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Los 'cronopios' y 'famas' de Julio Cortázar están de cumpleaños

En el Centro de Arte Moderno de Madrid, España, se celebran las cinco décadas de esta y otras obras del escritor argentino Julio Cortázar
mar 21 febrero 2012 02:02 PM
Aurora Bernárdez viuda Cortázar
Aurora Bernárdez viuda Cortázar Aurora Bernárdez viuda Cortázar

Julio Cortázar no solía tener en cuenta los géneros literarios a la hora de escribir. Era poco amigo de las clasificaciones, y uno de los libros que mejor refleja esa gran libertad creadora es Historias de cronopios y de famas, una obra que en su cumpleaños 50 aún conserva todo su poder fabulador.

La vigencia de este libro, precursor del microrrelato, es el hilo conductor del homenaje a Cortázar que se celebra este martes en el Centro de Arte Moderno, en Madrid, presidido por su viuda, Aurora Bernárdez, una mujer menuda y lúcida que le inspiró al genial escritor argentino algunos de sus textos.

La presentación del libro Mundo Cronopio, con ilustraciones de la artista italiana Judith Lange, servirá también para destacar la importancia de estos textos que, como recordó la viuda de Cortázar, "escribía cuando se le ocurría, no como una novela que se empieza y termina".

Aurora Bernárdez no concede entrevistas, pero este martes, recién llegada de París, sí fue posible escucharle algunos comentarios mientras sostenía en sus manos una primera edición de Historias de cronopios y de famas, publicada por Minotauro en 1962.

"Julio nunca se puso a escribir 'los cronopios'. Era algo circunstancial. Él iba a Correos, por ejemplo, y le salía una historieta cómica, conforme se le iba ocurriendo. Después, con todo eso se armó el libro", recordó Bernárdez, mientras contemplaba en el Centro de Arte Moderno muchas de las traducciónes que se han hecho de esta obra.

Historias de cronopios y de famas es uno de los libros que mejor muestra hasta qué punto Cortázar "podía prescindir de los géneros". "Escribe y basta", dijo Rosalba Campra, escritora argentina y catedrática en la Universidad La Sapienza en Roma.

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El autor de Rayuela genera "vicio" en quienes lo leen, quizá porque sus libros encierran "un modo nuevo de acercarnos a las cosas y por eso uno queda enganchado, se contagia y empieza a encontrar elementos cortazarianos en aquello que ve", comenta Campra.

Historias de cronopios y de famas es uno de esos libros que enseña a "mirar la realidad con ojos nuevos". Las criaturas que lo integran no son "necesariamente antropomorfas. No hay una preocupación realista por crear en el lector una imagen predeterminada, sino que cada uno los ve como su cabeza prefiere", señala la experta.

Pero sí hay en sus personajes "cierta caracterización de las posibilidades del ser humano", comenta esta argentina afincada en Roma.

Los cronopios "son despreocupados, poéticos pero también pueden ser crueles, hacer canalladas por diversión, y en los famas uno podría ver a la gente más encasillada en una forma de ser, pero que, cada tanto, pueden ser personajes tiernos", explica Campra.

Cortázar veía la realidad "como algo fluido. A lo único que había que acostumbrarse, creía él, era a la sorpresa", afirma esta experta, quien no cree que los textos de Historias de cronopios y de famas se puedan considerar surrealistas. "Eso sería como reducirlos, encasillarlos".

El escritor argentino sabía "mirar lo cotidiano con ojos nuevos", y con esa actitud conseguía textos como Instrucciones para subir una escalera, en el que logra "deconstruir ese gesto tan automático, mostrándolo como una cosa absolutamente extraña".

Cuando se publicó Historias de cronopios y de famas no existía una categoría para "colocar estas prosas breves", pero ahora se pueden considerar precursoras del género de la microficción, señala Campra, quien no duda en afirmar que Cortázar es un clásico. "Sus libros tienen una vitalidad inagotable".

"Su obra es una especie de llamado a la libertad en general, y tal vez eso nos seduce en su literatura", asegura esta experta. 

En el homenaje participan grandes expertos en Cortázar como Julio Ortega, profesor de la universidad estadounidense de Brown y miembro de la Cátedra Julio Cortázar, de la Universidad de Guadalajara, en México; y Rosalba Campra.

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