está viendo la deuda y la incapacidad de nuestro Gobierno para controlar los costos. La cuestión ya no es si sucederá, sino cuándo sucederá", según un miembro del Tea Party de Tampa Bay, Norman Cillo. Con este escenario en mente, el metal parece una apuesta muy buena, sin importar lo que el mercado esté haciendo.

El viejo apodo del oro, "el dinero de Dios" , capta un poco de la fe que estos fanáticos ponen en esa cosa amarilla como si fuera una tabla de salvación para los escenarios más extremos pero inimaginables. Durante la mayor parte de los últimos cinco años este ha sido un escenario fácil de plantear: los fatalistas podrían tener "su Apocalipsis" y beneficiarse de él también, viendo los precios del oro subir en términos de dólares, mientras que permanecen confiados en el valor de esa materia prima en el mundo salvaje y sin ley que piensan que surgirá a partir de las bases que la política monetaria de Ben Bernanke está asentando.

El oro, cualquiera que sea su valor trascendente, sigue estando entrelazado a un sistema económico muy humano en el aquí y el ahora, y que aferrarse a esos activos tiene un costo de oportunidad.

Parece que la caída de esta pieza ha tenido poco o ningún impacto en las creencias de los fanáticos más extremos. "Ninguno, cero, nulo, nada de nada", dice el productor ejecutivo el reality show de National Geographic 'Doomsday Preppers', Alan Madison. "El oro para ellos tiene un valor intrínseco que es independiente de las fluctuaciones del mercado. Sí observan (el precio en el mercado), pero sobre todo en busca de posibilidades de compra". Eso es lo que separa a los fanáticos de los comunes alcistas.

Esta indiferencia hacia el mercado está siendo alimentada por medios de comunicación y análisis aliados de los fanáticos que han insistido en que el declive es irrelevante, una oportunidad de compra, el producto de una conspiración del Gobierno o alguna combinación de los tres.

¿Recuperará su lustre?

En el futuro, las señales para el oro en el mercado general siguen siendo diversas. Es probable que la QE se dirija a una reducción, aunque todavía no estamos seguros de si será en el corto o en el mediano plazos. Esto significa que la función del oro como cobertura contra la inflación probablemente se volverá menos relevante para el mercado en general.

Los fanáticos apocalípticos, sin embargo, parecen genuinamente indiferentes a los dólares si eso les hace posible hacerse de más metal. De acuerdo con Madison, "esta recuperación es temporal e imprecisa. Por lo que a ellos respecta, se basa en que nosotros estamos pidiendo dinero prestado". La inflación sigue siendo el "coco": "La gente aquí reconoce que la impresión digital de dinero de la Reserva Federal está reduciendo el valor de cualquier activo no central. Nos damos cuenta de que los bienes raíces, los metales preciosos y las materias primas aumentarán en valor, mientras que la moneda caerá", dijo Cillo, el miembro del Tea Party.

Es difícil cuantificar la relación entre estas ideas y el mercado real. Glenn Beck, Alex Jones y Ron Paul tienen grandes audiencias en conjunto, pero están conformadas por individuos y no por inversores institucionales. Obviamente, si fueran líderes del mercado su insistencia poco sutil sobre el oro como el único almacén decente de valor habría mantenido el precio del dólar con una tendencia al alza de forma indefinida a medida que la propia economía se cerraba cumpliendo así la última profecía.

En cambio, como los economistas han señalado, la situación actual refleja la creciente confianza en la economía global y un cambio esperanzador de la asignación del capital "de los valores fijos a las acciones".

El precio de mercado del oro en un día determinado se compone de una pequeña porción de valor industrial combinada con una enorme ayuda de la prima psicológica -la profecía autocumplida de que el oro es el último depósito seguro de valor en los tiempos de incertidumbre-. "Hay una prima explícitamente incorporada en el precio, ya que siempre ha sido visto como una alternativa al sistema monetario de curso legal", dijo el analista de Orcam Financial Group, Cullen Roche.

Incluso eso no es tan eterno como personas como Glenn Beck y sus atentos seguidores quisieran pensar. "El metal, en su mente, es eternamente útil como un artículo comercial", dice. "Hace 500 años era la sal y de repente fue el oro. O la grasa de ballena, que una vez fue usada como fuente de energía".

Madison no está seguro de que el valor del oro se mantenga en el caso de una verdadera catástrofe económica.

"Es más mitológico que otra cosa".

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