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Gamma Industrias. La vida en rosa

Aunque afectado por la contracción, el consorcio queretano enfrenta la crisis sin deudas y con dive
mar 20 septiembre 2011 02:54 PM

En el garaje particular de la familia, con un capital de $7,000 viejos pesos y tres personas que compraban y vendían papel de desperdicio, se fundó en 1948 la que se convertiría con el paso de los años en Corporación Gamma Industrias, formada por más de 20 empresas y siete filiales en Brasil y Colombia.

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Su cabeza, Don Armando Birljin, ignoraba a sus 23 años que con el tiempo desarrollaría un gran consorcio que hoy produce cajas de cartón liso y corrugado, láminas de impresión y sustancias químicas, y que da empleo a miles de trabajadores en el Distrito Federal y Querétaro.

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Quienes lo conocen, dicen que su éxito se debe a su espíritu inquieto, su inventiva, su disciplina y su preocupación por un concepto rector: la calidad.

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"Esto de la calidad es una manera de ver la vida", refiere Birláin, presidente y director general del grupo. "El éxito o fracaso de cualquier negocio depende casi exclusivamente de la excelencia o la mediocridad de su gente", agrega quien a los 11 años trabajara de peón de campo en su natal Morelos.

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Haciendo su papel. Favorecidos por la consolidación industrial del México de los 50 impulsados por el éxito de su pequeña empresa familiar, los Birljin se vieron frente a la oportunidad de expandirse. En 1959 fundaron Papelera Anáhuac, para distribuir papel de oficina, y se convirtieron en distribuidores de la fábrica de Papel San Rafael, acrecentando el volumen de sus operaciones.

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Más tarde, tras obtener contratos para abastecer a tres importantes periódicos de circulación nacional ‑Excélsior, El Universal y Novedades‑, la firma cuadruplicó su producción e inició la diversificación.

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En efecto, remontándose a los ya lejanos 50, Birláin relata que una vez establecida Papelera Anáhuac, surgió la idea de invertir en una máquina de offset. Con un capital de $90,000 pesos viejos, 11 personas y una máquina alemana comprada con un préstamo de la propia empresa vendedora, fundó entonces Impresos Automáticos de México.

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La nueva adquisición lo obligó a adentrarse en un terreno para él desconocido, así que viajó a Alemania a estudiar el funcionamiento del offset y de las láminas de impresión. Apasionado por la investigación, curso más tarde la carrera de Ingeniería Química por correspondencia en la Universidad de Rice, de Austin, Texas, pues quería obtener los conocimientos para desarrollar una lámina de impresión para grandes tirajes, de mejor calidad, fidelidad y duración que las que a esas fechas se producían.

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Birláin no sólo alcanzó su objetivo (creó una lámina sin grano con base en cromo y cobre), sino que desarrolló con el tiempo ocho patentes mundiales sobre sendas láminas, y 18 más sobre productos químicos para láminas fotográficas, litográficas y de fotomecánica.

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Consecuencia de la primera patente fue la fundación, en 1963, de Metalgámica, una de las pocas empresas en el mundo que fabrica este tipo de láminas de impresión. Revistas, periódicos, envases de hojalata e infinidad de productos se imprimen con estas placas, utilizadas también para la emisión de billetes. Hace ya varios años que los bancos centrales de México, Argentina, Colombia, Brasil y Estados Unidos son clientes de Metalgámica.

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Sus grandes competidores actuales son Kodak y Química Hoechst, que producen láminas de aluminio de menor calidad y precio, y han logrado captar parte del mercado de Metalgámica. Sin embargo, dice Birláin, el cliente interesado por la calidad y fidelidad de la lámina, acepta el costo más elevado del producto mexicano.

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Control y expansión. Con una visión muy conservadora en lo que respecta al crecimiento potencial de una compañía, el empresario considera prudente la estrategia de expandirse con recursos propios ‑flujos de caja‑, para no arriesgar demasiado y no perder el control. Esa premisa adquiere su dimensión real en momentos de crisis como el actual: mientras otras se lamentan del peso de sus deudas, Gamma anda tranquila.

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A fin de cuentas, esto le ha permitido traspasar incluso las fronteras. A través de Metalgámica, por ejemplo, estableció sucursales en Brasil y en Colombia, para surtir el mercado centro y sudamericano y fabricar productos químicos con tecnología nacional. Además, encontró nichos de mercado en Asia y Australia.

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En el marco del crecimiento acelerado de Metalgámica, se ensancharon también los mercados de Impresos Automáticos de México, obligando al grupo a ampliar su capacidad instalada. Sin embargo, previendo los problemas que acarrearía quedarse en la capital y con el objeto de cubrir la demanda en el centro de la Republica, Birláin decidió seguir su camino fuera de la ciudad de México.

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Dos motivos los llevaron a Querétaro: uno, la fábrica proveedora de la materia prima ‑cartoncillo‑ se encuentra en San Juan del Río; dos, sus clientes más importantes ‑Kelloggs representa casi 20% de la demanda total de Gamma, y Gerber‑ se asientan en dicha ciudad.

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De inmediato, en 1989, debió instalar una segunda planta de cartón corrugado en la región, con capacidad de más de 11,000 toneladas anuales. Hoy, esa planta exporta 20% de su producción a Estados Unidos, básicamente a clientes como Unisource y Mead.

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La crisis no es eterna. Gamma no es inmune a la crisis por la que atraviesa el país. Si ya venía importando 30% del papel que requiere, la devaluación la ha obligado a reestructurar muchas cosas; entre ellas, disminuir sus proyectos de inversión en este 1995, que ascendían a $1 millón de dólares.

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Con activos netos superiores a N$300 millones de nuevos pesos y facturaciones de N$68 millones en 1994, Envases Plegadizos Gamma produce hoy día por debajo de su capacidad real. Según explica Birláin, por un lado, está la contracción del mercado y, por otro, el cambio de fisonomía del propio, mercado. "Hace unos años, los fabricantes y maquiladores de juguetes dejaron de producir, para dedicarse a la importación. Ellos eran de nuestros mejores clientes".

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Por supuesto, la competencia también afecta. Entre otros, La Estrella y Smurfit Cartón y Papel de México luchan por quedarse con lo poco que queda del mercado nacional.

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Pero Birláin no pierde el optimismo. "Al afrontar etapas erráticas como la actual y replantear estrategias, una empresa sale fortalecida", asegura. Y, por lo pronto, el empresario morelense‑queretano considera ya la posibilidad de asociarse con otros capitales que, "ante todo, permitan la institucionalización de un proyecto que inició como empresa familiar y que hoy forma parte de un consorcio que da empleo a miles de personas".

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