El maná de los mojados

Selene María hace tres años que no ve a Manuel, su esposo. Aunque la ausencia es dura, el dinero que le manda desde San José, California, le permite financiar la educación de sus dos niños. Él es un bracero migrante más, que abandonó Michoacán cuando quebró la hacienda en la que trabajaba recogiendo cítricos.

- Su historia es similar a la de millones de personas que nutren las estadísticas de las remesas que llegan desde Estados Unidos.

- Según el Banco de México, el año pasado los envíos familiares crecieron a un ritmo de 35%, cuando en los últimos 13 habían aumentado a una tasa promedio anual de 13.7%.

- Una lectura estratégica de los números revela hasta qué punto el país está perdiendo competitividad. El dinero que enviaron los paisanos –$13,266 millones de dólares– superó en 18.7% los recursos ingresados por la inversión extranjera directa durante 2003. Otro dato resulta más revelador aún: en los últimos tres años, la relación remesas-exportaciones agropecuarias se duplicó respecto del promedio de los 90.

- Salvando la debilidad interna
El nivel alcanzado por estos ingresos tiene ya amplias implicaciones en el desarrollo regional de México y el bienestar de los ciudadanos. En 10 entidades se concentra 71% del total de los envíos.

- Los estados que reciben los mayores flujos de remesas por habitante presentan niveles bajos de PIB per cápita. Michoacán es el más favorecido, con $403.2 dólares por persona. La zona norte, por el contrario, registra remesas inferiores a $50 dólares.

- El 80% de los envíos se destina a cubrir gastos de consumo, incluso educación y salud. El 20% restante se invierte en compra de terrenos o casas, arreglo de la vivienda o compra de activos para pequeños negocios.

- En algunos estados, como Zacatecas, funciona el Programa 3 x 1, que invierte en obras de beneficio comunitario.

- La escala de esos proyectos es reducida y su impacto económico desgraciadamente muy limitado.