Publicidad

Síguenos en nuestras redes sociales:

Publicidad

Para entender a Jackson desde adentro

Quo analiza desde la psicología al niño genial que tuvo una vida incompleta y era hipersensible; Michael no tuvo oportunidad de madurar su personalidad, pues dedicó su infancia a cantar y a bailar.
sáb 08 agosto 2009 06:00 AM
El dolor físico puede confundirse con el emocional. (Foto: AP)
Michael Jackson Quo (Foto: AP)

México, 1979. En un programa cultural que conducía Jacobo Zabludovsky los domingos por la noche, el periodista Jaime Almeida y el locutor Adolfo Fernández Zepeda, la voz de Universal Stereo, alegaban sobre los méritos de un joven afroamericano que empezaba a impresionar al mundo con su voz, pero sobre todo, con su hipnotizante forma de bailar. "Discutíamos sobre si iba a pasar algo, si cambiaría la forma de pensar en la gente, hasta dónde podía llegar; se le comparaba con los Beatles, con los Rolling Stones. Yo estaba convencido de que sería muy bueno, pero no a tal grado", recuerda Fernández Zepeda. Tres años después, el más pequeño de The Jackson Five, la otrora banda de funk-soul, lanzaría el long play Thriller y las predicciones de mucha gente alrededor del mundo serían rebasadas. Pero la fama y genialidad del Rey del pop no llegaría sola, sino acompañada de los fantasmas de un pasado complicado. ¿Fue un genio atormentado? Echemos un vistazo a la psicología de Michael Jackson.

Infancia es destino

Nació en el seno de una familia promedio del condado de Gary, en Indiana (EU); hijo de Katherine, una madre que cojeaba como consecuencia de la polio, y Joseph, un operador de grúas con pocas posibilidades de superación. Se menciona frecuentemente que empezó su carrera de canto y baile desde los tres años, pero esta afirmación carece de lógica: un niño de esa edad no tiene la coordinación suficiente para cantar y moverse al mismo tiempo, aunque es un hecho que desde pequeño, probablemente a partir de los cinco, mostró un enorme talento, tanto musical como relativo a la quinestésica motora, lo que hacía que bailara muy bien.

El talento es una inteligencia y Michael clasificaba como un personaje genial; los genios no sólo repiten lo que el talento genera, sino que aportan su propio estilo. Y todo parece indicar que Michael no hacía más que cantar y bailar, es decir, ensayaba sobre su propio talento, y a expensas del mismo, vivió severas limitaciones, como no crecer en un entorno social adecuado: un niño necesita jugar con otros niños, prestarse juguetes y experimentar sentimientos propios de la edad. Probablemente él nunca tuvo la oportunidad de vivir esto, o lo hizo de manera muy limitada. Se vio inmerso de pronto en el mundo del espectáculo, sin desarrollar otras esferas, como la intelectual -de capacidades verbales- y la emocional. Lejos de tener una personalidad limítrofe, como se le ha etiquetado, nunca maduró como persona.

El villano

"Te hacía pedazos si te equivocabas en la coreografía. Así que no sólo estábamos practicando, estábamos nerviosos ensayando porque se sentaba en una silla con el cinturón en las manos, y si no lo hacías bien, te hacía pedazos", declaró la estrella para el documental Viviendo con Michael Jackson, de Granada Television, realizado por el periodista británico Martin Bashir con base en una serie de entrevistas durante ocho meses, entre 2002 y 2003.

Publicidad

Se han difundido muchas historias acerca del terror que Joseph Jackson infligía a sus hijos. Está la anécdota de que, un día, los asustó con una máscara mientras dormían, para que no dejaran abierta la ventana.

Ha sido demostrado que los niños que han sufrido abuso físico tienen dificultades para formar y mantener relaciones de largo plazo, así como una personalidad ansiosa y evasiva, esto es, realizan sólo aquello en lo que sienten que van a tener éxito y evitan los desafíos fuera de su zona de confort. Intentan probar que son valiosos a través de sobresalir en un área particular y acaban pensando que esa habilidad es la única cosa por la que valen. Pero todos hemos tenido en algún momento de la infancia un evento traumático. Lo más probable es que su padre no fuera un tipo tan malo, como actualmente se le pinta; más bien, Michael tenía una hipersensibilidad. Cualquier comentario como "eres un tonto" o "lo hiciste muy mal", o un golpe físico, le afectaba demasiado. Su padre pudo haber sido un hombre que explotaba a sus hijos por igual, a todos les decía lo mismo, a todos les pegaba, ¿cómo es que no afectó a los demás, pero en Michael tuvo un impacto permanente? Para él fue una figura que quiso complacer y quizá nunca lo logró. "Mi padre fue un genio como representante. Pero lo que yo realmente quería era un papá", declaró Jackson en un discurso ante la Oxford Union, en 2001. Entre lágrimas, agregó: "Si había dado un gran espectáculo, me decía que había sido un buen espectáculo. Si había estado bien, no decía nada".

