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El cielo es el límite

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mar 20 septiembre 2011 02:54 PM

Max Shein (1907-2000)
Compañía Internacional de Plástico

- Uno de los factores decisivos en el éxito de Max Shein fue su capacidad de encontrar un mercado para cualquier producto y un producto para cualquier mercado. A los 17 años halló cajas de peinetas y otros accesorios para el cabello empolvándose en la bodega del negocio familiar, una tienda de medio mayoreo en Nueva York. Le preguntó a su padre, Samuel, qué pasaría con ellas, ya que en los años 20 la moda del pelo corto había acabado con la demanda de esos artículos. La respuesta fue que tal vez tendrían que pagar para que se llevaran esa mercancía. Pero Max tenía otra idea. Con un muestrario y la bendición de su madre se lanzó a recorrer Estados Unidos buscando dónde colocar su mercancía.

- De México no sabía nada, aparte de que las señoritas todavía llevaban el pelo largo. Con sus peinetas, un seguro de vida por $2,000 dólares y sin hablar ni pizca de español, acabó en Monterrey, donde vendió todas las peinetas.

- Shein pensaba que su paso por este país era temporal, pero el negocio iba tan bien que decidió ya no regresar. Tras su éxito, puso una distribuidora en el centro de la ciudad de México, desde la que representaba los productos de su progenitor. Con el tiempo, estableció una fábrica de plásticos que llegó a ser la más importante de Latinoamérica y construyó una de las carreras filantrópicas más admiradas del medio empresarial mexicano, misma que tras su muerte ha adquirido tintes legendarios.

- Una parte importante de los productos de la Compañía Industrial de Plástico (CIPSA), eran las muñecas Ideal, y por ellas fue que conoció al gran amor de su vida. Una temporada navideña, Aída Viderique, esposa del entonces presidente Abelardo Rodríguez, visitó la fábrica para comprar las que regalaría a los niños pobres el día de Reyes. Shein obsequió juguetes y gracias a ese donativo fue invitado al Castillo de Chapultepec. Ahí conoció a la hermana menor de la primera dama, Amparo Viderique. Tras un viaje le trajo un libro, a manera de pretexto para verla, y luego Amparo lo invitó a un baile. Max se quedó con el lazo de su vestido y con la esperanza de volverla a ver. El amor creció y los enamorados se casaron en 1934.

- Para desarrollar sus productos, Shein viajaba y adaptaba al mercado mexicano lo que encontraba alrededor del mundo. En Israel vio que los niños llevaban a la escuela cantimploras con agua y se le ocurrió que eso sería muy útil en México. También introdujo el aro hula-hula, que fue un gran clásico entre los niños. Durante la Segunda Guerra Mundial le compró a su amigo Neguib Simón la patente para fabricar el peine pirámide, que adaptó en plástico, y sus ventas contribuyeron al éxito de CIPSA.

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- En 1945, en pleno apogeo de su negocio, Shein dejó temporalmente su trabajo. Todos los días camino a la oficina veía en la calzada México Tacuba un letrero que anunciaba la construcción de una escuela donada por la comunidad judía. Como pasaba el tiempo y no se advertía ningún avance, terminó haciéndose responsable de recaudar el dinero para la obra. Aportó la mitad de los fondos para construir la escuela secundaria pública número 15, Albert Einsten.

- CIPSA tenía relaciones de negocios con Monsanto, una petroquímica estadounidense. A finales de los 50 decidió asociarse con ella, conservando 25% de las acciones y la dirección general de la fábrica. Sin embargo, sintió que se estaba convirtiendo en un burócrata, al no poder poner en práctica sus ideas. En 1967 vendió su parte y durante los siguientes 33 años se concentró en los bienes raíces y la filantropía.

- Durante el gobierno de Echeverría, Monsanto se alió con Industrias Resistol, ante las restricciones para la participación de extranjeros en la petroquímica. Años después, el Grupo Desc compró esta empresa y más adelante algunos moldes de CIPSA fueron vendidos a la compañía Rubbermaid.

- El lema de Max Shein era: “El cielo es el límite.” Para él, la necesidad más apremiante de México era la educación, por lo que la mayor parte de su enorme aportación filantrópica fue en ese ramo. Su nieto, Roberto Shapiro, quien continúa los proyectos de Shein, cuenta que una vez Max leyó que 13 millones de mexicanos no tenían electricidad.

- Aunque él creyó que sólo había sido un comentario, unos meses después su abuelo le avisó que iban al pueblo San Antonio Agua Bendita, del Estado de México, a inaugurar una proyecto realizado junto con el Technion de Israel, una de las principales universidades tecnológicas del mundo, para generar energía eléctrica a partir del sol y el viento.

- En 1995 inició la labor de dotar con computadoras e internet a las escuelas públicas. De este esfuerzo nació la Unión de Empresarios para la Tecnología en la Educación (Unete), con el fin de contribuir a elevar el nivel educativo incorporando el cambio tecnológico a la educación básica del país. Hasta finales de 2001 se habían equipado 489 escuelas. La Universidad Anáhuac estableció la Cátedra Max Shein para tecnología en la Educación.

- En la carta de presentación de Unete, Shein escribe: “Todas las noches le doy gracias a Dios, por permitirme estar en una posición desde la que puedo ayudar a mis semejantes. Ayudar es un privilegio, pero ante todo un deber que tenemos los que hemos sido afortunados en la vida. Quiero a México, quiero a los mexicanos, y me comprometo a seguir trabajando con todo mi empeño, el resto de mi vida. Sé que mi familia continuará por muchas generaciones mi obra, pues ellos también, además de apoyarme, están orgullosos de nuestro trabajo”.

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