Incentivos sin maquillaje
En el país es común que se ligue el ingreso de los altos ejecutivos a resultados. Lorenzo Fernández, del IPADE, estima que 70% de las 500 empresas de Expansión retribuyen a sus empleados de más alto rango con algún tipo de bono por meta alcanzada.
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“Esta clase de prácticas no están consiguiendo lo que persiguen. Un propietario planea en el largo plazo, mientras que un directivo que está siendo medido con las utilidades del año se concentra en cómo aumentar las utilidades.”
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Dado el número reducido de empresas que cotizan en Bolsa, pocas premian a su personal según el movimiento del precio de la acción. La mayoría de los estímulos se calculan con el crecimiento en utilidades operativas o netas, que se pueden manipular al diferir gastos o registrarlos como activos.
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Fernández propone otros mecanismos que no se prestan al maquillaje:
1. Calcular la gratificación con base en el flujo de efectivo generado. “La dirección podría hacer un descuento en las cuentas por cobrar a fin de año para obtener el dinero, pero al final del día el efectivo está o no está en la caja.”
2. Algunas compañías usan un instrumento de medición que relaciona las utilidades con la inversión que las hizo posibles. En el IPADE, lo han bautizado como rendimiento de la inversión operativa neta (RION). Con esta herramienta no es posible cambiar el resultado al esconder costos corrientes en gastos de inversión, práctica detectada en WorldCom, porque los excedentes de utilidades estarían contrarrestados por los mayores gastos en inversión.
3. Fernández está desarrollando la idea de un bono en función del flujo de efectivo que genera un ejecutivo durante más de cinco años. Se le puede dar anualmente un porcentaje importante, como la mitad de lo que se estima que ganará, y luego el restante si cumple con lo estimado.