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Sindicato de Telmex, a renovación

Con la salida de su líder en 2009, Francisco Hernández, la agrupación apunta a la modernización; la plantilla laboral actual del gremio es de 38,500 sindicalizados y 10,000 jubilados.
sáb 20 diciembre 2008 06:00 AM
El líder del sindicato de Telmex, Francisco Hernández Juárez, quiere retirarse por su propio pie y en su sano juicio.Foto: (ProcesoFoto)
Francisco Hernández Juárez (Foto: (ProcesoFoto))

“¡Mi partida es definitiva!” No era la primera vez que los miembros del Sindicato de Telefonistas escuchaban estas palabras en labios de Francisco Hernández Juárez, quien lleva 32 años como secretario general. Pero la mañana del pasado 5 de junio algo los movió a tomar la advertencia en serio.

Esa mañana, la ya tradicional planilla única para ‘renovar’ por novena vez al mismo Comité Ejecutivo Nacional de los telefonistas, traía impreso un cargo más: el de secretario general adjunto, que ocuparía Jorge Castillo Magaña, quien heredará la secretaría general en 2009, cuando Hernández Juárez cumpla 60 años de edad.

Y es que el jerarca de los telefonistas –a diferencia del octogenario cetemista, Fidel Velázquez, que al final de sus 36 años como líder cayó en una decadencia que provocaba la burla de los medios– pretende salir por su propio pie y erigirse como el artífice de la transición del sindicato.

Amante de las figuras de Don Quijote de la Mancha, que se pueden contar por decenas en su oficina en el centro de la Ciudad de México, Hernández Juárez asegura que se va “no porque esté cansado, sino porque no quiero que me vayan a traer en silla de ruedas o cuando ya no sepa ni lo que digo”.

La era del desgaste
Pero si a Fidel Velázquez lo acabaron los años, a Hernández Juárez lo remueven las circunstancias: hace una década, tomaba café una vez al mes con Carlos Slim, propietario de Telmex, para hablar sobre la empresa. Ahora, la reducida matrícula sindical y la estrategia de Slim de crear nuevos negocios basados en la telefonía (call centers, telemercadeo, 14 millones de líneas fijas, 15 millones de celulares y 1.2 millones de abonados a internet y banda ancha) sin la participación del sindicato, ha mermado la influencia del líder gremial.

“El sindicato no pudo ampliar su membresía a partir de la aparición de empresas paralelas a Telmex”, reconoce Mateo Lejarza, integrante del comité ejecutivo.

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El hombre que en 1979, tras tres años de gestión, introdujo en el acta de procesos electorales del sindicato que “por única vez sin que sea precedente, se permite la reelección”, asegura mantener sus propuestas en un proceso de revisión continua. “Seguimos luchando”, dice Hernández Juárez.

Tras nueve reelecciones, parece muy lejana aquella promesa de 1990 en la que el líder buscaría una afiliación de 100,000 trabajadores para el año 2000. Ahora, la plantilla laboral es de 38,500 sindicalizados y 10,000 jubilados de quienes ha echado mano para ingresar más recursos a las arcas del sindicato a través del cobro de cuotas.

El sindicato simplemente no le pudo seguir el paso a la empresa: a mediados de los 90 llegó a su cifra máxima de afiliados con 42,100, pero al conformarse nuevas empresas sólo afilió a 5,250 empleados hasta 1999, de los que hoy quedan 2,238 en la compañía que da mantenimiento y limpieza a los edificios de Telmex.

En Tecmarketing, firma dedicada al telemercadeo, afilió a 3,000 trabajadores en 1999, pero ahora quedan sólo 1,700; Limsa, constituida en 2001, contó con apenas 550 empleados.

Y no es que el sindicato no busque ganar más adeptos, sino que, como explica María Cristina Zaragoza Lemus, trabajadora de Ingeniería y Proyectos Especiales, “difícilmente recibimos el adiestramiento que se necesita para operar los equipos, cuando apenas los estamos conociendo, viene una nueva tecnología. Entonces, la empresa prefiere gente de fuera que dar la capacitación”.

