A veces el centralismo es tan fuerte que, en el candelero de los grandes magnates mexicanos, con frecuencia figuran empresarios cuyas industrias venden mucho menos que Grupo Industrial Saltillo (GIS).
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Y el centralismo incluye a Monterrey. Los Garza y los Sada en Nuevo León a veces le restan luz a fortunas como la de los López del Bosque, cuyo consorcio tuvo ventas en 1996 superiores a los $3,000 millones de pesos. Este grupo está comandado por los hermanos Isidro y Javier López, empresarios “de los de antes”, forjados con mano de hierro por su padre, Isidro López Zertuche, fundador a principios de siglo de lo que sería el grupo.
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Las diferentes empresas de GIS abarcan hoy los ramos de autopartes, materiales de construcción y artículos para la cocina y la mesa, con empresas como Cifunsa, Vitromex, Cerámica Santa Anita, etcétera. Tiene hasta 24% del mercado de muebles sanitarios y recubrimientos y 56% del relativo a artículos esmaltados. Sus productos no sólo se distribuyen en todo el territorio nacional, sino que algunos se exportan a Estados Unidos desde la Segunda Guerra Mundial.
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El origen de este gigante de Coahuila se encuentra en plena Revolución, cuando el primer don Isidro (1892-1959) abrió su tlapalería-ferretería en Saltillo. Hijo de un comerciante, tuvo la oportunidad de estudiar en el Colegio de San Juan, con compañeros como Eugenio Garza, Francisco y Jorge Zambrano y Javier Sada.
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Pero el joven dueño de lo que después se llamó Ferretera del Norte no se conformó con el comercio. Con siete meses de lo que ahora se llamaría “investigación y desarrollo”, logró fabricar una cacerola de aluminio.
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Aparte de perseverante, el mejor conocido como “el Chato” López tuvo otros detalles en su carácter, como la mesura y el sentido de reinversión (“lo que sea de las máquinas, para las máquinas”), lo cual le ayudó a acumular capital. Por otra parte, su rigor casi prusiano y la disciplina que le impuso a sus hijos le permitieron asegurar que sus esfuerzos no se esfumaran con la primera generación.
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Mientras su padre le sumaba a la fortuna una fabriquita de brochas y cepillos por aquí, un banco por allá, un molino y una fundidora por acullá, los jóvenes López del Bosque estudiaban en Saltillo… hasta que los mandaron a un colegio militarizado en Chicago.
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Al retornar de aquella estancia, el Isidro de hoy estudió Ingeniería Industrial, con especialización en Administración, en el naciente Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey (ITESM) y se incorporó a los negocios de su padre como gerente general de Molinos El Fénix, en donde perdió sus primeros miles de pesos en un mal trato. Al parecer, su padre lo supo todo el tiempo, pero dejó que la “regara” para que no perdiera millones después. Más mal la pasó su hermano Javier, quien quiso dejar los estudios para empezar a trabajar. Después de muchos ruegos empezó de obrero, en el turno de la noche, y sólo fue subiendo poco a poco.
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Hoy el grupo fabrica monoblocks y cabezas de motor para casi todas las marcas de autos en México, y exporta buena parte. Isidro López del Bosque, ya casi setentón, es miembro del Consejo Mexicano de Hombres de Negocios (CMHN) y del Consejo Coordinador Empresarial (CCE), y ha extendido su fortuna hacia posiciones en Corporación Industrial San Luis y Grupo Cydsa, por ejemplo.
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De buena reputación en su tierra por las obras benéficas y –dicen– suaves relaciones obrero-patronales, Isidro López es de los pocos empresarios que no enfrentaron la crisis de 1995 con despidos. En lugar de ello, pactó con los empleados una reducción en las jornadas laborales. De todas maneras, GIS salió de problemas en poco tiempo, dada su naturaleza exportadora.
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De lo poco que le achacan a Isidro López del Bosque es su poder en Coahuila. El año pasado, por ejemplo, el gobernador Rogelio Montemayor tuvo que darle a Cifunsa las mismas facilidades fiscales que había ofrecido en charola de plata a Teskid, una fábrica extranjera de… ¡monoblocks! Sin mucho aspaviento, los de GIS anunciaron que someterían a concurso estatal el lugar de levantamiento de su nueva planta: Aguascalientes, Nuevo León, Guanajuato... Después de unas semanas, el gobierno de Coahuila recapacitó y tuvo que darle las mismas ventajas al consorcio mexicano.