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Frontera Norte. Ahí donde la Maquila es

Más allá de la visión tradicional de zona de paso para migrantres, de origen de alegatos diplomá
mar 20 septiembre 2011 02:54 PM

Entre encantados y aterrorizados, los habitantes de Ciudad Juárez hablan de una curiosa estadística: cada mañana llegan a esta frontera unos 400 migrantes del centro y sur de México. Unos traen la intención de cruzar a Estados Unidos, como mojados o del modo que sea, y otros vienen en busca de un empleo en alguna de sus 300 plantas maquiladoras. Al cabo de unas semanas, la mitad logra pasar la frontera o se regresa frustrada a sus sitios de origen, y los restantes se instalan con parientes o en los cinturones de miseria que han proliferado durante los últimos veinte años.

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Esta combinación migración-maquiladoras ha propiciado que Ciudad Juárez sea una de las escasas ciudades mexicanas que registran crecimientos sostenidos; aun durante la crisis de 1995 consiguió crear 20,000 nuevos empleos, 14,000 en la maquila y el resto en otras actividades colaterales. Estos explosivos desarrollos agravan aún más las difíciles condiciones de la infraestructura urbana —vivienda, servicios públicos, transporte, seguridad—, incapaz de seguirle el paso al crecimiento industrial.

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Las controvertidas maquiladoras
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Cuando se instalaron las primeras maquiladoras, hace 30 años, muchas voces las calificaron como una verdadera traición a la patria: la explotación de mano de obra (sobre todo femenina) por capitales extranjeros, la utilización de tecnología obsoleta, el sometimiento de las obreras a condiciones -infrahumanas y la extinción del sindicalismo. La visión actual es distinta, y la maquila no sólo se ha dignificado sino que es una válvula de seguridad para ubicar a los desempleados de otras regiones del país. No es una fuerza despreciable: según Raúl Ávila Báez, presidente del Consejo Nacional de la Industria Maquiladora de Exportación, 70% de los 750,000 trabajadores de la maquila se ubican en la zona fronteriza, y el resto en otros estados como Aguascalientes, Jalisco y Yucatán.

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Aunque subsisten plantas dedicadas al ensamble más elemental, los nuevos espacios son ocupados por instalaciones modernas y con procesos tecnológicos, que aprovechan una mano de obra entrenada durante años en conceptos como calidad total y just in time.

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Para María Telles-McGeagh, directora del Border Research Institute de la Universidad Estatal de Nuevo -México (NMSU), si bien en sus inicios la maquiladora atrajo trabajadores del campo, hoy es tan competente como la de muchos países manufactureros. “Es un fenómeno curioso —dice—, pero los trabajadores de las empresas Fortune 500 están incluso mejor entrenados que los del lado estadounidense. El trabajo en las grandes plantas, aunque sean de ensamblaje, ya no es puramente manual.”

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Carlos Murguía Chávez, presidente de la Canacintra de Ciudad Juárez, muestra como modelo a Delphi, una subsidiaria de General Motors que utiliza tecnología de punta y equipos con rayo láser, y que contrató 800 ingenieros mexicanos. No es una -maquiladora en sentido estricto, y se dedica a diseñar partes y componentes automotrices para armadoras de varios países. Otra novedad son las empresas que se dedican a la captura de datos y manejo de cupones, tarjetas de crédito y listas de correo directo. Una de ellas, que procesa encuestas de AC Nielsen, ocupa más de 800 mecanógrafas y capturistas.

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Contra lo que pudo ocurrir en sus inicios, la maquila ha perdido su carácter volátil y su peligrosa dependencia de la paridad cambiaria. No obstante, Jesús Ábrego López, director de Fomento Económico del gobierno municipal, acepta que las plantas “sí podrían ser afectadas por problemas de tipo sindical o laboral, o si alguna variación en el régimen legal afectara sus intereses. Son inversiones estables en relación con las variables macroeconómicas, pero no al grado de resistir cualquier cosa. No se les puede presionar demasiado”.

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Más insumos nacionales
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Francisco Pacheco Covarrubias, director general de Desarrollo Económico de Ciudad Juárez, una organización dedicada a fomentar la radicación de industrias en el marco del programa Chihuahua Siglo XXI, señala su preocupación por la falta de alternativas productivas. “Si quitamos la maquila estamos perdidos, porque en Ciudad Juárez carecemos de industria nacional. Aunque vamos a seguir apoyando a la maquiladora, ya se creó el Consejo de Desarrollo de Proveedores para la Maquiladora, que justamente busca atraer a industriales mexicanos que puedan proveerle más insumos. Aquí se consumen enormes cantidades de cables, tornillos, plásticos, etcétera. Son mercados increíbles a los que todavía no hemos podido acceder.” En Ciudad Juárez, los insumos nacionales representan apenas 1.6% de las -exportaciones de la industria maquiladora.

