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Antonio de Rivero

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mar 20 septiembre 2011 02:54 PM

Sabe que si hubiera sido futbolista –su otro sueño– viviría más tranquilo y sería más sano. Pero después de una reconocida tesis profesional y un desempeño destacado en empresas como Ford y Motorola, decidió clavarse en el negocio que hoy le roba 18 horas diarias. Tanto le exigen sus restaurantes y sus proyectos que hace dos años la que era su esposa lo dejó. Hoy, recuperado, tiene los suficientes bríos para aceptar la invitación a cocinar durante 35 días para los 900 pasajeros que darán la vuelta al mundo en el Crystal Cruise, el mejor crucero del mundo y el máximo lugar de hospedaje que existe, sobre cualquier resort u hotel de tierra.

- Antonio no tiene empacho en presumir su preparación culinaria “al lado de los mejores chefs”, ni se detiene para hablar de lo ambicioso que es o de los $12 millones de dólares que se invertirán en un restaurante neoyorquino en el que va de socio. Piensa que en México hay, si acaso, 10 buenos chefs, pero los clientes son fáciles de complacer, “por eso cualquiera puede abrir un restaurante sin tener experiencia en la cocina ni conocer el negocio.” Él, en cambio, se precia de ser, además del chef, el administrador, el operador, el decorador y hasta el anfitrión de sus restaurantes. Le gusta recomendar, así venga en pants o bermudas, como pasa la mayor parte del día.

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