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El año de la reconstrucción

El sistema financiero mexicano ha transitado por un proceso porfundo y largo de reforma cuyos ejes h
mar 20 septiembre 2011 02:54 PM

Desde 1988 México entró en un proceso de liberalización orientado a mejorar la eficiencia de la intermediación financiera. La desregulación de los mercados de capitales y la reforma fiscal emprendidas en ese año acabaron por desmantelar los controles impuestos en diciembre de 1982, permitiendo a cada institución establecer sus políticas de asignación de crédito, aunque supervisadas por la Comisión Nacional Bancaria y de Valores (CNBV).

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Con la crisis de 1995, todos los intermediarios financieros se vieron afectados: cierre de las fuentes de fondeo, disparo de la cartera vencida, contracción del mercado y aumento significativo de los problemas de capitalización. Así, la reforma del sistema financiero ha mostrado ser un fracaso, ya que éste no ha podido constituirse en eje para el desarrollo y bienestar del país.

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En 1997, el proceso de cambio siguió adelante, aunque con problemas que podrían afectar su viabilidad en el futuro, en particular, aquéllos asociados a la capitalización bancaria por medio del Fobaproa. Sobre todo para los intermediarios no bancarios, el elevado costo que pagaron en 1995 ha significado la liquidación y fusión de 104 instituciones, proceso que continuará en función de las necesidades de capitalización de los intermediarios financieros.

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De acuerdo con información del Banco de México, el diferencial entre tasas activas y pasivas rebasó en 1997 los 30 puntos, con lo que el saldo del financiamiento total destinado por la banca privada a las empresas y a las personas físicas con actividad empresarial se redujo 9.4% en términos reales, para ubicarse en $636,700 millones de pesos. No obstante la gran demanda de crédito derivada del crecimiento de la economía, no hubo apoyo de la banca: el dinamismo se sustentó en la capacidad ociosa y en créditos otorgados por los non bank-banks.

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EL FANTASMA DEL FOBAPROA
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Otro de los problemas por los que el crédito no se reactivó fue que un alto porcentaje de los recursos se destinó a financiar la reestructuración de cartera vencida de la banca. De esta manera, el valor de los títulos del Fobaproa constituyó un obstáculo para la reactivación de la economía. Hasta diciembre de 1997, el Fobaproa tenía 30% de los activos de la banca con una cartera bruta de $379,800 millones de pesos, 11.9% del PIB de 1997. Para mayo, este monto llegó a $580,000 millones.

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Inicialmente, entre las soluciones planteadas estuvo la de crear sociedades de coinversión y recuperación (Socores) donde el Fobaproa sería socio mayoritario. Las Socores adquirirían paquetes de créditos con descuento, que luego se colocarían entre inversionistas minoritarios. El descuento dependería de las estimaciones de recuperación del crédito. El problema era que la cartera estaba calificada como incobrable, con lo cual no hubo quien estuviera dispuesto a tomar el riesgo.

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Otra opción era que las instituciones financieras recompraran las carteras que vendieron al Fobaproa, también con un descuento que dependería del índice de recuperación. La discusión se centró en establecer si la compra sería por el total que vendió cada banco o en partes, y cuál sería el tamaño del descuento. Fue sintomático que la misma banca se mostrara escéptica para recomprar sus propias carteras, ya que se estima que 70% tiene valor cero.

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La última solución planteada –por la que el gobierno y la banca han apostado claramente– es la de desaparecer el Fobaproa y convertir sus activos en deuda pública, con cargo al contribuyente.

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Por lo pronto, la banca comercial sigue siendo el principal intermediario financiero, con activos de poco más de $1 billón de pesos. Al finalizar 1997, la capitalización promedio de este sector se situó en 17.2% y sus estimaciones preventivas para cubrir su cartera vencida en 61.2%.

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Los intermediarios bursátiles, a su vez, sumaron activos por $30,335 millones de pesos. Cabe destacar que en 1997 la Bolsa Mexicana de Valores (BMV) fue la que registró el rendimiento más alto del mundo. La capitalización de mercado de las compañías que cotizaron en bolsa sumó $1.3 billones de pesos.

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El sector asegurador, con $82,576 millones de pesos en activos, continuó mostrando un crecimiento significativo, ininterrumpido desde 1988. En importancia de activos, siguieron las arrendadoras ($9,499 millones de pesos), administradoras de fondos de retiro ($5,882 millones), empresas de factoraje ($5,274), afianzadoras ($4,418), Sofoles ($3,523), casas de cambio ($1,999) y almacenes de depósito ($1,157). No se dispone de información completa sobre uniones de crédito y sociedades de ahorro y préstamo.

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