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Las explicaciones para esta escasa participación son diversas. Dice Murguía que la maquila no fue promovida por industriales —como en Corea y -Taiwán— sino por desarrolladores de parques, constructores y operadores de -bienes raíces. “Por eso es que los proveedores de insumos han venido a la zaga y en proporciones pequeñas. La industria nacional no ha mostrado interés en servir a las -maquiladoras”.

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Pacheco añade que muchas maquiladoras son como islas productivas que reciben de fuera todo lo que -necesitan, incluyendo materias primas y tecnología. Como la compra de materiales se realiza a nivel mundial en los estratos más altos de las corporaciones, la proveeduría nacional no ha encontrado el camino para colocar sus productos.

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Eduardo Barrera, coordinador de El Colegio de la Frontera Norte, ha investigado el papel de las telecomunicaciones en los sistemas de administración de empresas maquiladoras. Aunque existe la idea de que las industrias -informatizadas tienen una descentralización de los mandos, la realidad mostró otra cosa. “Sólo 20% de las decisiones sobre despidos y contrataciones se toman localmente, el resto ocurre a nivel de las divisiones o la casa matriz.”

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Sindicatos al margen. ¿Hubiese florecido la maquila con una estructura de sindicatos fuertes y exigentes? La respuesta seguramente es no, y el caso más llamativo es la lenta evolución de la ciudad de Matamoros, dominada por el Sindicato de Jornaleros y Obreros Industriales, y cuyo líder legendario, Agapito González Cavazos, dirigió durante 40 años la Federación Regional de Trabajadores. En broma, empresarios juarenses dicen que van a levantarle un monumento, porque gracias a él las empresas de Matamoros —“espantadas”— han venido a dar a Ciudad Juárez y a Tijuana, que se han convertido en paraísos laborales gracias a que sus sindicatos son escasos y conciliadores. “El sindicato es positivo en tanto no se abuse de él —dice Ávila—. La misma industria se preocupa por las prestaciones y busca que la gente se arraigue y tenga mejores condiciones de vida. El sindicalismo llevado a sus extremos provoca situaciones muy difíciles. Sabemos de plantas maqui­ladoras que han cerrado debido a conflictos -intergremiales. Por el control de las plantas han dejado a mucha gente sin trabajo.”

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Luis Silva García, director editorial del periódico juarense Norte, recuerda que “hace unos 15 años el sindicato blanco cetemista llegó a ser muy fuerte y los líderes tenían asegurado un puesto de elección popular por el PRI. Con los años las cosas empezaron a cambiar. Como la oferta de trabajo era sostenida, el sindicato no convenía ni a las empresas ni a los trabajadores, y las organizaciones fueron desapareciendo en forma natural. En Ciudad Juárez hay empleo, y aparte del salario hay muchas prestaciones relativamente buenas.”

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Otra voz autorizada, la de Manuel Loera de la Rosa, describe el comportamiento del mercado laboral como atípico. El director de Investigación y Posgrados de la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez señala que “hay épocas en que los salarios van al alza junto con un aumento del empleo, y ha habido épocas de escasez de -trabajadores con salarios a la baja. Parece que el mercado no regula nada de esto, y quizá se explica porque hay -descompensaciones mucho peores en otras zonas del país. Aquí nos va relativamente mejor que en La Laguna, la zona minera al sur del estado, en Zacatecas y Durango.”

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Un poderío concentrado
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Esta oferta constante de empleo tiene un efecto casi escandaloso en Ciudad Juárez, donde la rotación de personal alcanza cifras de 10% mensual y más, según reconoce Servando Sarabia, director ejecutivo de la Asociación de Maquiladoras. Los trabajadores, sobre todo los jóvenes y solteros, van de una fábrica a otra por razones a veces inesperadas, como el deseo de cambiar de horario o porque se hicieron de una novia en otra colonia. Hay operarias que van a la maquila como última salida, cuando necesitan dinero o se cansaron de trabajar en la economía informal. Otras permanecen en las industrias seis meses o un año, el tiempo suficiente para obtener una mica o pasaporte fronterizo que les permita pasar -legalmente a Estados Unidos y conseguir algún trabajo mejor remunerado.

