Dormir con la almohada equivocada puede ser causa de muchas desventuras. Por eso, los buenos compradores se olvidan de la pena y prueban –sin importar las miradas del vendedor– lo que van a comprar.
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Sea de hule espuma, trigo sarraceno –como lo indica la moda japonesa–, pluma de ganso o poliéster, lo más importante en una almohada es que mantenga cabeza, cuello y espina alineados.
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Claro que las personas tienen diferentes necesidades a la hora de caer en brazos de Morfeo. El que duerme boca arriba debe usar una almohada delgada y plana que mantenga su rostro paralelo al techo. En cambio, quien prefiere dormir de lado, tendría que seleccionar una almohada firme que llene el hueco que queda entre cuello y colchón. Para estos durmientes también se recomienda el uso de una almohada mediana entre las piernas para sostener la presión de la espalda baja y las caderas.
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Quien pasa la noche boca abajo debe seleccionar una almohada muy delgada o, de plano, prescindir de ella.
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Finalmente, el que se mueve toda la noche podría elegir uno de los modelos moldeados, aunque si es de esos que golpean su almohada para darle la forma deseada, una de poliéster o de plumas podría llegar a funcionarle.
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Sea como sea que duerma, nunca deje caer su cabeza sobre una almohada muy alta que le haga perder la alineación. Ese es el mejor pasaporte a un desagradable dolor de cuello a la mañana siguiente.