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El mejor conocimiento es el propio

No importa el número de asesores o expertos con los que cuente, al final del día, el mejor conocim
mar 20 septiembre 2011 02:55 PM

Todo buen líder debe desarrollar una base autónoma de conocimiento. No importa el talento que puedan tener sus consejeros y ayudantes, en la medida de lo posible se deben abordar los problemas con conocimientos propios. Eso no significa que un alcalde tenga que saber más sobre enfermedades que su delegado de Sanidad o más sobre las complejidades de las cuentas municipales que el director de Presupuestos. El gerente de una compañía de restaurantes no tiene por qué ser un cocinero magistral y la mayoría de los directores de las aerolíneas no son pilotos calificados, y mucho menos mecánicos o encargados de equipaje. Pero un líder debería haber adquirido por iniciativa propia conocimientos sobre las áreas que coordina.

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En el mejor de los casos el líder de un sistema complejo domina uno o dos departamentos. He sido el tercer funcionario más importante del Departamento de Justicia y Fiscal del Distrito Sur, de manera que como alcalde tenía la seguridad de que conocía lo suficiente sobre la aplicación de la ley para contribuir significativamente y sin más tardanza a ello. Pero no era un experto en sanidad, asistencia social o política fiscal. La razón por la que recluté expertos fue para beneficiarme de sus conocimientos e ideas, pero nunca confié ciegamente en ellos.

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Mi labor como líder era hacer que las piezas encajaran de la manera más conveniente para el conjunto de la empresa. Ni siquiera el experto mejor intencionado puede saber si sus recomendaciones para resolver un problema chocarán o interferirán con el enfoque escogido por otro consejero. Por tanto, me guiaba por unas ideas y una filosofía mientras ahondaba en las distintas áreas, pero por encima de todo estaba mi responsabilidad de adquirir conocimientos útiles.

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Desarrollar la competencia personal no es algo que deba hacerse simplemente porque es nuestro deber (aunque no lo es) ni tampoco porque es divertido saber cómo funcionan las cosas (que también lo es). Es la mejor manera de eliminar prejuicios y pretensiones entre quienes quieren influir. Tener conocimientos propios nos permite tener un punto de referencia y nos ayuda a decidir si el consejo de alguien es fiable. Tener conocimientos básicos evita que nos manejen como a un títere.

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Lo cierto es que no se puede fingir la preparación. La gente advierte enseguida esa mentira y tal vez se aprovechen de nuestra ignorancia o nos tachen de aficionados. Pero si saben que hacemos los deberes y esperan que pongamos sobre la mesa los conocimientos, es menos probable que intenten engañarnos. Notará que su equipo se presenta a las reuniones mejor preparado y que cuida más sus presentaciones.

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El líder debe infundir confianza, debe creer en su propio juicio y en su gente, incluso cuando ellos ya no creen en sí mismos. A veces, el optimismo del líder está basado en algo que sólo él conoce. Pero otras veces el líder tiene que ser optimista simplemente porque si él no lo es, nadie lo será. Y cuando menos, tiene que intentar luchar, por malas que sean las perspectivas.

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Cuando mi ciudad fue asaltada desde el aire –a unas cuantas manzanas de mi oficina, a unos pocos kilómetros de mi casa– y miles de neoyorquinos murieron, incluso cientos de personas que corrieron para salvar a otros, me sentí agradecido por haber contado con una base propia de conocimiento.

El  autor es ex alcalde de Nueva York y uno de los líderes más respetados.

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