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Cafeteros compulsivos anónimos

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mar 20 septiembre 2011 02:54 PM

En mayor o menor medida el café ha llegado a ser fundamental en la vida de miles de personas. Hay quienes no despiertan ni conectan bien sus ideas hasta que se toman ese cafecito matutino. Para otros, la comida no es completa si no termina con un buen café. Cuántos exámenes se hubieran reprobado de no ser por ese -termo de café que acompañó las noches de estudio. Y qué harían las secretarias sin el maravilloso pretexto del cafecito cuando alguien llega a ver al jefe y tiene que hacer tiempo.

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Tanta popularidad se debe a algo muy sencillo: los efectos excitantes de la cafeína logran que el bebedor de café se sienta activo, con más ánimos y, sobre todo, sin ese adormecimiento y cadena de bostezos, patéticos en cualquier sitio.

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Si un devoto del café goza de buena salud y se toma unas tres tazas al día, podrá disfrutar por mucho tiempo las dulzuras de esta bebida tan singular. Pero si ya lleva algunos años consumiendo a diario más de cinco tazas deberá tener cuidado, pues la dependencia que crea la cafeína puede ser tremenda.

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Recientemente, el diario neoyorquino The Wall Street Journal dio a conocer el nacimiento de grupos de cafeteros anónimos, que funcionan con la misma filosofía que Alcohólicos Anónimos (AA). Se trata de que personas que consumen hasta 20 tazas de café al día renuncien a ello y sientan que no están solos en su lucha.

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Los grupos de cafeteros anónimos apenas comienzan, pero no extrañará que en unos años este movimiento crezca y busque terminar con todo lo que huela a café. Se lanzarán contra las máquinas de café que se ponen en los hospitales, oficinas, universidades, etcétera... Intentarán que en los aviones no se sirva café porque pone nerviosos a los pasajeros y que a los cafeteros de corazón se les mande al rincón en los restaurantes (junto a la sección de fumadores). De lograrlo, el café du Brésil sólo se conseguirá en el mercado negro y el mundo será testigo de manifestaciones en la Casa Blanca para pedir que el café salga de la canasta básica de los países tercermundistas.

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Mientras tanto, lo que es un hecho es que el café en exceso puede ser muy nocivo. Para el doctor Alberto Pasquetti, especialista en nutriología clínica, el café es un excitante que puede causar problemas principalmente en tres áreas del organismo:

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Sistema Nervioso Central. Es aquí donde se genera la dependencia ya que la persona se mantiene despierta, con mayor agilidad mental y con la sensación de que reduce el estrés y la depresión.

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Cardiovascular. El café tiende a aumentar la presión sanguínea forzando al corazón a trabajar de más (extra-sístoles). Por eso se prohibe a quienes sufren de problemas coronarios o cardíacos.

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Intestinal. Tomar café aumenta las molestias de los pacientes que sufren de colitis, y su ingestión en grandes cantidades tiende a aumentar las secreciones ácidas del estómago y facilita el reflujo gastroesofágico.

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Para otros médicos también existe la sospecha de que el café puede llegar a ser factor de cáncer. Sin embargo, un estudio realizado en 1993 por la -School of Medicine and Biomedical Sciences de Nueva York, encontró que la posibilidad de que el café provoque cáncer de vejiga es muy remota. Del mismo modo, la -Unité de Recherches en Epidémiologie des Cancers, en Francia, concluyó el mismo año que el café regular o descafeinado no ocasiona cáncer renal.

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Por otro lado, un informe publicado en Estados Unidos por los investigadores Kokjohn, Graham y McGregor, demostró que a mayor consumo de café, mayor colesterol. Además, que éste aumenta cuando el café se toma hervido y disminuye cuando es filtrado. Otro dato relevante es que el consumo de cafeína, ya sea en café, té, alcohol o refrescos de cola, puede provocar en mujeres embarazadas que el feto retarde su crecimiento normal, según la Université Laval de Canadá.

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Así pues, como en todo, los excesos son pésimos para el organismo. Por eso no estaría de más que los cafeteros anónimos en ciernes tomaran en cuenta las conclusiones médicas y se unieran a los que cantan: “No quiero tomar café, porque el café quita el sueño. Lo que quiero es tomar té, porque tomando té... tampoco duermo” Pero eso, ¡a quién le importa!

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