Mundial, sin ‘jogo bonito’ para Brasil
Hospedar la Copa del Mundo podría proporcionar un pequeño impulso a Brasil, pero no será suficiente para sacar a la economía del país de su actual depresión.
Una vez señalada como una de las economías emergentes más brillantes, Brasil ha visto caer en picada su crecimiento en los últimos trimestres a medida que los problemas de largo plazo han emergido a la superficie. Sus trabajadores son improductivos, su gasto en infraestructura está rezagado y el proteccionismo sigue en boga.
La elevada inflación obligó al Banco Central a elevar las tasas varias veces, y la calificación crediticia del país fue reducida por Standard & Poor's a un nivel por encima del de basura en marzo.
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El índice bursátil Bovespa de Brasil ha bajado más de 7% en el último año, al caer más rápido que los niveles de referencia de los mercados emergentes.
Bienvenidos a la Copa Mundial, el mayor evento deportivo del mundo con millones de turistas y megapatrocinadores corporativos.
Para capitalizar el hecho de ser el foco de la atención, Brasil gastará un estimado de 11,500 millones de dólares en nuevos estadios, transporte y aeropuertos. Al tratar de justificar el derroche, los políticos prometieron que el evento traería enormes beneficios económicos y una infraestructura mejorada.
Muchos brasileños se muestran escépticos acerca de estas afirmaciones. Miles participaron en protestas callejeras y disturbios durante la Copa Confederaciones del año pasado. Algunos dijeron que estaban molestos con el extravagante gasto en eventos deportivos, a expensas de la red de seguridad social en un país acosado por una grave desigualdad.
Los motivos para arruinar la fiesta
Los brasileños tienen razón para dudar de los beneficios económicos de ser sede de la Copa del Mundo, de acuerdo con un informe de Moody's Investors Service. La agencia de calificación crediticia argumenta que el nuevo gasto en infraestructura asociado con el evento es pequeño para la economía de 2 billones de dólares, y que los beneficios para las empresas serán fugaces.
“Vemos poco impacto en Brasil considerando la duración limitada de la Copa del Mundo y el tamaño de la economía del país”, dijo Moody's.
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El evento también conlleva riesgos potenciales. Las economías locales probablemente se vean alteradas, y el ya complicado transporte aéreo en el país podría verse afectado a medida que los turistas viajan entre las 12 sedes de los juegos.
A solo semanas de que el torneo comience, el país ha sido acosado por una serie de huelgas de trabajadores que exigen aumentos salariales y nuevos beneficios.
“Aunque la Copa del Mundo representa un beneficio potencial para su reputación, podría verse dañada si hubiera una reanudación de los disturbios sociales vistos en junio pasado durante la Copa Confederaciones o si la infraestructura necesaria no está lista”, dijo la agencia calificadora.
Patrocinadores y anunciantes como Anheuser-Busch InBev y Coca-Cola tienen más probabilidades de beneficiarse del evento, dijo la agencia.
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Brasil enfrentará una situación similar en 2016, cuando Río de Janeiro hospede los Juegos Olímpicos. Los preparativos ya han estado plagados de retrasos y denuncias de corrupción rampante.
Los funcionarios políticos también han buscado reforzar sus argumentos a favor de celebrar los Juegos al predecir grandes ganancias para la ciudad y el país anfitriones.
Pero la mayoría de los economistas independientes dicen que el costo real de los Juegos Olímpicos es más complicado de determinar; y ciertamente no tan color de rosa como los políticos los retratan.