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Elegimos retiro a los 60 o 65 años

La antigüedad es una costumbre en esta firma.
mar 20 septiembre 2011 02:54 PM

ELI LILLY
“Lo más importante es la gente.” En otros casos una frase así suena a palabrería vacía de discurso de fin de año. En Eli Lilly no, porque los trabajadores están convencidos de que la compañía tiene buenas prácticas y beneficios muy por encima de los que marca la ley. Más aún: saben que ellos son una pieza clave en el negocio debido a que la firma también ha hecho su tarea: ganar su confianza.

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Precisamente, este fue el punto que obtuvo la calificación más alta en la encuesta de la firma. El trabajador no sólo está a gusto por los desayunos de cumpleaños, sino porque las pruebas de confianza han sido muchas.

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En la crisis económica de 1995, la agrupación paró por completo su producción durante dos semanas. Muchos tenían miedo de que recortaran sus plazas, pese a saber que en tal caso serían indemnizados. El director general habló con los operarios del laboratorio y les dijo que no se despediría a nadie: simplemente dejarían de laborar, pero aún así recibirían su salario íntegro. No todos creyeron su palabra, dada la incertidumbre y la situación nacional, pero la cumplió.

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Desde hace muchos años desaparecieron los relojes checadores y los supervisores porque en la organización se considera que no es necesario vigilar a la gente para que entre a tiempo y cumpla con sus objetivos.

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Al existir confianza, la comunicación entre operarios y gerentes es una consecuencia obvia. Cada empleado se reúne con su jefe y fija metas de producción. Si las supera en un porcentaje significativo, recibe un aumento, una cena o días libres por su esfuerzo extra. Esto es posible porque cada área tiene autonomía para premiar a su gente, independientemente de los reconocimientos trimestrales.

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El programa de jubilación fue uno de los temas más mencionados por los operarios. El trabajador elige retirarse a los 60 o a los 65 años de edad, con un finiquito que varía según el tiempo laborado. Para eso, Eli Lilly tiene un fideicomiso que se alimenta desde que el postulante cumple cinco años de antigüedad y que se salda en un pago único o en pensiones periódicas.

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Estas, entre otras, son las razones por las que cada día aumenta el grupo de empleados antiguos. Como ellos mismos dicen, no se trata de una caridad ni tampoco de una obra de beneficencia, sino de valorar el desempeño y el compromiso.

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