En otra ocasión señaló que se sentía más protegido en el escenario que fuera de él. Esto tiene su lógica porque lo que le transmitieron y él absorbió, es que sólo valía y lo querían cuándo bailaba y cantaba, cuando en realidad las personas deben ser queridas y amadas por lo que son, porque pertenecen a la especie humana, aunque sean feos, gordos, flacos o desentonen cuando cantan. Al asociar el afecto con su desempeño en el escenario, desarrolló un sentimiento de protección hacia el mismo.

Pastillas para el dolor

Después de Thriller, todo fue una avalancha de éxito y fortuna. Sus actividades eran una referencia obligada de actualidad y le llovían los contratos millonarios, inflando sus cuentas bancarias. Pasó a la historia aquel de 1984, en el que grababa la secuencia de un espectacular concierto para comercializar una marca refresquera: durante la sesión cayó un reflector que incendió su cabello y la oreja derecha. Le recetaron Demerol, una sustancia que encontraron en su cuerpo al morir. Su ingrediente activo, meperidina, pertenece a la familia de los opiáceos (aunque generados sintéticamente), que actúan en el sistema nervioso central y sirven como un narcótico analgésico.

El caso de Michael pudo haber sido el siguiente: cuando existe un dolor psicológico, éste se manifiesta físicamente. Es como si las tragedias dolieran, y su vía de dolor es la misma vía que la del dolor físico. Jackson pudo haber padecido dolor por los arduos ensayos recientes (aunados a los de toda su vida), y al ingerir Demerol, también disminuía su dolor psicológico, y eso pudo haber generado una adicción. "Creo que soy una de las personas más solas de este mundo", escribió en su libro autobiográfico Moonwalk.

A través de la nana de sus hijos, la ruandesa Grace Rwaramba, se ha sabido que ingería cerca de ocho drogas distintas al día, incluidos tres analgésicos. Incluso alguna vez llamó a la madre del cantante y a su hermana Janet para que intervinieran ante su adicción; él la acusó de traicionarlo y la despidió varias veces, la última en diciembre de 2008. La policía confirmó que Michael tenía una fuerte adicción al OxyContin y había recibido una inyección de Demerol una hora antes de fallecer. Los primeros informes revelaban restos de lidocaína, una anestesia local común entre los dentistas, pero que también funciona como inhibidor de arritimia cardiaca.

Frente al espejo

Hacia finales de los 80, Michael Jackson se había construido una imagen que se distinguía por los trajes militares, adornado con medallas e insignias, gafas oscuras, calcetines con lentejuelas brillantes, chaqueta negra relumbrante... Su indumentaria denotaba el poder que ejerce un hombre vestido de uniforme, fascinante para las mujeres; una característica que gustaba a su público. Pudo hacerse de un rancho en California que convirtió en su hogar; construyó en él un auténtico parque de diversiones al que bautizó como Neverland, la tierra donde habitaba Peter Pan, con el que se identificaba y al que admiraba.

Pero en los 90, la fortuna pareció jugarle una pesada broma. Si bien Dangerous, el álbum con el que recibía la última década del siglo XX, fue todavía un éxito, su regreso se vio empañado por el drástico cambio de color de su piel, nada que ver con la tonalidad que había cautivado a la audiencia de todo el planeta. Más de una vez afirmó que padecía de una enfermedad degenerativa llamada vitíligo, que destruye la melanina, sustancia que colorea la piel. Aunque se cree que esta es una dolencia hereditaria, también está relacionada con la tensión nerviosa, que puede provocar y exacerbar la enfermedad, y tiene dos variantes: focal y universal. La primera se presenta en forma de ligeras manchas blancas segmentadas en el cuerpo, especialmente en la piel expuesta al sol; en la segunda, se da una despigmentación casi total. Cuando la afección rebasa el 50% de la superficie corporal, se puede utilizar un procedimiento médico para igualar el color, que habría sido su caso. Sin embargo, los medios difundieron la opinión general de que se mandó blanquear.