El mismo Hernández Juárez reconoce que mientras un empleado sindicalizado hace un promedio de dos instalaciones por día, el personal de la competencia realiza de tres a seis diarias, y hasta disponen de mecanismos para completar 30 instalaciones en un fin de semana.

También su credibilidad como líder gremial y presidente colegiado de la Unión Nacional de Trabajadores (UNT) se ha desgastado, al pasar de vanguardista a radical y al ser rebasado por los viejos sindicatos, como los petroleros y el de maestros, que estudian crear una nueva cúpula sindical de cara a las reformas pendientes y a las elecciones de 2009.

Éste es el contexto que advierte que la era Hernández Juárez está por concluir. “Su salida tiene que ocurrir, ahora, lo importante será que el sindicato cuente con mecanismos para la transición”, asegura Graciela Bensunsán, especialista de la Universidad Autónoma Metropolitana.

Para la disidencia, agrupada en la Red Nacional de Telefonistas (RNT), el ‘delfín’ de Hernández Juárez es es sólo una extensión de su control sobre el sindicato. Castillo Magaña, originario de Ciudad Guzmán, Jalisco, lleva más de 20 años en el sindicato. En los 80 fue elegido para la comisión sindical del trabajo y hasta antes de junio presidía la ‘poderosa’ comisión de modernización que revisaba los índices de productividad de los trabajadores de cara a las negociaciones de cada contrato colectivo de trabajo con Telmex.

Unt, la otra debacle
Enarbolando la bandera del sindicalismo independiente, Hernández Juárez convocó a sindicatos como el de la UNAM, Volkswagen, IMSS y las asociaciones sindicales de sobrecargos y pilotos, entre otros, para constituir la Unión Nacional de Trabajadores (UNT).

La nueva central obrera, creada el 28 de noviembre de 1997, aglutinaba 150 organizaciones de las que el líder telefonista era ideólogo, muy a pesar de los dirigentes gremiales que conformaban la presidencia colegiada de la UNT, como Agustín Rodríguez (STUNAM) o Valdemar Gutiérrez (IMSS). En algún tiempo fue “ejemplo del sindicalismo moderno”, como llamaba el entonces presidente Carlos Salinas de Gortari a su ‘amigo personal’ Hernández Juárez, pero la UNT decayó.

Con 11 huelgas en su historia, ahora sus reiterados llamados a huelga nacional para poner fin a los conflictos laborales como el de los mineros y los sobrecargos han terminado en marchas, mítines o la colocación de mantas en oficinas.

Atrás quedaron los ‘aciertos’, como su férrea defensa de los derechos laborales y en contra de la ‘Reforma Abascal’, así como el apoyo al sindicato del IMSS frente al cambio en su Régimen de Jubilaciones y Pensiones. Las fracturas en la UNT se volvieron más evidentes en 2006, cuando se negociaron las posiciones políticas para las elecciones de ese año.

Al igual que Hernández Juárez, la UNT sufre divisiones, desgaste y está a punto de ser rebasada por el regreso de los viejos sindicatos corporativos como el de los petroleros (STPRM), comandado por Carlos Romero Deschamps, y el magisterial (SNTE), de Elba Esther Gordillo Morales, quienes buscan tomar el liderazgo sindical mexicano en el siglo XXI.

A raíz de ello, Valdemar Gutiérrez, líder del sindicato del IMSS anunció su posible separación, “porque no hemos tenido ninguna ventaja política en 10 años, no nos ha servido de mucho estar en una organización a la que ya se le terminó el poder de negociación”, afirma.

El Sindicato Independiente de Volkswagen permanece en la UNT por “cumplir con una imagen”, pero, en la práctica, ya no le ve futuro, según el nuevo líder, Victor Cervantes.

