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Andrés Conesa Labastida

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mar 20 septiembre 2011 02:55 PM

Subsecretario del área del Estado Unidad de Crédito Público SHCP
34 años

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En un año de alta vulnerabilidad para la estabilidad de las finanzas públicas mundiales, la labor de Andrés Conesa Labastida fue consolidar el riesgo país de México en torno a los 200 puntos de base, cuando Brasil –la segunda economía más importante de América Latina– no ha podido perforar el piso de los 700 puntos. “Nuestra prioridad es tener la deuda pública en orden para asegurar un entorno de estabilidad y certidumbre económica interna”, afirma.

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Desde hace un año, la responsabilidad de este licenciado en Economía por el ITAM con maestría y doctorado en el MIT, es la arquitectura estructural de la deuda pública de México. Y para lograrlo ha seguido tres estrategias. Por principio, amortizó anticipadamente 11 préstamos contratados con el BID (obligaciones que se arrastraban desde 1989), lo que redujo la deuda externa en $292 millones de dólares. Por otro lado, emitió un bono en el mercado inglés por $915 millones de dólares, a 20 años y tasa de interés anual fija de 6.75%, con lo que se cubrieron las necesidades de financiamiento en moneda extranjera para todo el año. E hizo la primera operación de intercambio de deuda no estructurada (es decir, que no formaba parte del stock Brady), que generó un ahorro de $50 millones de dólares. “Y todo ello, respetando el compromiso de desendeudamiento externo por $500 millones de dólares, que fue lo aprobado por el Congreso para este año”, indica Conesa.

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Sin embargo, Conesa enfrenta un gran reto por la acumulación de deuda interna. “El objetivo a largo plazo es depender cada vez más del ahorro interno y menos del externo, para reducir riesgos de vulnerabilidad”, explica. El punto crítico es que en lo que va del sexenio, la deuda pública interna creció 76.9%, de acuerdo con reportes oficiales del Banco de México y de la SHCP. “Sin embargo, con esta política de deuda, el ahorro interno viene creciendo a un ritmo más acelerado que lo que crece el endeudamiento. Prueba de ello es que hay empresas del sector privado colocando deuda en pesos a tasa nominal fija a plazos de 10 años”, argumenta.

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Fiscalista, por formación y convicción, Conesa se declara admirador de economistas como Rudi Dornbusch. Desde esa matriz de pensamiento, se vuelve cauto a la hora de opinar sobre la política de gasto corriente que está ejecutando el gobierno. “No estoy en posición para calificarla”, dice. Pero, reconoce: “México no puede financiar gasto corriente con ingresos no recurrentes, como el petróleo, no es bueno ni sostenible. Necesitamos apoyo del Congreso para hacer las reformas que fortalezcan los ingresos permanentes del sector público”.

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Mientras las reformas estructurales de segunda generación no ocurran, Conesa se ve obligado a sostener una ruda disciplina fiscal por el lado de la deuda, para garantizar un crecimiento de cuanto menos 3% para el año.

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“Los que estamos por mantener la disciplina fiscal somos los primeros en recibir la etiqueta de neoliberales, pero el pago de la deuda no es cuestión de ideología sino de cumplimiento de contratos y de vigencia del estado de derecho”, dice. Rehuye polemizar con Carlos Slim, quien reclama liberar fondos públicos para dar un combate más directo a la pobreza. “Defender la disciplina fiscal no implica estar en contra de un mayor gasto social”, afirma.

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Quienes conocen la trayectoria profesional de Andrés Conesa aseguran que tiene el perfil del funcionario que organismos como el FMI o el Banco Mundial quisieran en sus filas. “Prefiero quedarme en mi país”, asegura. ¿El sillón de la Secretaría de Hacienda es el objetivo? “Por ahora me siento muy entretenido en Crédito Público”, responde.

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