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Los inicios en Tamaulipas del polémico Juan Armando Hinojosa Cantú

El empresario, que comenzó con una constructora en Reynosa antes de dar el salto a Toluca, vuelve a estar en el centro de las noticias por los 'Panama Papers'.
lun 04 abril 2016 12:32 PM
El padre de Hinojosa Cantú desarrolló una constructora y esta funeraria. Sus dos hijos se repartieron los negocios.
El otro negocio El padre de Hinojosa Cantú desarrolló una constructora y esta funeraria. Sus dos hijos se repartieron los negocios. (Foto: Mauricio Palos)

Juan Armando Hinojosa Cantú es uno de los hombres de negocios más polémicos del sexenio. Saltó a las noticias por la investigación que Aristegui Noticias publicó sobre la 'Casa Blanca', la vivienda de Angélica Rivera, la esposa del presidente Enrique Peña Nieto, que construyó una firma de este empresario.

Ahora, la publicación de los 'Panama Papers', una investigación del Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación sobre fondos de políticos, empresarios y deportistas en paraísos fiscales, vuelve a señalar a Hinojosa Cantú.

Según Aristegui Noticias, el dueño del consorcio Grupo Higa colocó una fortuna en paraísos fiscales apenas días después de que se abriera la investigación por conflicto de intereses en la que estaba involucrado.

Expansión publicó un reportaje en agosto de 2015 sobre los orígenes como empresario de Hinojosa Cantú, una persona de muy bajo perfil ante los medios de comunicación.

Éste es el reportaje:

El día en que Juan Armando HinoJosa Cantú se despidió para irse a estudiar al Tecnológico de Monterrey, le diJo a su padre: “Quiero seguir tus pasos, nomás que yo sí quiero hacerla en grande”.

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La anécdota la cuenta Dora Patricia Cantú Moreno, madre del empresario, en una conversación telefónica desde su casa en Reynosa, Tamaulipas.

Logró su objetivo. Hoy, Hinojosa Cantú es el presidente de Grupo Higa, una sociedad que agrupa empresas de construcción e infraestructura con sede en el Estado de México. Esta compañía participó, desde 2007, en distintos consorcios que obtuvieron contratos de instituciones públicas por más de 80,000 millones de pesos (mdp), según un cálculo realizado por la revista Obras, de Grupo Expansión, con datos de CompraNet, un sistema de información pública del Instituto Nacional de Transparencia (INAI).

Sin embargo, el éxito de Hinojosa Cantú es polémico. El empresario no está acusado oficialmente de nada ilegal, pero medios nacionales y extranjeros y políticos del PAN, PRD y Morena lo señalan como beneficiario de numerosos contratos que Grupo Higa ganó en el Estado de México cuando Enrique Peña Nieto era gobernador y como ganador de otras licitaciones públicas ahora que es presidente.

Estas críticas surgieron a partir de tres noticias: la cancelación, en noviembre de 2014, de la licitación del tren México-Querétaro, que ganó un consorcio donde estaba Grupo Higa, por las dudas sobre la falta de transparencia del proceso; la publicación, dos días después, de un reportaje donde Aristegui Noticias afirmó que el empresario financió la llamada 'Casa Blanca', una vivienda de Angélica Rivera, la esposa del presidente; y el descubrimiento, por The Wall Street Journal, de que una inmobiliaria de Hinojosa Cantú también financió una casa de Luis Videgaray, secretario de Hacienda, cuando éste aún no tenía un cargo público.

En medio de estas acusaciones, Rivera y Videgaray publicaron documentos para probar que compraron las viviendas sin que existiera conflictos de intereses, y el secretario de la Función Pública, Virgilio Andrade, concluyó que Peña Nieto tampoco incurrió en ilegalidades por la 'Casa Blanca'.

Pese a la polémica, Hinojosa Cantú y su compañía siempre mantienen un perfil muy bajo. Sus orígenes y la historia de su crecimiento empresarial son muy poco conocidos. Ni siquiera está claro cuántas sociedades forman Grupo Higa o en cuántas el empresario tiene participación, aunque esta revista trató de aclararlo a través del INAI.

Por ello, Expansión viajó a Reynosa, donde nació y donde aún vive su familia, para tratar de saber más sobre este polémico hombre de negocios.

