En 1999, Sega, firma japonesa, lanzó al mercado el equipo Dreamcast, una consola de videojuegos. El dispositivo parecía insuperable: utilizaba un sistema de 128 bits e incluía un módem de 56K. Muy pronto, Sony y Nintendo respondieron con tecnologías más rápidas, robustas y, sobre todo, más baratas de producir.
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Al final, la lógica del mercado se impuso: Sega canceló la fabricación de consolas Dreamcast. Al frenar la vida del producto, el proveedor japonés tendrá que asumir pérdidas por $689 millones de dólares.
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A lo lejos, Pokémon y los hermanos Mario ríen sin parar.
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