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Para sujetar hasta donde sea posible a sus caprichosos trabajadores de salario mí­nimo, las maquiladoras han creado planes de incentivos que incluyen transporte gratuito, bonos de puntualidad, asistencia, cafetería y productividad, despensa, fondo de ahorro, seguro de vida y hasta semana de cuatro días laborales.

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250,000 empleos formales y muchos otros informales, más las compras que hacen localmente las maquiladoras, no son un mercado pequeño para el comercio y los prestadores de servicios, y es conocido en Ciudad Juárez que buena parte de estos recursos son operados por un grupo de poderosas empresas familiares.

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El periodista Silva arremete: “Muchos grandes capitales se forjaron de lo que era típico en la frontera, es decir, actividades un tanto ilícitas. Si nos remontamos a sus orígenes, veremos que muchas familias de abolengo hicieron su capital con el contrabando de licor en la época de la Prohibición en Estados Unidos y con otros tipos de contrabando. Todo mundo sabe de algunos hombres ricos que hace cinco o seis años andaban vendiendo marihuana en las esquinas.”

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Para Ábrego, de Fomento Económico municipal, la estructura -socio­económica de la ciudad es sui generis, “con una gran cantidad de familias obreras, una clase media cada vez más baja y el poder económico concentrado en 10 familias. A los comerciantes juarenses les ha ido extraordinariamente bien después de la -devaluación, porque estamos comprando otras vez productos nacionales, y muchos residentes de El Paso cruzan a Ciudad Juárez para hacer sus compras, consultar médicos y dentistas y hacer otros consumos”.

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Desarrollo e impacto urbano
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Aunque no hay nubes en el horizonte maquilador, no todos comparten la bonancible imagen económica. Loera revela que, en términos reales, la de­rrama de las maquilas ha permanecido casi estática desde hace más de una década. “En 1981, cuando había 41,000 trabajadores, la nómina total de la ciudad era de $200 millones de dólares anuales; 15 años después -tenemos 160,000 trabajadores y en términos reales la economía no ha crecido. Con los mismos $200 millones dólares se paga al cuádruple de los trabajadores.”

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Quizá esto explique la incapacidad de la ciudad para resolver sus rezagos y la paradoja que menciona Murguía: “El desarrollo ha creado problemas muy graves de infraestructura, sobre todo porque los empleos que se crean son de salarios mínimos o poco más. Es más caro para el municipio crear infraestructura para esas personas de lo que le aportan bajo la forma de impuestos. Ciudad Juárez es un gran receptor de gente del sur, pero el apoyo de la federación es pequeño o nulo. Se produce mucho, se recauda mucho y se recoge poco.”

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Como un ejemplo de las graves inconsistencias urbanas, Loera señala que hace más de una década, y como una forma de ocupar varones —poco requeridos por las maquiladoras—, las autoridades sustituyeron muchos autobuses por ruleteras, es decir, taxis para cuatro o cinco pasajeros. Con esto no sólo se generalizó el caos vial sino se creó un “pulpo” de permisionarios tan poderoso que ha bloqueado toda iniciativa para modernizar y dignificar el servicio.

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Otra amenaza es el enorme parque automotriz, que crece a razón de 10% anual. Explicación: los automóviles fronterizos tienen un costo casi simbólico, de $400 ó $500 dólares. Cualquier joven ahorrativo puede adquirir una de estas unidades, a las que ni siquiera vale la pena darles mantenimiento.

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Para Ábrego, la ciudad ha crecido más por necesidad que por una decisión planeada. “No hacemos una invitación al resto del país para que vengan ni tenemos carteles ofreciendo empleos, pero la migración es un hecho. Para la administración municipal es una obligación y un compromiso buscar fuentes de trabajo, no sólo para los que llegan de fuera sino para los juarenses que se integran a la actividad económica. Para ellos estamos trayendo más y mejores plantas, que aporten tecnología y no sean contaminantes.”

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Nubes negras para el futuro
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Pesimista sobre el futuro de la ciudad, Loera afirma que la suerte ya está echada: “En los próximos veinte años Ciudad Juárez funcionará alrededor de la industria maquiladora, porque sus destinos están ligados. Aunque la capacitación y la infraestructura nos convierten en una de las ciudades más competitivas del país, hay evidencias de que la estructura física de la ciudad no resistirá. Hay problemas de agua, transporte y seguridad. Esta es una de las ciudades con mayor índice de homicidios del país, debido sobre todo a la disponibilidad de armas de fuego y al narcotráfico, que han venido en aumento. El presupuesto de la ciudad, que no supera los $100 millones de dólares, no es suficiente para rescatarla ni darle una nueva fisonomía”.

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