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El principio de Zedillo

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mar 20 septiembre 2011 02:54 PM

El autor es doctor en Ciencia Política de Harvard. Se desempeña como profesor-investigador en el Centro de Estudios Históricos de El Colegio de México.

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Al cumplirse 100 días de haberse puesto en práctica el Plan de Ajuste Financiero se esperaría que, entonces si, daría comienzo finalmente el sexenio zedillista.

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Antes, como ya se ha dicho aquí, el presidente Ernesto Zedillo ha estado sometido a: 1) la autoridad de Carlos Salinas de Gortari (durante el periodo de transición del 21 de agosto al 30 de noviembre); 2) a los efectos paralizantes de la devaluación del 19-20 de diciembre; y 3) a las condiciones impuestas por el Tesoro estadounidense y el Fondo Monetario Internacional vía el propio Plan de Ajuste Financiero.

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Sólo en dos periodos de su mandato el presidente Zedillo ha tenido relativa autonomía hasta ahora. En el primero ‑que se extendió del 1 al 19 de diciembre‑ gozó de mayor libertad en comparación al segundo, que duró exactamente el tiempo que tardó el Secretario del Tesoro de Estados Unidos (Robert Rubin) en traducir el paquete de asistencia financiera (por casi $50,000 millones de Mares) en una serie de condiciones a las que debían ajustarse las políticas fiscal y monetaria mexicanas.

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Pero lo que es cierto es que en ninguno de estos dos momentos el gobierno hizo nada que tuviera gran valor o que fuera siquiera memorable. Al menos no en relación a las propuestas de cambio y/o continuidad que Zedillo presentó en su breve campaña electoral y, menos a fin, con respecto al proyecto de modernización que, bajo cualquier perspectiva, el país necesita al término del siglo XX.

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El nuevo panorama macroeconómico al término de los 100 días del Plan de Ajuste Financiero, no implica en lo absoluto cl fin de la crisis ‑ni siquiera en su ámbito estrictamente financiero‑, pero indudablemente marca la posibilidad para el gobierno de transitar de una etapa a otra en su conducción del país.

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Que el presidente Zedillo pueda llevar determinaría, a la larga, el destino general del régimen. Así como la forma concreta en que intente realizar dicho recorrido definirá, de igual modo, su propio estilo de gobernar.

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Este es, pues, el momento crítico en el que el actual gobierno puede ‑o no‑ dar inicio (más de seis meses tarde) al último sexenio del siglo. Este es el momento para que presente una estrategia definitiva (que sea, entre paréntesis, más concreta, coherente y atractiva que la del Plan Nacional de Desarrollo), y para que el gabinete en su conjunto se esmere en llevarla a buen término.

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El costo de no hacerlo significaría que todo lo que la población ha soportado por partida triple en los últimos 15 años ‑como resultado de: 1) la crisis de la deuda externa, 2) la reestructuración salinista y 3) el ajuste a la devaluación de diciembre‑ no tendría, al concluir el siglo, ningún sentido progresista en lo absoluto.

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Y, en términos aún mas concretos que esto, se podría materializar entonces la perspectiva creciente de que, mientras el mundo continuaría dando vueltas a un ritmo más acelerado, México podría perder la posibilidad de participar en alguno de los cambios mas importantes que demanda el presente.

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Pero para poder conducir la paz en esta dirección, se requiere volver a replantear una estrategia que, en sus dimensiones económica y política, proporcione los elementos justos para el salto al futuro. Hasta ahora, evidentemente, el gobierno ha carecido de cualquier concepción del largo plazo y, en vez, ha estado sometido en etapas sucesivas a la política salinista, la devaluación del peso o el ajuste financiero.

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Al cumplirse los 100 días críticos de dicho ajuste, la relativa mejoría que en sus indicadores clave ha registrado el sistema financiero, proporciona la pauta para que el presidente Zedillo tome la iniciativa, por primera ocasión. Este es el momento de volver a empezar. 0 no. Porque existe la posibilidad también de que el gobierno "opte" por simplemente continuar navegando a la deriva sin ningún plan propositivo que pueda beneficiar a las familias (y a las empresas).

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Las dos posibilidades existen en la práctica. ¿Cuál será la que elija el presidente Zedillo ahora que esta por comenzar su sexenio?

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