Incansable

El padre de Juan Armando Hinojosa, Óscar Hinojosa Sánchez, tuvo una pequeña constructora en Reynosa. Ningún entrevistado recuerda el nombre, pero sí que con ella pavimentó calles, construyó escuelas, hizo carreteras locales y, en los años 60, participó en la creación del canal Anzaldúas y la rehabilitación del Rodhe, los dos canales más importantes de Tamaulipas. Sin estos, sería imposible transportar agua del Río Bravo a la población. Reynosa tuvo años de prósperas parcelas de algodón, sorgo y trigo, y esos canales fueron creados para los cultivos.

El desarrollador local Otoniel Ochoa tenía cuatro años cuando conoció a los Hinojosa. Recuerda que Óscar Hinojosa tenía dos camioncitos de volteo y una draga, una máquina con la que ayudó a limpiar el río.

“Trabajaba día y noche, sin medir tiempo ni distancia, así es como recuerdo a este hombre”, describe Ochoa, un hombre chaparrito y de hablar franco, que va tomando sorbos de café en un local cerca del puente internacional que une Reynosa y Pharr, en Texas. Por ejemplo, cuenta, cuando el operador de la draga terminaba el turno, Hinojosa se subía y seguía las tareas.

Era el tiempo de la repartición de ejidos, y las mayores obras en ese momento eran abrir brechas, trasladar grava y trabajar en los canales. Estos contratos fueron con la Secretaría de Recursos Hidráulicos, ahora Comisión Nacional del Agua. Después, según Ochoa, el padre de Hinojosa fue contratista de Pemex.

“Don Óscar era una máquina de hacer amigos —dice—. “Y, por lo que se deja ver, Juan Armando tiene la habilidad de constructor, que es la habilidad de su papá”.

Además de los negocios de infraestructura y construcción, el padre desarrolló la funeraria Valle de la Paz, una mole de cantera con pisos negros, elevador y múltiples salas de velación. Allí velaron al cantante Valentín Elizalde, famoso entre los seguidores de la música norteña y asesinado en noviembre de 2006.

La funeraria creció porque tenía precios accesibles y la gente podía pagar en abonos, explica Juan González, regidor de Reynosa, del Partido del Trabajo. “Si la gente no traía dinero para enterrar o velar a sus muertitos, le firmaban un pagaré. Era un altruista”, dice este político de bigote caído, camisa a cuadros y fajo de cuero.

El hijo mayor, Óscar Hinojosa Cantú, heredó la funeraria, mientras que Juan Armando se hizo cargo de la constructora. En un primer momento, fue el primero quien salió ganando.

Reynosa, una ciudad de calles polvorientas, con seis cines para casi un millón de habitantes y un solo centro cultural, es uno de los lugares más violentos del país. Fue la población de México que en 2014 sufrió más secuestros.

Allí la gente no respeta los semáforos en rojo. Tampoco lo hace el ejército: es un código que se socializó para evitar fuego cruzado. La histórica zona rosa está en ruinas, con bares y restaurantes agujereados por las balas. Hay cantinas que, en sus puertas, tienen escrito CDG: Cártel del Golfo, el grupo criminal que domina en la región. En las calles, es frecuente encontrar esquinas con Padres Nuestros escritos a mano. Los lugareños dicen que las escriben los perdonados por el narco.

“En Reynosa, la muerte es más negocio que la construcción”, dice Orlando Deandar, el dueño del diario El Mañana, la principal publicación de Tamaulipas. Sabe de lo que habla: dice que cinco de sus periodistas fueron asesinados por el crimen organizado.

Deandar es otro de los amigos más antiguos de los Hinojosa. Vive en un fraccionamiento residencial de Reynosa, en una casa llena de animales disecados y olor a la leña que cruje con el fuego en una enorme chimenea. Mientras él habla, un elegante gallo Fénix de plumaje blanco no para de cantar.

Juan Armando es su “compadre”, dice Deandar, que recuerda la juventud del empresario. Hinojosa Cantú estudió ingeniería mecánica administrativa en el Tecnológico de Monterrey y volvió a Reynosa después de la Universidad, donde trabajó reparando los aparatos descompuestos de la constructora familiar. Arregló las máquinas Caterpillar y las aplanadoras, cuenta el director del diario, “y se fue poco a poco levantando”.

