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Ilusiones del MBA, hostigador y enfadado

Señor Q encuentra solución a los problemas que rodean la vida profesional; si él no tiene la respuesta, seguramente nadie la tendrá.
lun 19 enero 2009 11:06 AM
Quienes puedan presumir de flexibilidad serán los príncipes corporativos, dice el Señor Q. (Foto: Archivo)
Hombre (Foto: Archivo)

Este Señor Q es un homenaje a 40 años de negocios (y de dudas).

Diciembre de 2001
ESTIMADO SEÑOR Q: Después de egresar de mi MBA en una prestigiosa universidad de EU, el año pasado, recibí dos ofertas de trabajo: una de Todomascotas.com, para ser su director operativo en Miami, y otra de Goldman Sachs, para integrarme a su Departamento de Mercados Emergentes en Nueva York. Elegí el portal, que en ese momento me ofrecía más dinero y responsabilidad, pero, como bien sabe, las firmas de internet colapsaron poco después. Estuve cuatro meses en el sitio, que ya no existe, y ahora estoy sin trabajo y en medio de una recesión global. ¿Cómo hago para, la próxima vez, no equivocarme en la elección de la industria para trabajar?

Deprimido Ex Puntocom.

 

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Querido Deprimido: Si algo te sirve de consuelo, ten claro que no has sido el único MBA que se encandiló con las luces de internet y aceptó ofertas de changarritos sin ingresos ni negocios. Fuiste parte de la marea y allí estás, con la mayoría: sin trabajo y desorientado, sin saber a qué sector apuntar tus sobrecalificados cañones. El Señor Q no tiene respuesta a tu pregunta, quizás porque no la hay. Si quieres estabilidad y ascensos, elige firmas grandes de industrias consolidadas. Pero, si te gustan las aventuras y el vértigo, apuesta por empresas innovadoras en mercados con mucho potencial.

Alocado, Q

 

Noviembre de 1974
ESTIMADO SEÑOR Q: Trabajo como secretaria en una empresa constructora. Mi jefe, el gerente administrativo, es un hombre respetable (y casado) que ha sido muy bondadoso conmigo. Pero la situación ha cambiado. En los últimos meses, este hombre se me ha insinuado de formas cada vez más obvias. Me ha dado palmadas en el trasero, como si fuera una broma, y me ha acusado, frente a otros compañeros de trabajo, de comportarme ‘como una monja’. La semana pasada me amenazó con despedirme si no viajo con él a una conferencia en Guanajuato. ¿Qué hago? Yo no quiero ir. Conversé con mi madre y ella me dio a entender que a los hombres y los jefes siempre hay que complacerlos. Estoy desesperada, ¿será cierto que es imposible ser mujer en el trabajo sin sucumbir a los deseos del jefe?

Ni monja ni zorra.

 

Querida Ni Monja: Muchos hombres se han tomado la flexibilidad de las costumbres para liberarse ellos mismos (de sus mujeres) y pretender ‘liberar’ también a sus empleadas. Es un asunto del que todavía no se habla. Pero habrá cambios pronto. Este año, un tribunal de Estados Unidos condenó a un hombre que había intentando abusar de una subordinada. El nombre que le han puesto a este tipo de conductas es ‘abuso sexual’ y va en camino de ser considerado una forma más de discriminación laboral. El camino será lento y arduo, pero el Señor Q es optimista y cree que dentro de unos años los jefes lo pensarán dos veces antes de hacer cosas así.

Sin secretaria, Q

 

Enero de 1986
Estimado Señor Q: Veinte años estuve esperando el ascenso, la renuncia o la muerte de mi jefe. Años en los que mi única posibilidad de ascenso era la de remplazar a mi jefe como gerente de compras de una tienda departamental en Guadalajara. El dueño respetaba la antigüedad de cada empleado y siempre decía que yo remplazaría a mi jefe cuando el puesto quedara vacante. Pero lo que ocurrió, todo en una sola semana aciaga de 1985, fue esto: el dueño vendió la empresa a un fondo de inversión gringo, mi jefe negoció una ‘justa’ salida y su puesto fue cedido a un chavito de 26 años recién salido de un máster. No sé si ponerme a ‘quemar’ la empresa.

Viejo e inútil.

 

Querido Viejo e Inútil: Con la mala suerte que has tenido, tienes todo el derecho a llorar durante meses, enfadarte y a sentir que el mundo ha sido injusto contigo. Pero también debes saber que los tiempos han cambiado y que aquellos viejos códigos de las empresas familiares, donde la estabilidad y la antigüedad eran valores supremos, están cambiando. La nueva palabra de moda es flexibilidad. Quienes puedan presumir de ella, serán los príncipes corporativos. Quienes no, reliquias de una época antigua.

Inflexible, Q

 

¿Preguntas? Escribe a senorq@expansion.com.mx

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