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Delfinoterapia, ¿un producto milagro?

Recurrir a delfines para curar enfermedades podría ser más un asunto de ganacias que de salud; hasta el momento no hay evidencias en el mundo que respalden la efectividad de esta terapia.
sáb 29 marzo 2014 06:00 AM
Estudios sugieren que los animales de compañía pueden ser tan terapeuticos para los seres humanos como supuestamente lo son los delfines. (Foto: Getty Images)
delfin

Desde mediados del siglo XX los seres humanos han creído que los delfines tienen poderes curativos, especialmente en los niños que sufren algún tipo de desorden neurológico como retraso mental, autismo o, incluso, hasta cáncer. Pero, ¿nadar a su lado es realmente benéfico o sólo una ilusión mercantil para obtener jugosas ganancias?

Diversos especialistas han revisado minuciosamente una vasta serie artículos publicados en revistas científicas por los defensores de la ya conocida delfinoterapia y encontraron fallas en sus metodologías, que vuelven inválidas sus conclusiones de supuesto éxito, publica la revista Quo en su edición de febrero 2014.

En años recientes, una de las pioneras en estudiar los beneficios de esta actividad en los humanos, la antropóloga Betsy Smith, denunció que hacía mucho que las ganancias económicas habían sustituido a la evidencia en favor de la delfinoterapia.

Por esta razón, la experiencia de nadar con delfines podría estar sobrevaluada. Existen estudios que muestran que estos mamíferos cetáceos, al igual que los caballos, los perros y cualquier otro animal de compañía pueden contribuir positivamente a gente con niveles bajos o moderados de depresión a sanar sus males.

Pero a la fecha, no hay evidencia que permita afirmar que la delfinoterapia tiene efectos favorables duraderos en niños con desórdenes mentales , mucho menos en lo relativo a la curación por ultrasonido.

Nadar con delfines no tiene precio, ¿o sí?

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Pagar la cuenta correspondiente por 'jugar' una hora con un delfín podría hundir a las personas en otra depresión , por lo menos económica, mucho mayor.

Para quien pueda pagar un vuelo a las Islas Caimán, una sesión con el padre de la delfinoterapia, el psicólogo David Nathanson, cuesta 7,000 pesos. Incluso, el experto cambió su residencia en Florida por ese conocido paraíso fiscal, llevándose consigo su centro de investigación delfinoterapéutico.

Quien busca una opción más a su alcance, la podrá en encontrar en Puerto Vallarta, por ejemplo, donde tan sólo se requiere desembolsar unos 3,200 pesos por sesión.

Sin embargo, otras modaliades de terapia para el autismo y otros desórdenes del desarrollo que no tienen que ver en nada con delfines y además, de comprabada eficacia, cuestan mucho menos.

¿Cómo surge el interés de la ciencia por los delfines?

Los rasgos positivos con los que se asocia al delfín (cooperativo, juguetón, amigable, compasivo) provocaron que, sin que nadie les preguntara su opinión, algunos médicos y psicólogos los reclutaran por sus posibles efectos terapéuticos en miembros de la especie humana, teniendo como eje central a los infantes.

Si se buscara un culpable de lo que con el tiempo se conocería como Terapia Asistida por Delfines (TAD), los señalamientos se dirigirían hacia el neurólogo John Lilly, quien a finales de los años 50 realizó polémicos experimentos para determinar si los delfines podían aprender a ‘hablar’ con las personas, con resultados negativos.

Años después, en 1971, Betsy Smith se interesó por la posibilidad de que los delfines pudieran ser de ayuda para niños con desórdenes neurológicos y, ya en los 80, la delfinoterapia encontraría a su máximo profeta en la figura de David Nathanson.

Desde entonces, no es raro ver en las noticias información basada en el trabajo de Nathanson y otros delfinoterapeutas, según la cual las sesiones con delfines han tenido un efecto benéfico duradero en los niños con parálisis cerebral, retraso mental, autismo, síndrome de Down y problemas del desarrollo del habla.

Más aún, algunos de los defensores de la delfinoterapia han propuesto que los ultrasonidos emitidos por los delfines para comunicarse, navegar y localizar su alimento (mecanismo conocido como ecolocación y que es empleado también por los murciélagos) pueden curar tejidos dañados del cuerpo humano y hasta el cáncer , a cambiar la estructura celular.

¿Porqué los humanos aman a los delfines?

Hablar mal de los delfines es exponerse al rechazo inmediato de buena parte de la población mundial. Pero si existe algo peor que expresarse negativamente de ellos, es hablar mal de la delfinoterapia y de sus bondades casi milagrosas.

¿Por qué los humanos no pueden contentarse con observar a los delfines a lo lejos? ¿Por qué, en cuanto ven un grupo de ellos, sienten esa urgencia de treparse de inmediato en una lancha para invadir su intimidad?

¿Por qué, finalmente, 'tienen' que pagar lo que sea, hacer lo que sea, para nadar con un delfín y, ya en confianza, tocarlo, abrazarlo, besarlo y tomarse las fotos y el video del recuerdo?

Es un misterio tan grande como el porqué buena parte de la humanidad coloca a los delfines entre los seres más bondadosos del planeta . Se ha descubierto que, por ejemplo, a veces y en compañía de otros de su calaña, los delfines son capaces de comportarse como auténticos pandilleros.

Mientras tanto los delfines al ser considerados como terapeutas de vanguardia, a pesar de su escaso éxito, tienen sus ventajas: comida gratis, plan de salud, mimos, etc.

No se requiere de la ciencia para concluir que son ellos quienes podrían ser los auténticos beneficiados de la delfinoterapia.

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