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Lealtad y eficiencia

Los resultados son más importantes que la lealtad de un empleado, dicen Jack y Suzy Welch; el ex CEO de GE y la ex editora de Harvard Business Review creen que debe anteponerse el desempeño.
vie 30 enero 2009 06:00 AM
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Motivar a los empleados ayuda a elevar la productividad labo (Foto: Dreamstime)

PREGUNTA:¿Cómo deben hacer los líderes para conseguir la lealtad de sus empleados? Para algunos, la lealtad es la que distingue a los buenos de los malos empleados. Pero, según he observado, los empleados que no son despedidos porque son leales a sus jefes pueden afectar a una compañía. En su opinión, ¿cuándo y dónde es importante la lealtad?
George DeTellis Jr, Orlando, Florida.

RESPUESTA: La lealtad parece la cosa más importante del mundo cuando la empresa despide a empleados que llevaban muchos años en la compañía. En esos momentos aflora la inquietud acerca del sentido de invertir todos esos años respaldando al equipo y a la empresa. Y muchos de ellos deben pensar “¿acaso mi lealtad no sirvió para nada?”.

Y sus jefes se sentirán estremecidos, pero no por el shock y la furia, sino por la culpa y la vergüenza. Pues la mayoría de los jefes sabe muy bien que los empleados no deben descubrir, recién en su último día de trabajo, cuáles son los valores que pesan más en la organización.

Los valores deben ser un tema central de cada día, especialmente cuando se prepara a la firma para una recesión. Es en estos momentos cuando los empleados necesitan saber qué conductas les permitirán conservar el empleo. Y la lealtad, por sí sola, muy raras veces cuenta.

Ahora bien, no queremos decir que ‘la lealtad ha muerto’, esa frase popular desde los años 80. Existe la lealtad a una persona. Un empleado leal pone a su jefe en el centro de su mundo, de una manera obsequiosa que todos ven, excepto el jefe. Y también existe la lealtad a la antigua, basada en el apoyo a la compañía. Todas esas conductas suelen calentar los corazones de los directivos, que las recompensan con la seguridad en el empleo.

Pero eso ocurre poco. Hoy en día es más común que los jefes protejan y recompensen a empleados que dan resultados consistentemente. No decimos que las empresas no recompensen a los leales. Cuando la economía es fuerte, un récord de lealtad puede proteger al empleado que tiene un desempeño mediocre. Pero en tiempos difíciles, un jefe hará lo necesario para salvar a la compañía y querrá quedarse con los mejores empleados, sean leales o no, y los otros serán invitados a irse.

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¿Es eso malo? No desde nuestro punto de vista. Las empresas sólo pueden ganar si tienen a los mejores empleados. Y aunque eso suene mercenario, es importante recordar que todos se benefician en una sociedad cuando prosperan las firmas. Ahora más que nunca necesitamos compañías que sean meritocracias para hacer que la economía de EU vuelva a ponerse en pie.

En otras palabras, la lealtad no ha muerto, pero sí la idea de recompensar la lealtad sin tomar en cuenta el desempeño. Eso es miope, equivocado. Pero aún más equivocado es que tan pocos directivos comuniquen la verdad acerca de la lealtad antes de verse obligados a hacerlo. En cambio, sólo lo hacen cuando entregan el aviso de despido a Joe o a Mary. Entonces, recién entonces, admiten: “Usted ha trabajado aquí muchos años, pero, en realidad, no es bueno. Tenemos que echar empleados, y usted es uno de ellos”.

¡Qué vergüenza! Y también, qué innecesario. Toda empresa, sin importar su tamaño, debe tener un riguroso sistema de evaluación que aclare qué valores y conductas importan, y cuánto. Y también que informe a los empleados en qué posición están con relación a sus pares.

Algo es cierto, ni siquiera el mejor sistema de evaluación hará más fáciles los despidos. Pero al menos hará que no tome a los empleados por sorpresa.

Durante el próximo año, la recesión dará a todos los jefes algunas lecciones importantes. Tal vez usted no ha dejado claro a otros cuáles son los valores de su organización. Pero seguramente en estos tiempos no tolerará el mal desempeño. Cuando se trata de la lealtad, la culpa es una gran maestra.

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