Su nariz, sometida a varias cirugías, también alimentó la comidilla. Lo más seguro es que idealizara lo perfecto y padeciera de dismorfobia, que es una preocupación obsesiva con partes corporales. Los sujetos que la padecen se sienten feos, sin importar cómo luzcan. Y seguramente este fantasma de inferioridad física se relacionaba con los juicios de su padre, que solía burlarse de su piel, su nariz y su acné.

Después vendría una serie de álbumes que no corrió la misma suerte que los éxitos anteriores, un matrimonio que nunca convenció del todo, hijos concebidos de una forma poco convencional, y una fortuna que se diluyó entre los excesos y el mantenimiento de Neverland.

Niño o pedófilo

Michael era famoso por sus esfuerzos humanitarios. En los 80 compuso, con Lionel Richie, el tema We Are The World como parte del proyecto USA for Africa, para combatir la hambruna. Cuando tras el incendio en la filmación del comercial, como indemnización, la empresa refresquera le otorgó un cheque por un millón de dólares, Jackson donó la mitad a un hospital especializado en quemaduras que hoy lleva su nombre, y el resto lo repartió a otras instituciones. Y su rancho Neverland fue abierto en múltiples ocasiones para que niños con enfermedades terminales o huérfanos pudieran acudir gratuitamente.

Pero su sexualidad siempre fue una piedra en sus zapatos de charol. Según la biografía escrita por Vill Pavia, de The Times (Reino Unido), Jackson vio su primer streap tease a los nueve años. Un niño que tiene una exposición sexual puede tener repercusiones de miedo, se despierta una sexualidad que no está bien desarrollada y el niño no entiende lo que está sucediendo.

En 1993, la familia de Jordy Chandler, de 11 años, demandaba al Rey del pop por abuso sexual; uno de los tantos niños que había ido a Neverland. Michael tuvo que pagar 22 millones de dólares. Días después de que murió la estrella, Chandler se retractó, señalando que mintió por su padre, para salir de la pobreza. A esa demanda siguieron otras a las que se sumaron las declaraciones que Michael hizo, por ejemplo, a Martin Bashir, en las que aceptaba haber compartido la cama con niños.

Pero esto no evidenciaba a un pedófilo, sino a un hombre atrapado en un cuerpo infantil, incapaz de mantener relaciones adultas sanas. Su sexualidad tenía más que ver con su incapacidad de desarrollarse como un hombre pleno; parecería que quedó atrapado en el cuerpo de un niño de 10 años. Los pedófilos son personas muy enfermas; en algún porcentaje, muestran una historia de excesos, como de drogas y abuso físico. Si bien son muy inseguros y se relacionan con niños porque son incapaces de tener una relación adulta, lo cierto es que Michael no tenía la madurez sexual como para abusar de otros. Para ello se necesita mucha malicia, de una conciencia de poder sobre alguien inferior. En cambio, él era auténtico en lo que decía; bastaba con ver cómo se le iluminaba su rostro cuando mostraba su Neverland frente a las cámaras y sus juguetes.

Réquiem por una estrella

El 5 de marzo de 2009, Michael Jackson lanzó una suerte de despedida, llamada This is it, que consistiría en la sorprendente cantidad de 50 conciertos en la arena O2 de Londres. La nana declaró: "¡Cincuenta conciertos! Le dije: ¿qué estás haciendo? Y contestó ‘Sólo firmé por 10'. No sabía lo que estaba firmando. Nunca lo supo". Con ello pretendía retirarse del escenario, aunque para algunos era una simple estrategia financiera. Lo cierto es que los boletos se acabaron en cinco horas y la hazaña no pudo cumplirse. El 25 de junio sufrió un infarto que lo llevó a un estado de coma del que no despertó. A las 14:30 horas de ese jueves, fue declarado muerto.

Más allá de escándalos, extravagancias y controvertidas declaraciones, dejó un legado de inolvidables canciones, sorprendentes pasos de baile, videoclips que quedaron en la memoria colectiva y cambiaron para siempre la industria de la música. Ojalá hubiera buscado ayuda para derrotar a sus demonios internos y construir un ‘Yo' más fuerte. El adulto disfuncional que emergió de un abuso en la infancia no le permitió actualizar todo su potencial como ser humano. Uno de sus sellos, el uso de un solo guante blanco, fue metáfora de que se sintiera, de alguna forma, incompleto.

 

*Feggy Ostrosky es Directora del Laboratorio de Neuropsicología de la Facultad de Psicología de la UNAM.

No te pierdas de nada
Te enviamos un correo a la semana con el resumen de lo más importante.

¡Falta un paso! Ve a tu email y confirma tu suscripción (recuerda revisar también en spam)

Ha ocurrido un error, por favor inténtalo más tarde

Publicidad
Publicidad