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Destruyendo la construcción

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mar 20 septiembre 2011 02:54 PM

Aceptemos que el progreso de cualquier país depende de su capacidad para competir. Además de alta productividad (que no tenemos), se requiere de infraestructura para rivalizar con los países cuyo grado de desarrollo queremos alcanzar. ¿Cómo andamos?

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Existen indicadores objetivos que nos dicen cómo está nuestra infraestructura de apoyo. Global Competitiveness Report 2001-2002, informe que publica el Foro Económico Mundial, señala dos características de los índices de corrupción de Transparencia Internacional: 1) son imperfectos, como cualquier indicador agregado en el mundo; y 2) son lo más objetivo que tenemos en materia de comparaciones globales. Así las cosas, démosles algo de crédito.

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Según este anuario, de 75 países comparados México ocupa el lugar 54 en competitividad de infraestructura (hasta Argentina y Venezuela, con todos sus problemas, están arriba de nosotros).  Son enormes nuestros rezagos en carreteras, aeropuertos, líneas de telecomunicación y transmisión de energía, puertos marítimos, parques industriales y vivienda para los trabajadores. Con el fin de ponernos al día deberíamos tener al sector de la construcción trabajando horas extra, recuperando el tiempo perdido. Sin embargo, sucede  todo lo contrario. El año pasado, esta área productiva se contrajo 4.5% en términos reales. El escuálido crecimiento de 1% que se pronosticaba para este año se encuentra en riesgo ante la nueva deceleración de la economía estadounidense y  los escándalos corporativos del país vecino.

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Para colmo, la escasa infraestructura que contrata el gobierno termina en manos de empresas extranjeras. La ventaja es económica, no técnica. Tan es así que luego, ya con el contrato en la mano, las foráneas subcontratan a las nacionales en las partes más pesadas pero menos redituables del pastel. Las firmas mexicanas dejan de ser competitivas porque radican en un país que presenta el lugar 56, de 75, en acceso al crédito.

No sólo dejamos, por falta de recursos, de levantar la infraestructura que requiere México con el fin de competir globalmente: vamos destruyendo también las capacidades para construir el país, debido a la ausencia de una política industrial que permita a las constructoras ser constructoras (y no ser, además, bancos), nivelando así el terreno de nuestras empresas frente a los bolsillos profundos de las compañías internacionales.

-El autor es especialistas en política industrial.

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