Sin embargo, mientras la funeraria familiar prosperaba, Juan Armando lo tuvo más difícil para que la constructora creciera en Reynosa. Había un fuerte competidor, coinciden las fuentes consultadas: Grupo Río San Juan, la compañía de Ramiro Garza Cantú, hoy dueño de Grupo R, una de las principales empresas mexicanas que dan servicios a Pemex y al que todos llaman “el padrino de Reynosa”.

Por eso, Juan Armando se marchó de Tamaulipas y llegó al Estado de México a principios de los 80, donde desarrolló Grupo Higa. Entre las compañías del empresario están Constructora Teya, creada en Toluca en 1982 y una de las principales del consorcio; Mezcla Asfáltica de Alta Calidad, Inmobiliaria del Fuerte de Toluca, Constructora Higa y Publicidad y Artículos Creativos. Entre sus clientes están Pemex, Telmex, Corona, Nissan y el Gobierno del Estado de México.

Ochoa, el desarrollador de Reynosa, dice que tener buenos contactos es el principio de todo constructor. “Ahí está la clave del éxito de Juan Armando, tiene relaciones por todos lados”.

Videgaray dijo en diciembre a los medios que el empresario “tiene una relación con el presidente desde hace muchos años”, aunque no aclaró si son amigos o no.

Estas relaciones son las que pusieron al empresario en el centro de la polémica.

Sin radio

Dora, la madre de Hinojosa Cantú, dejó de escuchar noticias en la radio después de oír que el nombre de su hijo se popularizó en noviembre de 2014, cuando sonó la noticia de la 'Casa Blanca'.

"Apagué la radio y no quise saber más. Son calumnias, todo lo que dijeron son calumnias”, dice, arrastrando las palabras, casi en voz baja. Afirma que nunca habla con su hijo sobre su trabajo y que nunca han tocado el tema de la vivienda de la esposa del presidente. Juan Armando —añade—, es un buen hijo, buen padre y buen marido. “Desde niño fue muy estudioso, era muy dedicado. (...) Me duele por lo que está pasando porque ha sufrido mucho, pasó por la muerte de su hijo, de mi nieto, eso nos dejó devastados, con un profundo dolor en el corazón”.

Juan Armando hijo murió el 20 de julio de 2012 en un helicóptero de Eolo Plus, otra de las empresas familiares, que alquiló aeronaves a Peña Nieto durante su campaña. El hijo volvía del cumpleaños del entonces presidente electo y el helicóptero se desplomó en una zona serrana. A la misa en la catedral de Toluca, a puerta cerrada, fueron Peña Nieto, el gobernador Eruviel Ávila, algunos secretarios federales y senadores.

Rogelio Salinas, contador y miembro de una de las familias prominentes de Reynosa, es amigo íntimo de Hinojosa Cantú y dice que el empresario es un hombre “fuerte” porque siguió trabajando a pesar de la muerte de su hijo y logró crecer “por la cultura del esfuerzo”.

El dueño de Grupo Higa participa en consorcios que consiguieron, en los últimos años, contratos importantes como el del Acueducto Monterrey, otorgado por la Comisión Nacional del Agua por 47,000 mdp; el de la autopista Toluca-Naucalpan, por 7,200 mdp; el del Viaducto Elevado Bicentenario, por 6132 mdp; y la remodelación del hangar presidencial, por 945 mdp.

Esta última obra también le valió numerosas críticas por presunto favoritismo de la administración pública.

El empresario no ha respondido en los medios a ninguna de las acusaciones contra él y mantiene su perfil bajo. Expansión buscó a Hinojosa Cantú o a algún otro representante de Grupo Higa para una entrevista, pero no pudo concretar una cita. La mayoría de las fuentes cercanas a él también se negaron a hablar.

Mientras llueven las críticas sobre Grupo Higa, Deandar, de El Mañana, es uno de los pocos que sale en su defensa. Es franco cuando da las razones para ello: “No es posible que hagan eso, porque le están echando porque le regaló a Peña Nieto una casa [la esposa del presidente presentó el contrato de la vivienda para probar que la compró]. A fin de cuentas —agrega Deandar— no es nada, no es nada, porque es como agradecimiento. Pero si es de toda la vida eso”. El dueño del diario le echa la culpa a la prensa. “Siempre los periódicos le echan más leña al asunto”.

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