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Año duro para Obama y los Demócratas

Aún con la popularidad de Obama, 2009 fue un año difícil para los demócratas en Estados Unidos; a pesar de perder dos elecciones y causar descontento entre el electorado, esperan un mejor 2010.
dom 03 enero 2010 06:00 AM
El presidente estadounidense, Barack Obama, llamó presidente al primer ministro ruso, alentando los rumores de que es Putin quien realmente gobierna el país. (Foto: Reuters)
barack obama

Si bien era de esperar que la popularidad de Barack Obama disminuyese, el 2009 fue un año duro para los demócratas, que esperan el 2010 con bastante aprensión. Los demócratas perdieron las dos elecciones para gobernador estatal que hubo este año y están divididos en torno a Afganistán y a la reforma al sistema de salud. Además, por ser el partido en el gobierno, deberán hacer frente a las iras del electorado por las altas tasas de desempleo y el creciente déficit.

Obama y los líderes demócratas del Congreso están gastando mucho capital político en la reforma al sistema de salud, que no logran sacar adelante pese a ser mayoría en las dos cámaras.

El panorama del partido, no obstante, no es tan desolador si se tiene en cuenta que los republicanos están peor todavía. Abundan las diferencias ideológicas, no tienen claras sus prioridades y carecen de un líder.

De hecho, el denominador común del 2010 podría ser el descontento generalizado del electorado con los funcionarios en ejercicio, sin importar su partido. Resulta difícil pronosticar cómo se reflejará ese sentir en las elecciones del año que viene, en que se renovarán las 435 bancas de la Cámara de Representantes, un tercio de las del Senato y 37 gobernadores.

Encuestas recientes indican que buena parte del electorado no aprueba la forma en que se manejan los legisladores demócratas. Y el desempeño de los republicanos es considerado más flojo todavía. Una consulta de la Quinnipiac University señaló que el 58% de los encuestados no está satisfecho y solo el 31% lo aprueba.

Otra encuesta revela que los estadounidenses, por amplio margen, estiman que los demócratas están mucho más preparados para resolver los problemas del país.

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Obama inició el año entonado por una victoria histórica en las elecciones presidenciales y con una de las mayorías legislativas más grandes en décadas.

Pero encaró enormes desafíos: Una economía al borde de la depresión y una opinión pública cansada de la guerra, que no quiere más aventuras en Irak y se muestra reticente a enviar más soldados a Afganistán.

Obama batalló para sacar adelante un plan de rescate económico de 787.000 millones de dólares y luego se jugó por una reforma al sistema de salud.

Los legisladores republicanos resisten al unísono las iniciativas del presidente y algunas de sus críticas se hacen sentir.

Una encuesta de AP-GfK realizada en noviembre indicó que casi la mitad de los consultados se oponen al plan de salud de Obama y solo un tercio lo aprueba.

Curiosamente, la misma consulta señaló que el porcentaje de gente que considera que Obama se está manejando bien en el asunto de la salud es levemente superior que el de que opina lo contrario, lo que refleja que el mandatario todavía conserva una buena dosis de popularidad.

El 54% de la población aprueba la gestión de Obama, comparado con el 67% de febrero, de acuerdo con la encuesta. Aparentemente hay mucha gente que tiene una opinión favorable de Obama como persona, pero no de su iniciativas en relación con el desempleo, los impuestos, el déficit, la inmigración y Afganistán.

La popularidad de Obama, no obstante, difícilmente ayude a los candidatos demócratas en las elecciones legislativas de noviembre.

Las pocas votaciones que hubo este año, incluidas dos en las que los demócratas perdieron las gobernaciones de Nueva Jersey y Virginia, revelan que muchos de los votantes jóvenes, liberales y de minorías que se pronunciaron masivamente por Obama el año pasado no se sienten tan motivados cuando él no está en la papeleta.

Si se mantienen la tendencia tradicional de que el partido del presidente pierde las elecciones de mitad de término, Obama podría quedarse sin la mayoría en el Congreso.

Los republicanos, que necesitan ganar 41 bancas para arrebatarle la mayoría a los demócratas en la cámara baja, esperan repetir su golpe de 1994, cuando conquistaron 52 asientos y pasaron a ser mayoría por primera vez en décadas.

Para que ello suceda, los republicanos tendrían que superar sus conflictos entre conservadores radicales y moderados, que están desangrando al partido. Además, deben ofrecer propuestas serias.

"Tenemos que demostrar que tenemos un programa, que sacamos enseñanzas de lo sucedido, y disculparnos por haber gastado tanto" durante el gobierno de George W. Bush, sostuvo el representante republicano Jack Kingston. "A la gente le gusta que haya un segundo partido que equilibre las cosas".

En el Senado, los demócratas cuentan con los 60 votos requeridos para contrarrestar maniobras dilatorias, incluidos los de dos independientes. Si cediesen una sola banca, perderían la mayoría absoluta.

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