Retorno del viejo sindicalismo
El 30 de mayo, bajo el eslogan ‘El sindicalismo mexicano enfrenta hoy el mayor desafío de su historia’, Elba Esther Gordillo, Carlos Romero Deschamps y otros 34 líderes de organizaciones históricas, como el Congreso del Trabajo o la Central de Trabajadores de México, lanzaron una convocatoria para crear una nueva agenda de la política laboral.

Lizette Clavel, secretaria general de la Asociación Sindical de Sobrecargos de Aviación, reconoce que “se nos adelantaron, ese impulso en favor de los derechos laborales lo debió abanderar la UNT”.

Según ella, sólo 10% de los trabajadores están incorporados a una organización sindical, 62% carece de prestaciones sociales y  46% ni siquiera tiene contrato laboral, lo que redunda en que el mínimo haya perdido 73% de su poder adquisitivo en una década.

“Esos sindicatos que hoy convocan a una nueva alianza buscan una posición que los articule para tener una mejor defensa y tener capacidad de negociación con el gobierno a cambio de sobrevivir al futuro”, advierte Graciela Bensunsán.

Y tienen con qué. Según el Análisis de la Convocatoria Por una Nueva Política Laboral, las 36 organizaciones que conformarían la nueva cúpula sindical, bajo el mando de Gordillo Morales y Romero Deschamps, concentraría a 1.8 millones de trabajadores sindicalizados con presencia en 32 estados. Entre sus miembros hay nueve legisladores pertenecientes al partido Nueva Alianza y uno más (el priista Ricardo Aldana) como representante de los petroleros.

Hasta ahora, menudean las reuniones en ‘secreto’. Y se sabe que los operadores magisteriales y petroleros ya se entrevistaron con los dirigentes del ‘sindicalismo independiente’, como Agustín Rodríguez, del STUNAM; Martín Esparza, de los electricistas; Valdemar Gutiérrez, del IMSS; Jesús Ramírez Stabros, en el caso de los pilotos. La lista continúa.

Documentos de la Secretaría del Trabajo advierten que este llamado a una alianza de sindicatos traerá riesgos, pues tendrán “la capacidad de inclinar la balanza en los procesos electorales”.

Silenciosamente, el viejo sindicalismo está avasallando a quienes los desplazaron como interlocutores con el gobierno. De cumplir su promesa, Hernández Juárez se irá, pero el viejo sindicalismo se queda.

LA RED FAMILIAR

En 33 años de liderazgo sindical, Francisco Hernández Juárez ha consoli-
dado el Comité Ejecutivo Nacional del Sindicato de Telefonistas como una
red familiar. Hermanos, hijos, cuñados, sobrinos, yernos y nueras figuran
en distintos puestos de la organización obrera.

“Es como un comité paralelo que cada vez se extiende más en el Sindicato
de Telefonistas de la República Mexicana (STRM)”, denuncia Ricardo Arzate
Rivas, actual dirigente de la Red Nacional de Telefonistas (RNT), organiza-
ción opositora a la dirigencia actual.

Por ejemplo, sus hermanos Margarita y Rafael Hernández Juárez fungen como su secretaria y secretario particular, respectivamente. Otros dos hermanos, Jesús y Teresa, son encargados de las carteras de relaciones obrero patronales y de capacitación, y otra hermana del líder, María Luisa, tiene a su cargo la caja de ahorro, es decir, es la contralora en el sindicato.

Otros puestos, como la oficialía mayor, el Sistema de Información Sindical y la gerencia de la caja de ahorro, están bajo el mando de los hijos de Francisco.

“Toda la estructura del Comité Ejecutivo Nacional ha sido para los familiares, pues Pancho tiene la facultad especial de nombrar a sus comisionados –sus hermanos–, y no por elección, tal y como lo requiere un sindicato democrático”, detalla Angelina Reyes Harris, candidata a ocupar la secretaría del Interior de la RNT.

 

 

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